Con los tipos de interés por los suelos, el ingenio de las entidades financieras para buscar rentabilidad está funcionando a toda máquina. Ante la imposibilidad de ofrecer unos tipos de interés atractivos en los tradicionales depósitos, la oferta se está sofisticando y ahora pasa por empaquetar y combinar diferentes productos de inversión cuya complejidad no siempre es entendible para los inversores minoristas.
Por ello, la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) está vigilando de cerca la actividad financiera para evitar fallos en la comercialización. “La búsqueda de rentabilidad a través del riesgo es algo lícito, pero nosotros debemos asegurarnos de que se haga con la suficiente transparencia”, ha asegurado Elvira Rodríguez, presidenta de la CNMV, en la presentación del Plan de Actividades de la entidad para 2015.
Aunque Rodríguez evitó identificar casos concretos, sí reconoció que la situación de bajos tipos de interés está estimulando la comercialización de productos complejos. También recordó que la ley no otorga a la CNMV potestad para frenar la puesta en circulación de ningún producto si este cumple con todos los requisitos legales. Lo más que pueden hacer es velar para que la comercialización de los mismos se realice conforme a lo que exige la normativa MiFid y la información de los riesgos se transmita con toda la transparencia y la claridad que necesitan los clientes minoristas.
El reto no es fácil porque la oferta actual en las entidades financieras españolas es amplia y compleja. Tanto bancos como aseguradoras han comenzado 2015 con una guerra comercial por captar el dinero que en los últimos años estaba guarecido en la seguridad de los depósitos. Ahora, muchos de los depósitos con altos tipos de interés que se comercializaban a principios de la crisis están caducando y los ahorradores deben decidir nuevos destinos. Lo más habitual es que les ofrezcan depósitos estructurados, cuya rentabilidad está ligada a la evolución de algún índice bursátil, a un grupo de índices o incluso a la cotización en bolsa de un grupo de empresas concretas.
También son habituales los bonos convertibles en acciones (cocos, en el argot financiero), en los que no siempre está claro el valor de la conversión al final del periodo de vida del producto. No obstante, este tipo de producto suele estar destinado a inversores más institucionales que a minoristas.
El inicio de año también ha coincidido con la vía libre para la comercialización de los denominados Planes de Ahorro 5, un producto ideado por el ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, en la reforma que presentó el pasado año con el teórico objetivo de incentivar el ahorro a medio plazo. Los intereses de estos planes están exentos de impuestos siempre que se mantenga la inversión durante cinco años y la entidad que los comercializa debe asegurar, al menos, el 85% del capital invertido.
El problema es que, con esas premisas, ofrecer rentabilidad es casi imposible. Por eso, la puesta en práctica de su comercialización está revestida de complicadas estructuras que combinan el incentivo fiscal con seguros de vida, diversos tramos de rentabilidad, etc.
“En esa supervisión temprana comprobamos que la rentabilidad y el riesgo que se pone a los productos sea coherente”, explicó Elvira Rodríguez. En ese activismo preventivo que enarbola la presidenta de la CNMV se enmarcan advertencias nada habituales en anteriores etapas de la CNMV como la que se hizo el pasado otoño sobre los Contratos Financieros por Diferencias, más conocidos como CFDs, en la que se alertaba de que, a pesar de ser un producto legal, el 75% de los inversores perdían dinero con él.
Pero con la legislación actual en la mano, el supervisor no puede pasar de la alerta. Rodríguez espera que a lo largo de este año cambie la situación y por fin la CNMV pueda tener herramientas de supervisión más potentes. Entre ellas está el famoso Mystery Shooping (clientes ocultos que investigarán cómo se comercializan los productos en las oficinas de banca), que permitirá detectar irregularidades de transparencia antes de que haya afectados.
Defensa de su antecesor en la OPV de Bankia
Defensa de su antecesor en la OPV de BankiaPor otro lado, Rodríguez defendió la labor de la CNMV en la supervisión de la salida a bolsa de Bankia, en la que “el organismo hizo lo que tenía que hacer”. Es decir, supervisar las cuentas que la entidad había depositado. Además, recordó que su antecesor en el cargo, Julio Segura, exigió a Bankia la ampliación del tramo de inversores institucionales para fijar un precio más justo. Esa decisión implicó “rebajar sensiblemente el precio de salida de las acciones”.
Rodríguez también adelantó que en las próximas semanas dará a conocer el nuevo Código de Buen Gobierno que, entre otras cosas, regulará el contenido de las páginas web de las empresas cotizadas y reforzará la política de cumplir las recomendaciones o explicar por qué no se siguen. “Vamos a exigir que cuando alguna de nuestra recomendaciones no se cumpla la explicación que den las empresas esté fundamentada y justificada”, dijo.