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Leer el periódico puede cambiarte la vida. Esto parece tener asumido Lukas Bosch, joven empresario y co-fundador de la start-up berlinesa Holycrab!. Porque fue hace ya casi año y medio cuando Bosch abrió la edición del 6 de mayo de 2018 del diario Der Tagesspiegel para leer un artículo sobre la invasión de cangrejos de río americanos en zonas acuáticas del Tiergarten, el gran parque del centro de Berlín.
La primera frase del texto de su periódico de referencia contenía la idea que ahora su empresa está explotando con éxito. “Bocadillo de cangrejo de río americano del Tiergarten: Esto o algo así es cómo pronto podrían servirse crustáceos en los lagos de Berlín”, se leía en el periódico berlinés. Al leer eso, a Bosch se le encendió la bombilla.
Tras reconocer que esos cangrejos resultaban ser invasores en espacios que antes ocupaban cangrejos autóctonos, las autoridades de Medioambiente de Berlín abrieron la veda. Permitieron la pesca de los animales. En esa decisión de las autoridades berlinesas vieron negocio Bosch, Juliane Bublitz y Andreas Michelus, los emprendedores que están detrás de Holycrab!. Esta firma que sólo tiene en nómina a estos tres jóvenes se ha especializado en realizar menús para eventos a base de los crustáceos invasores.
Bosch y Bublitz, dos jóvenes investigadores dedicados a la asesoría para empresas en el campo de la innovación y el estudio de tendencias, son los ideólogos de la empresa. El chef Andreas Michelus, que ha cocinado en prestigiosos establecimientos de Berlín, como el Hotel de Rome, se encarga de elaborar las recetas.
Los tres lanzaron Holycrab! aprovechando la invasión de cangrejos americanos. Lo hicieron con capital propio. “Somos independientes”, reconoce Bosch a eldiario.es. Pese a que su proyecto no suma ni los dos años de vida, ya ha sido galardonado en la última edición del Gastrogründer, un premio destinado a los fundadores de nuevos proyectos gastronómicos. También el Gobierno alemán ha reconocido la relevancia cultural y creativa de la iniciativa.
En la prensa local, Bosch y compañía se han mostrado orgullosos en vista de que el mismísimo ministro de Economía de Alemania, el voluminoso y conservador Peter Altmaier, ha dicho haberse deleitado con las recetas de Holycrab!. “Estamos muy contentos de que le haya gustado”, decía Bosch aludiendo a Altmaier el pasado mes de abril al también periódico berlinés Berliner Morgenpost.
Independientemente de lo que dictan los paladares de los políticos, el concepto de Bosch y compañía ha seguido expandiéndose. Los cangrejos de río americanos se han multiplicado en el Tiergarten y en zonas acuáticas de otros parques berlineses como el Britzer Garten, al sur de la capital. “No tienen depredador que se los coma, pero en Luisiana son un producto delicatessen para los humanos”, dice Bosch, aludiendo a cómo su empresa quiere convertir 'plagas' en manjares.
Por deliciosas que sean las recetas de Michelus, Bosch y su equipo han sabido ver más allá de la campaña de de cangrejos, una temporada que acaba de terminar. “La campaña dura entre abril y septiembre. Ahora el agua está demasiado fría y, bueno, los cangrejos están en una especie de hibernación”, explica Bosch. Ahora en Holycrab! tienen puestos los ojos en animales que estén en una situación idéntica o similar a la de esos cangrejos. Y si tienen que salir de Berlín para encontrarlos, están dispuestos a hacerlo.
En este sentido, Bosch habla de especies como los gansos del Nilo que tanto abundan en Fráncfort. “Llegaron hará unos 100 años a Centroeuropa. Fueron importados y luego se han instalado. Son animales exóticos que no hay por qué exportar para consumo humano porque están ahí. Y estamos hablando de carne de mucha calidad”, plantea el co-fundador de Holycrab!. En la empresa defienden el valor “regulador” de poner a disposición del consumo humano este tipo de animales. Son animales invasores que tienden a reproducirse en masa, como si se trataran de una plaga capaz de alterar nichos ecológicos que antes ocupaban especies locales.
“Frecuentemente, hay intentos de matar a este tipo de especies utilizando otros animales. En el caso de los crustáceos, por ejemplo, se introducen anguilas en las regiones afectadas, pero nadie puede garantizar que los crustáceos no volverán a ser una plaga otra vez”, según explican en Holycrab!.
“Hay ecosistemas en los que hay animales que no tienen depredador, y entonces ocurre que hay superpoblaciones de esos animales. Nosotros entendemos que en la industrialización de la comida se ha definido lo que podemos comer y lo que no. Pero nuestra misión es, de alguna manera, hacer que el hombre vuelva a jugar su papel de depredador en algunos casos”, explica Bosch.
Por eso, precisamente, lo que fue una iniciativa que tenía cangrejos rojos americanos como materia prima, fuera de la temporada de crustáceos, se orienta también a poder ofrecer otros platos a base de animales en situación de superpoblación que no tienen por qué ser invasores. Mientras los cangrejos invasores “hibernan”, Bosch y compañía están en contacto con cazadores y pescadores para organizar ofertas gastronómicas en eventos a base, por ejemplo, de nutrias.
La popularidad del veganismo en Berlín, ciudad en la que se estima viven unos 80.000 veganos, no preocupa a Bosch y compañía. “Toda tendencia que se da en la sociedad tiene su tendencia opuesta. Por ejemplo, todo el mundo hablar ahora de digitalización, pero también existe la gente que plantea desintoxicaciones digitales, o gente que vuelve a escribir diarios o en cuadernos”, sostiene Bosch.
Holycrab!, según sus creadores, se dirige a un público que está dispuesto a comer proteínas animales, pero queriendo, de algún modo, ayudar a los ecosistemas de su región, pues, según Bosch y compañía, se es participe así de la lucha contra especies invasoras o que están en condiciones de superpoblación. “Con nuestros productos, cuanto más comes, mejor es para el ecosistema”, plantea Bosch.
A sus proyectos gastronómicos, él ve, sin embargo una barrera: la idiosincrasia alemana. Los productos de Holycrab! ofrecen, mayormente, alimentos de alta gama. Los precios, por tanto, pueden resultar caros. “En Alemania los consumidores no están tan dispuestos a pagar un dinero extra por la comida cuando ésta lleva un extra de calidad. La situación en España, por ejemplo, es la contraria. La gente puede tener tendencia allí a pagar más por comer mejor”, concluye Bosch.
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