El Corte Inglés ha iniciado estos días los fastos de celebración de su 75º aniversario en un ambiente de cierta catarsis. Tras la muerte, en septiembre de 2014, de Isidoro Álvarez, el grupo busca fórmulas para sobreponerse al desplome de la rentabilidad que ha sufrido tras siete años de crisis, con una estrategia dominada por un exigente plan de negocio para los próximos ejercicios derivado de la entrada en su capital, el pasado verano, del exprimer ministro de Qatar Sheikh Hamad Bin Jassim Bin Jaber Al Thani.
El último capítulo en el cambio de estrategia de la compañía que pilota Dimas Gimeno, sobrino de Álvarez (40 años), en su intento por rejuvenecer y volver a marcar la pauta del sector de la distribución en España, es la operación de venta de 200 activos inmobiliarios que ha puesto en marcha con la intención de reducir su deuda en unos 1.000 millones de euros.
El plan, adelantado este martes por el diario Expansión, pasa por deshacerse de “activos no estratégicos”, entre los que no figuran tiendas, sino locales, oficinas y terrenos repartidos por la geografía española “que se han ido acumulando en estas décadas”, señaló este martes Diego Copado, director de Comunicación del grupo.
Copado precisó que los inmuebles que se venderán serán “un porcentaje mínimo” de la cartera inmobiliaria de la empresa, que recientemente valoraba su patrimonio inmobiliario en 16.323 millones de euros. “Son activos no estratégicos, no vamos a vender ni Sanchinarro [centro comercial en la zona norte de Madrid inaugurado en 2003] ni Valdemoro [su centro logístico], queremos desinvertir en pequeños locales”, recalcó este martes Copado en declaraciones recogidas por Europa Press.
Este plan de racionalización de inmuebles, que el grupo quiere tener culminado para agosto, llega una semana después de que la compañía, uno de los mayores empleadores privados de España, anunciara el primer plan de prejubilaciones a gran escala de su historia, dirigido a 1.200 empleados con más de 58 años que cumplan determinadas condiciones y pactado con todos los sindicatos con representación en la empresa, del que se recalca que no tendrá ningún coste para las arcas públicas.
Se trata de un hito para una compañía que en los últimos años ha llevado a cabo reducciones de personal a través de distintas vías (aunque sin presentar un ERE), como el endurecimiento de las condiciones laborales llevado a cabo en 2009 y 2013, que propició un importante número de bajas voluntarias esos dos años.
Centros deficitarios
El ejercicio de 2015, que acaba de cerrar (concluyó el pasado lunes) mostrará, según Copado, “cifras satisfactorias” en ventas y beneficio para el grupo, que celebra este aniversario como primer gran almacén europeo por volumen de ventas, pero con un beneficio, cerca de 120 millones de euros en 2014, en mínimos desde finales de los años 80. Ante sí tiene el enorme reto de hacer rentables decenas de centros deficitarios inaugurados durante los años de expansión de Isidoro Álvarez.
“Si se exceptúa Madrid y Barcelona, prácticamente en cada capital de provincia que tiene dos centros de El Corte Inglés, uno de ellos sobra”, señalan fuentes internas, que recuerdan la obsesión de Álvarez por llevar la enseña a cada una de las provincias españolas (no lo consiguió por poco), al calor del boom inmobiliario.
Aunque la compañía no ofrece ningún dato al respecto, entre esos centros problemáticos estarían el de El Bercial (Getafe), inaugurado en 2006, el Espacio Buenavista de Oviedo (inaugurado en 2008 con diseño a cargo de Santiago Calatrava), Puerto Venecia (Zaragoza), abierto en 2007, o Ronda de Córdoba, en funcionamiento desde 2012. La política de la empresa, con todo, pasa por mantener esos centros. Los cierres sólo son una opción en casos muy puntuales.
El grupo se ha posicionado como un referente del comercio electrónico en España con iniciativas pioneras, como su servicio de entrega en dos horas en algunas ciudades, y dice que la venta por Internet está creciendo “de manera importante” (por encima del 10%), aunque la red no es su modelo.
Su otra (y eterna) asignatura pendiente es la expansión internacional, sobre la que siguen sin llegar noticias. “A corto plazo no figura en los planes, y por ahora no está contemplado. Se está trabajando en ello, aunque aún no se ha encontrado el país idóneo”, indicó el portavoz de la compañía, que negó que la inestabilidad política en España pueda jugar en contra de las perspectivas del grupo, pese a que así lo reconoció la compañía en un documento remitido a los inversores en diciembre. “No tenemos una preocupación especial, porque confiamos en nuestro sistema político y en los partidos políticos. Estamos seguros que se tomarán las decisiones correctas”, dijo Copado.
Mientras busca fórmulas para lograr liquidez y reducir su dependencia de la banca, como el reciente dividendo de 140 millones de euros recibido de su filial en Portugal, la empresa se ha comprometido a lograr un crecimiento medio del beneficio operativo del 12% anual en los tres próximos ejercicios, que, de incumplirse, y en función de una serie de requisitos, puede entregar al jeque catarí (que inicialmente ha tomado el 10% de la compañía mediante un préstamo convertible en acciones de 1.000 millones) hasta el 15,25% del capital sin que tenga que aportar más fondos. El plan de negocio fue presentado a Hamad Bin Jassim por El Corte Inglés para convencerle de las bondades de la operación, así que del grupo depende ahora que su nuevo accionista no incremente su peso.
Todo ello, con una situación muy complicada en el consejo de administración, donde fuentes internas sitúan a Dimas Gimeno, máximo responsable del día a día en las tiendas, atrapado entre varios fuegos, con la figura del expresidente de Endesa y exdiputado del PP Manuel Pizarro cada vez más desdibujada (fue fichado por Isidoro Álvarez dos meses antes del fallecimiento del entonces presidente).
Por un lado está la vieja guardia representada por Florencio Lasaga, de 82 años, eterno número dos de Álvarez, al frente de la Fundación Ramón Areces (la entidad que tiene el mayor paquete de acciones del grupo, un 37,3%) y cercano a las dos hijas del fallecido expresidente, Marta y Cristina Álvarez, que a su vez controlan junto con Gimeno el 22,18% de El Corte Inglés a través de IASA. Por otro lado están los antiguos directivos Juan Hermoso (considerado uno de los valedores de Gimeno) y Carlos Martínez Echevarría; y por otro, Paloma García Peña, representante de Cartera Mancor (accionista minoritario), que amagó con rechazar el aterrizaje del jeque catarí.