Credit Suisse es un gigante bancario europeo en horas bajas. Como dice la frase hecha, en los últimos años se ha constatado que tiene los pies de barro. Numerosos escándalos internos, problemas en el negocio, inversiones fallidas, investigaciones judiciales y ahora su primer accionista enfría su apoyo financiero. Su crisis viene de lejos y no está relacionada con la que hace unos días precipitó la intervención de dos bancos estadounidenses. Pero tampoco le ha ayudado. Ahora, las dudas sobre el sistema financiero entre los inversores viajan de California a Suiza, en pleno epicentro bancario de Europa. El miedo al contagio entre los bancos del continente es patente.
La jornada del martes resultó no ser más que un respiro entre el desplome provocado el lunes por el Silicon Valley Bank y el del miércoles provocado por Credit Suisse. Una semana que está mostrando la profunda interconexión de los sistemas bancarios. Incluso cuando los propios analistas apuntan que no existe una debilidad generalizada. Incluso cuando los bancos europeos aparecen como más seguros que los estadounidenses. Una razón de desconfianza se multiplica en este contexto, tal y como han apuntado los distintos análisis de lo ocurrido este miércoles.
Ningún análisis apunta a que el caso de Credit Suisse sea replicable a otras entidades financieras, al igual que tampoco lo era el del Silicon Valley Bank. Sin embargo, la preocupación crece —la Bolsa española ha caído más este miércoles que el lunes— al tratarse de una entidad mucho más grande, en torno a dos veces el SVB, y con presencia en más negocios y países. Hablamos esta vez de una multinacional financiera y no de un banco muy ligado a un negocio concreto y estadounidense.
Incluso en España, al contrario que el Silicon Valley Bank, Credit Suisse tiene presencia. Cuenta con dos filiales, registradas ante el Banco de España y la Comisión Nacional del Mercado de Valores, mientras que el SVB no tenía ninguna relación con nuestro país. El negocio español de la entidad suiza se limita prácticamente a la gestión de activos de sus clientes y no a la banca más comercial. Según las estadísticas de Inverco, la patronal de la inversión en España, a cierre del pasado año gestionaba en torno a 2.000 millones de euros de inversores españoles, entre fondos de inversión y sicavs. Si bien, no figura entre las principales gestoras del país.
Indicadores de riesgo disparados y apuestas de especuladores
La situación de Credit Suisse dista mucho de ser tranquila. Cuando un banco entra en problemas, los ojos de los analistas se dirigen a un indicador financiero que son los CDS. A grandes rasgos, se trata de cuánto cuesta en el mercado asegurar la deuda de esta entidad ante un posible impago. Cuanto más elevado es ese indicador, más cerca del colapso ven los inversores a ese grupo. El de Credit Suisse se encuentra disparado y está alcanzando niveles que no se veían desde 2008.
Y a río revuelto, ganancia de especuladores. En crisis de este tipo también hay beneficiados y son los inversores que apuestan a que un valor caiga. Son los conocidos como inversores a corto o bajistas. Esta situación siempre es complicada de medir pero Bloomberg apuntó que este miércoles, solo en las primeras horas de cotización y con el banco desplomado en Bolsa, estos inversores habrían ganado 140 millones de dólares apostando a la baja de la cotización. Esta cifra es solo una estimación y sería mucho mayor si se amplia el foco a todos los bancos que tienen esta clase de inversores en sus accionariados.
La situación llevó al banco a solicitar respaldo a las autoridades suizas para frenar su debacle bursátil. “En caso de ser necesario, el BNS dará liquidez a Credit Suisse”, respondieron el Banco Nacional Suizo y el supervisor de los mercados en el país helvético, la Finma. “Los estrictos requisitos de capital y liquidez exigibles a las entidades financieras suizas aseguran su estabilidad. Credit Suisse cumple los requerimientos de capital y liquidez impuestos en los bancos de importancia sistémica”, han añadido, no obstante. Este jueves Credit Suisse ha anunciado que pedirá hasta 50.700 millones de euros para mejorar su liquidez.
En el sector bancario español no se ha hecho ninguna valoración pública sobre la crisis de Credit Suisse. Tampoco por parte de los supervisores. Financial Times informó, aludiendo a fuentes del BCE, que el organismo va a solicitar a los bancos de la zona euro que informen de sus exposiciones a la entidad suiza. Según el rotativo británico, el organismo que preside Christine Lagarde ha optado por no hacer este miércoles una declaración para no incrementar la preocupación en los mercados. En EEUU, el Tesoro está pidiendo esta misma información a los bancos del país.
Todos los ojos se dirigen a la declaración que hará Lagarde este jueves, cuando el BCE tiene prevista su reunión y el anuncio de una nueva subida de tipos de interés. “A la espera de cualquier comunicado oficial de la entidad suiza, en la eurozona se espera que las palabras de la presidenta del BCE ayuden a mitigar el castigo sobre los bancos europeos”, asegura Darío García, analista de XTB.
“Es una verdadera tormenta, sí, pero los bancos españoles y europeos están bien anclados, esperemos y no lo creo, que no se suelte el anclaje. Otra cosa, interesante, es ver qué hace Christine Lagarde este jueves”, asegura en la misma línea Juan Abellán, director del Máster de Mercados Financieros y Gestión de Activos del IEB.
Una crisis que viene de lejos: errores y ceses en la cúpula
La caída del SVB ha creado el caldo de cultivo para precipitar una mayor presión sobre Credit Suisse. Pero sus problemas no vienen de estos días, ni siquiera se han generado este año. Prácticamente desde 2019, el banco suizo ha vivido bajo una cascada continua de decisiones y errores que han lastrado su reputación. Estos se han agravado especialmente en los dos últimos años, mostrando ciertos fallos en los sistemas de control del banco y la salida de miles de clientes, lo que les han expuesto a pérdidas que no tenían desde la pasada crisis de 2008.
Hace dos años, en EEUU colapsó una gestora de fondos, Archegos Capital, y consigo arrastró a Credit Suisse, que tuvo que reconocer pérdidas de 4.000 millones de euros y despidió a dos de los responsables de riesgos del banco. Lo que podría ser un fallo que afectó a más entidades, se hizo más patente en el caso del banco suizo porque apenas unas semanas antes había caído otro fondo, en este caso el australiano Greensill, que también provocó pérdidas para sus clientes.
A casos como este se han sucedido problemas en la cúpula. El pasado año tuvo que dimitir su presidente, Antonio Horta-Osorio, después de que se constatara que el ejecutivo se había saltado la cuarentena de coronavirus en más de una ocasión para acudir, por ejemplo, a ver partidos de tenis en Wimbledon (Londres). Apenas llevaba un año en el cargo tras haber sustituido a Urs Rohner, quien llevaba más de 10 años en la presidencia y había sido señalado por la falta de control en los riesgos de la entidad.
Su sucesor y actual presidente, Alex Lehman, fue recientemente investigado por el regulador financiero de Suiza, la Finma, a raíz de afirmaciones lanzadas sobre la situación financiera del banco que se pensó que podrían haber inducido a error a potenciales inversores. Esta investigación finalmente terminó sin reprimenda, según informó hace unos días la Finma.
No ha tenido mayor estabilidad el cargo de consejero delegado. Ulrich Köerner es el ejecutivo que está afrontando esta crisis, pero lleva apenas unos meses en el puesto. Sustituyó a Thomas Gottsein, que renunció en verano por las pérdidas del grupo. A su vez, Gottsein llevaba únicamente desde 2020 como primer ejecutivo. Su predecesor Tidjane Thiam tuvo que dimitir por un escándalo de supuestas vigilancias a altos cargos del banco.
“Una debilidad material” en sus controles y el aviso del máximo accionista
Esta misma semana, en pleno terremoto por el SVB, el banco ha hecho público su informe anual de 2022. Llegaba con retraso respecto a la fecha inicial de presentación, puesto que la SEC, la CNMV estadounidense, había advertido a la entidad para que expresara mejor sus sistemas de control. La presentación se saldó con el reconocimiento de “una debilidad material” en el control de su información financiera. Esto ya supuso un castigo bursátil para el banco este martes en un contexto en el que los bancos europeos aumentaron significativamente su valor.
Fue solo el principio del desplome confirmado este miércoles. La puntilla se la ha dado al Credit Suisse su primer accionista, el Banco Nacional Saudí, una entidad participada por el fondo soberano del reino árabe. Controla en torno al 10% de su capital y en una entrevista en Bloomberg aseguró este miércoles que no va a ampliar su inyección de dinero en el banco. El inversor saudí, que entró a finales del pasado año, ha visto cómo se perdía en estos meses la mayor parte de su inversión. Esta negativa a dar mayor respaldo financiero a la entidad, en caso de hacer una ampliación de capital, es la que ha llevado a levantar todas las alarmas sobre la capacidad del banco para captar capital para poder mejorar su situación.
Los directivos del banco han tratado de calmar a los mercados en las últimas jornadas. El presidente ha asegurado en distintas entrevistas que no va a solicitar ayuda pública ya que el banco “ya ha tomado su medicina”. El consejero delegado, por su parte, defendió, que “nadie está satisfecho con la evolución del precio de las acciones, pero gestionamos lo que podemos gestionar, y esta es la ejecución de nuestro plan”.
“Dijimos que es una transformación de tres años, y no puedes venir después de dos meses, '¿Por qué no está todo hecho?'”, argumentó Ulrich Köerner. Esta urgencia en los mercados es la que llevó al banco a pedir ayuda a los supervisores suizos para que respaldaran la situación de la entidad. Durante horas se especuló, según Bloomberg, con la posibilidad incluso de separar la unidad suiza del banco o poner en marcha una alianza con su competidor nacional, UBS. Finalmente, a última hora de la noche las autoridades han apostado por garantizar públicamente la situación del capital del banco y avanzar que “si es necesario” se le proveerá de liquidez.
El miedo al contagio es evidente. A última hora de la jornada bursátil de este miércoles, la entidad francesa BNP anunciaba que empezaba movimientos para recortar su exposición de contrapartida con Credit Suisse, es decir, para reducir la exposición de los productos financieros (derivados, operaciones con pacto de recompra y reventa, operaciones de préstamo de valores o de materias primas, etc) que tiene con el banco suizo.
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