El gasto presencial con tarjetas españolas fue en abril un 10% superior al de 2019, esto es: al mismo mes de la antigua normalidad. El comercio electrónico ha sorteado mucho mejor la pandemia, pero el físico no solo se hundió durante el confinamiento sino que le costó arrancar el año debido a las restricciones y el temporal.
En marzo y abril, por fin, la situación se revirtió. Los datos en tiempo real de BBVA muestran que el consumo offline está ya en niveles anteriores a la crisis sanitaria, pese a que el gasto con tarjetas extranjeras siga hundido, como el turismo.
“El crecimiento del gasto con tarjetas españolas compensó el ajuste de las compras con tarjetas extranjeras”, dice el banco en su último informe, correspondiente al mes de abril. “La reapertura de los establecimientos comerciales, facilitada por el levantamiento de las restricciones sanitarias, y el mayor uso de la tarjeta han impulsado la recuperación del gasto”. Eso sí, el consumo no presencial sigue como un cohete y es hoy hasta un 40% superior al de hace dos años.
Los sectores más beneficiados por el auge del comercio digital son la alimentación, los libros, el hogar y la salud. También, en menor medida, la tecnología y los deportes. Salvo las compras para el hogar —que experimentan un auténtico boom del que varias empresas españolas se están beneficiando— en todos ha caído ligeramente el gasto desde febrero, síntoma de se recuperan las compras físicas. El gasto presencial aumenta en estos mismos sectores con respecto a 2019, además de en la hostelería, y disminuye en todos aquellos que implican moverse: viajes, alojamiento y transporte, que esperan un repunte del cliente nacional para este verano.
Las reservas hoteleras están prácticamente a niveles de 2019, según el motor Mirai, con el mercado nacional encabezando la demanda (reservando hasta un 40% más que en el año anterior a la pandemia).
La moda merece una mención aparte porque no levanta cabeza. El gasto presencial sigue a medio gas, al 75% respecto a 2019. El gasto a través de internet es hoy similar al de entonces, según datos de BBVA. La consultora Kantar señaló el pasado mes de febrero que el negocio online no lograba compensar la caída del físico porque entre el teletrabajo y la falta de vida social la gente no necesita comprar tantas prendas como antes. Las ventas totales de Inditex, por ejemplo, cayeron un 28% en el primer trimestre del año, pese a que la compañía esté volcándose en el canal digital y haya logrado dispararlo un 77%.
La crisis y transformación del sector textil nos dejará otro fenómeno: el del cierre de tiendas. Inditex cerrará 300 tiendas en nuestro país antes de 2022 y H&M está inmersa en un ERE que implica la desaparición de 30 establecimientos. Los datos de Google nos muestran que aún no hemos recuperado la movilidad hacia las tiendas, que sigue al 70% respecto a 2019.
Por provincias también hay diferencias. El gasto presencial creció en 31 provincias, con los mayores incrementos respecto a 2019 en las provincias gallegas, Jaén y Toledo. En Bizkaia, Baleares, Teruel, Segovia y Zamora el gasto no alcanzó niveles anteriores a la crisis.
¿Cuándo nos gastaremos todo lo que hemos ahorrado?
Los hogares españoles ahorraron en 2020 un 14,8% de su renta disponible, la cifra más alta de toda la serie (que empieza en 1999), debido a las restricciones y la caída del consumo. El fenómeno ha sido similar en toda Europa.
La pregunta es qué efecto tendrá este ahorro en la reactivación ahora que se ha terminado el estado de alarma, la vacunación avanza a buen ritmo (el objetivo del Gobierno es tener al 70% de población vacunada a finales del mes de agosto) y la campaña estival está a la vuelta de la esquina.
En sus previsiones económicas hasta 2023, el Banco de España dedicó un apartado a esta cuestión. A medida que se relajaran las restricciones, se podría liberar esa “bolsa de ahorro privado” acumulada. Sin embargo, el organismo apuntaba tres posibles factores por los que su impacto podría ser limitado.
Uno, que parte del consumo no satisfecho no es aplazable. Esto es: los españoles han dejado de coger el transporte o de salir a cenar, no de comprar muebles o tecnología. Cuando la normalidad vuelva del todo, no van a gastar en cenas todo lo que han dejado de gastar durante la pandemia. Simplemente, volverán a salir.
Dos, que la bolsa de ahorro se concentra principalmente en las rentas más altas, cuya propensión marginal a consumir es menor (esto es: no aumentan su consumo aunque aumenten su renta). Las rentas bajas tienden a consumir más si aumentan su renta, pero precisamente estas son las que menos han podido ahorrar durante el COVID.
Y tres, que la incertidumbre ante el futuro —antes las subidas de impuestos o la posibilidad de que haya una nueva crisis económica— invita a pensar que los hogares guardarán buena parte de ese ahorro. Es decir: en los próximos meses veremos cómo el consumo sigue recuperándose, pero la magnitud de esta recuperación podría no ser extraordinaria.