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Más del 70% de la acumulación de riqueza en España desde 1950 está vinculada al ladrillo

Composición de la riqueza en España entre 1900 y 2014

Marina Estévez Torreblanca

La riqueza privada en España está vinculada a la tierra, antes a la agraria y ahora a la urbana, más que en otros países similares. Un patrimonio que se hereda de generación en generación, con el cada vez más residual Impuesto de Sucesiones como uno de los pocos métodos redistributivos. La riqueza en España es superior a la renta del país, y al estar mucho menos repartida que ésta, genera una desigualdad cada vez más palpable. Más del 70% de esa acumulación de riqueza desde 1950 se explica por la subida de precios de la vivienda y del suelo urbanizable, según un estudio recientemente publicado.

“El valor de la tierra agrícola era excepcionalmente alto a principios del siglo XX, y el valor del suelo urbano se hizo excepcionalmente alto a principios del siglo XXI”, explica un nuevo trabajo sobre la composición de los activos en España. La World Wealth and Income Database (WID.world), una base de datos sobre la evolución histórica de la distribución del ingreso y la riqueza a nivel mundial, ha publicado este mes “La riqueza en España, 1900-2014: Un país de dos tierras (Wealth in Spain, 1900-2014: A Country of Two Lands). Los autores son Miguel Artola Blanco (Universidad Carlos III), Luis E. Bauluz y Clara Martínez-Toledano (Paris School of Economics los dos segundos).

Según se detalla, en el último siglo el país ha experimentado una transición muy acelerada desde una economía fundamentalmente agraria hacia a una economía de servicios. La tierra agraria tuvo un rol predominante hasta mediados del siglo XX, cuando fue rápidamente sustituida por la tierra urbana (de ahí el título del artículo, “un país de dos tierras”). En particular, los autores documentan una mayor importancia de la tierra en España respecto de otros países ricos, y cómo los precios de estos activos explican una parte importante de la evolución de la riqueza en el largo plazo. 

“Por el contrario, otros activos productivos como infraestructura, equipamiento y maquinaria constituye un valor residual, tanto en el presente como en el pasado”, añade el trabajo de investigación. En países como Alemania se invierte más en activos financieros, y esto hace que en la economía nacional haya más inversión en capital (infraestructuras, maquinaria, etcétera).

“Cabría esperar que, en las economías modernas, la composición de la riqueza estaría oscilando a una mayor proporción en capital fruto de la acumulación de inversiones en inmuebles, infraestructuras, fábricas, maquinaría, etc. En España desde luego se invierte y se forma capital como cualquier economía de nuestro entorno. Sin embargo, la tierra sigue jugando un papel fundamental en España. En otras palabras, los niveles extraordinariamente altos de riqueza en España se explican, en buena parte, por los precios relativamente altos que alcanza el suelo urbano”, y este a su vez relacionado con el sector inmobiliario, explica a eldiario.es Artola Blanco, uno de los autores.

España ha experimentado en estos años un incremento mucho mayor que el resto de países avanzados en su ratio de riqueza o capital (activos financieros y no financieros, menos pasivos) sobre renta nacional (PIB menos depreciación, más ingresos de rentas extranjeras) debido principalmente al aumento del patrimonio inmobiliario. El crecimiento de la riqueza no se explica por la inversión, sino por la subida del precio de los activos, muy ligada a la vivienda. 

Así, según este trabajo, desde 1950 un 45% del crecimiento de la riqueza en España no se explica por la inversión, sino por esta subida en el precio de los activos. Y la vivienda representa un 85% de esta subida en el precio de los activos. Dicho de otro modo, el ladrillo acumula la mitad de la inversión y de las plusvalías de la economía. 

Además, por definición la riqueza nacional crece por acumulación de inversión o ahorro, más la subida real del precio de los activos. De ahí se deduce que un 72,2% del crecimiento del patrimonio se debe al “ladrillo”.

“Básicamente la vivienda ha crecido mucho, muchísimo. La riqueza nacional (incluyendo el ladrillo, pero también otras formas de capital) también bastante, pero menos que la vivienda por separado. La otra forma de riqueza que era muy importante en 1950 (la tierra rústica) se ha desvalorizado mucho en este periodo”, analiza Artola.

Además, el valor de la vivienda en España se ha incrementado más que la renta nacional en su conjunto. Si la renta nacional creció anualmente un 4,2% entre 1950 y 2010, el valor de la vivienda subió un 6,3% anual en el mismo periodo. Según los autores, el crecimiento del ladrillo duplica a la subida de la renta nacional desde 1990, y más que la triplica desde el 2000 hasta la actualidad.

La dependencia de la economía española de la construcción se ha puesto bien de manifiesto en los últimos quince años. La burbuja inmobiliaria propició unos enormes niveles de riqueza y una caída del paro a mínimos históricos (7,95% de la población activa en 2007), y su explosión el efecto contrario, con secuelas que aún permanecen, sobre todo en términos de precariedad y desigualdad. En la actualidad la vivienda, sobre todo en alquiler, está experimentando nuevas subidas en determinadas zonas de España. 

Y como destaca otro reciente trabajo en el que ha participado Martínez-Toledano, a pesar de los aumentos sin precedentes en la riqueza en España, su distribución apenas ha fluctuado desde los ochenta hasta la actualidad. El 10% más adinerado de España acumula durante este periodo en torno al 50-60% de los activos, mientras que el 50% más pobre concentra el 5-10%. Estos niveles de desigualdad son similares al resto de países europeos (Francia, Reino Unido, etc.) y menores que en Estados Unidos y países emergentes como China o Rusia.

Riqueza en forma de “J”

Otra de las particularidades que se observan en el “paper” académico es que la composición de la riqueza respecto a renta nacional en España muestra una forma de “J” en lugar de la habitual de “U” en otros países.

La forma de “U” es típica de los países europeos que estudiaron Thomas Pikkety y Gabriel Zucman en sus estudios pioneros sobre riqueza y desigualdad en 2014. En estas naciones se había producido una desvalorización enorme de su riqueza durante la primera mitad del siglo XX, fruto de shocks externos (las guerras mundiales, la Gran Depresión, episodios de fuerte inflación etc.). Se empezó así la fase descendente en la forma de U. Por el contrario, desde finales de los 70, la riqueza ha crecido mucho en esos países (al menos más rápido que la renta nacional), completando así la forma de U.

“En España no se produjeron ninguno de estos shocks externos en la riqueza nacional (no es exactamente igual en la privada). De ahí que durante la mayor parte del siglo XX la relación entre renta/riqueza fuese relativamente constante. Lo realmente extraordinario del caso español es el enorme crecimiento de la riqueza desde finales de los 90 y hasta la actualidad, formando así una forma de J (alargada). Ello inevitablemente está relacionado con el boom inmobiliario”, resalta Artola.

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