Esta semana el Congreso de los Diputados ha sido escenario de un acontecimiento poco habitual: PP y Unidos Podemos votando en el mismo sentido y con argumentos similares. Ambos partidos rechazaron la proposición de ley “contra la precariedad laboral” de Ciudadanos, que contenía una de las medidas económicas estrella de la formación de Albert Rivera: el “contrato único”. La Cámara Baja pasaba revista a su iniciativa para implantar este modelo laboral que impulsaron en 2009 el “Grupo de los 100”, un grupo de economistas en el que se encontraba Luis Garicano, responsable de Economía y Empleo de Ciudadanos. La iniciativa encontró un 'no' rotundo de todos los partidos, excepto UPN y PDeCAT (que se abstuvo), y también ha conseguido poner de acuerdo en su rechazo a los sindicatos y la patronal.
¿En qué consiste el “contrato único”? Aunque hay varias posibles aplicaciones de este modelo laboral –y de hecho Ciudadanos lo ha ido reformulando en los últimos años–, se presenta como una fórmula de contratación para combatir la alta temporalidad en el mercado laboral español, muy arraigada y que en la actualidad nos coloca como los líderes de temporalidad a nivel europeo, con una tasa del 26,8%.
“El contrato único pretende eliminar esta disfuncionalidad, estableciendo que por norma, todos los contratos sean indefinidos”, sostiene Sara de la Rica, catedrática de Economía en la Universidad del País Vasco. La investigadora colabora con la Fundación de Estudios de Economía Aplicada (Fedea), centro de estudios que impulsa este modelo laboral. También ha encontrado respaldo desde Politikon: el grupo de académicos que ha explicado las diferentes modalidades de contrato único en el libro 'El muro invisible' y algunos artículos.
En el terreno político, solo Ciudadanos defiende este modelo laboral. Aunque en el pasado Rivera logró colar un sucedáneo del contrato único en su acuerdo para investir a Pedro Sánchez y lo intentó con el PP, esta semana se ha materializado su falta de apoyos entre la gran mayoría de fuerzas políticas.
En qué consiste el “contrato único”
Este modelo suele mantener algunos tipos muy concretos de contratos temporales, como son los de formación y de sustitución (interinidad), pero el resto desaparecerían. Solo habría un único “contrato estable”, según defendió Albert Rivera en el Parlamento. Este nuevo contrato acabaría con lo que sus defensores consideran que es uno de los principales escollos para la estabilidad del empleo: las diferencias de protección entre los trabajadores temporales y los indefinidos a través de las indemnizaciones.
A un trabajador eventual le corresponden 12 días por año trabajado (o la cantidad proporcional si ha estado empleado menos tiempo) al término de su contrato mientras que el despido procedente de un indefinido supone una indemnización de 20 días por año trabajado. En opinión de los defensores del contrato único, esta brecha desincentiva la contratación indefinida y está detrás de gran parte del fraude de los contratos temporales (se emplea a personal temporal en puestos que en realidad no son eventuales). Con esta nueva fórmula, al existir solo un “contrato estable” las indemnizaciones serían iguales para todos los trabajadores.
“Creo que no deben existir diferencias en el coste de despido según el tipo de contrato”, defiende Sara de la Rica. “La normalidad en la contratación debiera ser, que tras un periodo corto de práctica, se pasara a un contrato indefinido”. De la Rica explica que la desprotección de los trabajadores temporales afecta sobre todo a “nuestros jóvenes, muchas mujeres y casi todos los inmigrantes”.
Respecto a las indemnizaciones del contrato único, hay diferentes aplicaciones: pueden ser crecientes, es decir, que se vayan incrementando según los años trabajados en la empresa; o estables, como la última propuesta de Ciudadanos, que la fijaba en 20 días por año trabajado para los despidos procedentes y 33 para los improcedentes.
Críticas a una receta “simplista”
Una de las objeciones más repetidas por los partidos políticos, académicos, sindicatos y patronal señala que la propuesta del contrato único es “simplista”, una teoría que no se adapta a la realidad del trabajo: hay necesidades temporales –más allá de la formación y de una sustitución– que requieren trabajadores por un tiempo delimitado, no un empleado fijo, como los empleos de temporada o los proyectos muy concretos dentro de una empresa, por ejemplo.
“(El contrato temporal) tiene que existir por la necesidad de nuestro mercado de trabajo, pero seguirá siendo causal”, defendía la diputada del PP Carolina España esta semana en el Congreso. En el mismo sentido se expresan en la CEOE. “Defendemos seguir el modelo de toda la UE, de casi todos países del mundo, en los que hay contratos indefinidos y temporales. Si tienes una necesidad temporal, no puede ser que no exista esa modalidad de contrato”, afirma Jordi García Viña, director de Relaciones Laborales de la patronal.
Los sindicatos UGT y Comisiones Obreras consideran que la aplicación del contrato único “encubriría” la temporalidad, pero esta no desaparecería. “Los contratos temporales van a seguir existiendo porque la dinámica de la industria, de la producción, responde a veces a picos donde la demanda es mayor y menor”, recuerda Gonzalo Pino, secretario de Política Sindical de UGT.
Facilita el despido procedente
Para Lola Santillana, el contrato único lo que permite es, principalmente, flexibilizar el despido procedente. “Pone en manos del empresario la facilidad de contratar y despedir lo que quiera, con menores indemnizaciones. Por decir que un contrato es indefinido no disminuye la temporalidad si puedes despedir al trabajador cuando quieras”, argumenta la secretaria de Empleo de CCOO.
Los partidos políticos denunciaron sobre todo este aspecto en el Congreso dado el nuevo “despido por amortización del puesto de trabajo” de la propuesta de Ciudadanos. Yolanda Díaz, diputada de En Marea y portavoz del grupo confederal de Unidos Podemos en la Comisión de Empleo del Congreso, critica que los de Rivera “abandonan el contrato de modelo único para posicionarse en el despido único”. Díaz considera que Ciudadanos “distrae” al destacar que aumenta la protección de los temporales de 12 a 20 días por año trabajado, cuando en realidad está allanando el terreno para que el despido procedente sea muy sencillo de aplicar a todos los trabajadores.
Sara de la Rica reconoce que la figura de la amortización es “ambigua” y que, “en efecto, justifica prácticamente todo tipo de despido”. Aun así, la catedrática defiende la fórmula: “Debemos pensar en una contratación indefinida pero que permita flexibilidad en la contratación y sobre todo en el despido”. En su opinión, “el contrato indefinido está muy protegido” frente a la vulnerabilidad de los temporales. “No me parece mal que exista mayor rotación en el empleo para los trabajadores con contrato indefinido y menor rotación para los que hoy tienen un contrato temporal”.
Recetas alternativas contra la temporalidad
Como hizo Albert Rivera en el Parlamento, los partidarios del contrato único suelen defender su solución por la ineficacia del resto de medidas aplicadas hasta el momento, dada la pervivencia de tasas de temporalidad muy elevadas en las últimas décadas. El economista Alberto del Pozo, en cambio, subraya que aún hay muchas políticas que no se han puesto en práctica.
Una de ellas, explica el especialista de Economistas Frente a la Crisis, consistiría en aumentar las sanciones por cometer fraude en la contratación: “Las cuantías son pocas y solo se imponen sanciones cuando se detecta un fraude, no por el volumen de fraude”. Es decir, el empresario paga lo mismo si tiene un trabajador temporal fraudulento que 20. Aumentar estas sanciones según el volumen de la infracción podría ser una medida disuasoria, explica. También, añade Del Pozo, se podría motivar la denuncia de trabajadores mediante indemnizaciones más elevadas si se detecta fraude en la contratación: “Una cantidad fija para que el trabajador tenga incentivos para denunciar esa situación”.
Toni Ferrer, secretario de Empleo de la ejecutiva federal del PSOE, también defiende “revisar la legislación laboral” para, por ejemplo, eliminar el contrato indefinido para emprendedores, reforzar más las causas de la contratación temporal y elevar la cotización para desincentivar la firma no justificada de contratos temporales. “Nosotros también estábamos pensando en converger en 20 días por año trabajo de indemnización”, añade. Ampliar los efectivos de la Inspección de Trabajo es otra de las medidas más repetidas, para llegar a los niveles de otros países europeos.
La falta de aplicación del contrato único en otros países es otro de los 'peros' a aplicar este modelo. “Lo que sí se observa de los países con un mercado laboral más parecido a España es que no existe la figura del contrato único y no hay las tasas de temporalidad que tenemos aquí, así que eso nos lleva a pensar que hay otras fórmulas que son eficaces”, justifica Alberto del Pozo. Sara de la Rica reconoce que “un contrato único con indemnizaciones crecientes es cierto que no existe, pero el espíritu del contrato único sí que existe, ya que se basa en utilizar la temporalidad para lo que realmente debe ser, y que la norma sea contratar indefinido”.