David Sassoli (Florencia, 1956) preside el Parlamento Europeo desde julio de 2019, y en este tiempo se ha convertido en una de las voces más claras en las instituciones comunitarias en defensa de una construcción europea solidaria y con mayores avances democráticos. Sassoli (PD/S&D), además, señala las lecciones de la pandemia en torno a la necesidad de una UE sanitaria y que proteja los servicios públicos y ataje las desigualdades.
El presidente del Parlamento Europeo ha participado en el foro de debate 'Los fondos europeos de recuperación: Así va a cambiar España' organizado por elDiario.es este miércoles. “No hay ningún modelo nacional que pueda hacer frente a crisis tan importantes”, reflexiona: “Queremos salir de la pandemia con una política europea sobre salud humana. Y si no lo hacemos así, será una derrota”.
Usted ha dicho recientemente que ya no hay vuelta atrás, que no hay vuelta al statu quo en la UE. ¿Qué significa eso?
Esto significa que tras 15 meses de pandemia, dolor, sufrimiento, un mundo que se ha detenido, hemos entendido que las normas del pasado no nos pueden ayudar a afrontar el futuro. Por ello, sin tabúes, debemos tener la posibilidad de reflexionar sobre los instrumentos que pueden ayudarnos, sobre todo, a reducir las desigualdades que ya existían antes de la COVID-19 producidas por el sistema económico y financiero en todos nuestros países.
Tenemos que salir de la COVID-19 no solo con solidaridad, también con igualdad. Necesitamos reflexionar sobre fuertes cambios.
Las normas del pasado han generado desigualdades. Nosotros queremos que después de la COVID-19 esas desigualdades se reduzcan. Y esta es la labor que incumbe a las instituciones europeas y a los gobiernos nacionales en estos momentos.
En estos 15 meses hemos tenido instrumentos útiles que se han puesto sobre la mesa. También muchos recursos, pero probablemente no van a servir para salir de la crisis. Van a hacer falta más cosas.
Otros inventos son necesarios, porque todo lo que ha elaborado la Unión Europea en estos 15 meses es el fruto de inventos. Se habla hoy ya de dar sostenibilidad a algunos instrumentos como el SURE.
Si antes de la crisis hubiéramos dicho ayudemos a los trabajadores, a las empresas, a mantener las ayudas con deuda común, ¿qué habrían dicho de mí? Que defendía cosas del pasado, y hoy tenemos la posibilidad de tener ese instrumento.
Yo creo que con firmeza tenemos que ver estos nuevos instrumentos, que tanto necesitan nuestras sociedades y nuestros ciudadanos. Hay mucha pobreza en nuestra sociedad, no podemos permitirnos que aumente, tenemos que reducir la pobreza. Ésta es la batalla que tenemos que librar.
En ese sentido, los instrumentos de los que usted habla ¿suponen un cambio de paradigma con lo que hasta ahora había sido la Unión Europea, con cómo se gestionaron crisis previas? ¿Volveremos cuando haya que recuperar los pactos de estabilidad a la austeridad y a los recortes?
Ahora, en estos 15 meses, hemos suspendido las normas del Pacto de Estabilidad y Crecimiento. Habrá que reintroducirlas, pero yo no creo que tengamos que reintroducirlas como antes. Tenemos que aprovechar este momento para la reforma del Pacto de Estabilidad y Crecimiento. Una reforma que sea compatible con los objetivos que exigen el espacio europeo y nuestras sociedades.
No podemos volver a las normas del pasado. Necesitamos, claro, normas, pero normas nuevas.
¿Y cree que el Next Generation EU será suficiente? ¿O quizá Europa necesite, como ha ocurrido en Estados Unidos, nuevas inyecciones, nuevos fondos, nuevos programas?
Yo creo que es necesario abrir una segunda fase de intervenciones. La profundidad de la crisis es realmente dramática. Tenemos sufrimiento, nuestros ciudadanos están sufriendo. Falta trabajo. Han cerrado muchas actividades. No podemos permitirnos simplemente ver este espectáculo. Tenemos que intervenir con valentía, abriendo una segunda fase de intervenciones.
¿Ésta seguramente sea una de las lecciones de la pandemia?
Sí. Los errores que podríamos cometer es guardar en un cajón y olvidar las lecciones de la COVID-19. La COVID nos dice cuales son nuestros puntos débiles y nuestros puntos fuertes. Cómo tenemos que mejorar, en qué aspectos hay que mejorar. Es una gran experiencia. Es algo dramático, sí, pero es una gran experiencia.
Y en este momento creo que tenemos más capacidad de entender dónde tenemos que llevar a cabo correcciones. Qué modelo de desarrollo queremos defender, en qué vía, hacia qué dirección queremos avanzar. Cuáles son los puntos fuertes de nuestra Unión Europea. También los puntos débiles, claro. Por ejemplo, una democracia que funciona con unanimidad es una democracia que bloquea el proceso de toma de decisiones.
En estos momentos hemos iniciado una experiencia en la que tenemos mucha fe. Hemos invertido mucho en ella. La Conferencia sobre el Futuro de Europa para mejorar el funcionamiento de la democracia.
Una democracia que contempla el voto de unanimidad, el derecho de veto, y a este tipo de democracia le cuesta asumir responsabilidades. Es una democracia que la mayoría de las ocasiones se bloquea y bloquear la democracia significa no dar respuesta a las necesidades de nuestros ciudadanos.
En estos modelos de sociedad europea o de que usted hablaba, de lo fuerte y lo débil que ha demostrado la pandemia, está también el modelo social en el que los servicios públicos que ahora se han visto ante un gran desafío, la protección social, los servicios sanitarios...
El salario mínimo. Hoy, con la experiencia de la COVID-19, necesitamos concentrarnos porque hemos de entender dónde intervenir y qué tornillos ajustar. Y hay distintos instrumentos que cabe mejorar. Por ejemplo, las lecciones de la COVID nos indican que la Unión Europea funciona cuando tiene competencias y en cambio no funciona o le cuesta más funcionar cuando trabaja en régimen de suplencia.
En la política sanitaria europea, aquí la Unión Europea ha trabajado en suplencia y ha tenido muchas dificultades. La inmigración es competencia de los Estados nacionales; aquí la Unión Europea también interviene de forma secundaria y los resultados son escasos.
En el presupuesto, en las cuestiones financieras ahí sí tenemos competencias y ahí la Unión sí ha funcionado. ¿Qué significa esto? Pues que debemos repensar las competencias de la Unión Europea, porque hoy en día con los retos globales es impensable que las respuestas sean nacionales.
Inmigración. Salud. Creo que estos son demandas de toda la ciudadanía en estos momentos. Una Unión Europea que pueda trabajar para los 27 países, tal y como ha hecho con el Next Generation UE y con el Pacto Verde. Pero que no lo consiga hacer en muchos temas porque no tiene competencias. Hoy el mundo global nos pone en el tablero, pero si no somos capaces de dar respuestas... Creo que ésta es la enseñanza más importante de la COVID-19.
¿Que las instituciones más federales, por así decir, son las que han podido responder también más rápido. Incluso el Banco Central Europeo?
No, yo no diría eso... La COVID ha puesto de relieve los puntos débiles de los modelos nacionales. El regionalismo italiano, el federalismo alemán, el centralismo francés. Nadie ha tenido la varita mágica para resolver los problemas, y todos han tenido muchísimos problemas. ¿Qué significa esto? Pues que hoy, entre todos, podemos apostar por un modelo europeo que valga para todos. Sin esto, no hay ningún modelo nacional que pueda hacer frente a crisis tan importantes.
Acaba de mencionar la migración. Hace escasas horas han llegado a nado 6,000 personas migrantes a España. ¿Qué reflexión se puede hacer sobre esto?
La reflexión que hay que hacer es la siguiente: si no se le otorgan prerrogativas, competencias a la UE para intervenir con organización y con decisión, será imposible afrontar el fenómeno migratorio.
Por supuesto que la solidaridad sirve, pero también sirve que la Unión Europea tenga la capacidad de afrontar problemas como éste. Hace ya años que lo pedimos. Hace años ya que venimos pidiendo la reforma del reglamento de Dublín, y en cambio los gobiernos se obstinan en mantener las riendas. El Parlamento Europeo ya aprobó con inmensa mayoría la reforma de Dublín hace diez años, con la participación de muchísimos grupos políticos. Sin embargo, esto está aparcado en los cajones del Consejo. Los gobiernos se oponen a otorgar nuevas competencias a la Unión Europea.
A mí me parece muy grave, porque estamos hablando de la vida de las personas y de la vida de nuestra sociedad. Y hoy por hoy no tenemos instrumentos para hacer frente a fenómenos como el que se da desde la zona subsahariana y se dirige a España, a la Unión Europea.
En sus reflexiones sobre la Conferencia del Futuro de Europa que mencionaba antes, hablaba mucho de profundizar la democracia, que el Parlamento tenga una mayor iniciativa legislativa, ¿realmente ese proceso puede afrontarse sin tabúes, como usted también defiende y democratizar aún más las instituciones europeas?
Fíjese, otra enseñanza de la pandemia, todos los sistemas autoritarios se empeñan en querer demostrar que funcionan mejor que la democracia. Todos.
Nosotros queremos apostar por la democracia. Pero para ello tenemos que poner al día, actualizar, algunos instrumentos, entre ellos la capacidad de la democracia de responder con mayor eficiencia a los problemas.
¿Qué ciudadano puede enamorarse de la democracia cuando ésta no responde a los problemas que tienen? Bueno, pues para conseguirlo es preciso ponerla al día.
El Parlamento Europeo habla del fin de la unanimidad, que se decida por mayoría. Porque la democracia quiere esto, que se decida por mayoría. En democracia hay la mayoría y la oposición, pero no la unanimidad. La unanimidad es una ficción para bloquear el proceso. Nosotros hemos pedido que en el funcionamiento de la Unión Europea quepa la posibilidad de aumentar el poder de iniciativa del Parlamento. ¿Por qué? Porque nuestros sistemas deben reforzar los parlamentos.
Lo vimos al principio del año, cuando todos vimos por televisión las conexiones con Washington. ¿Dónde golpea el autoritarismo a los sistemas democráticos? Pues en los parlamentos, por tanto, los parlamentos tienen que ser más fuertes. Tenemos que reforzarlos. El poder de iniciativa del Parlamento Europeo es una garantía de que haya respuestas a los problemas ciudadanos, porque el Parlamento representa a la ciudadanía.
Nosotros hemos dicho que queremos trabajar para que haya una indicación directa de los ciudadanos en las próximas elecciones en relación con la figura del spitzenkandidat, que el ciudadano se manifieste sobre quién debe dirigir la Comisión Europea. Y para eso son necesarias reformas.
Así que estamos en un momento para reflexionar entre todos, para ser más fuertes y más resilientes.
En estos 15 meses hemos entendido que sin la Unión Europea, los países, e incluso aquellos que piensan ser más fuertes, se verían marginados. Y eso es algo que nosotros no queremos. Tenemos un potencial de participación, de conocimientos tecnológicos, de cultura y de historia que no queremos echar por la borda.
Sin embargo, es verdad también que los autoritarismos han aprovechado la pandemia también para para rearmarse, para aprovechar una teórica debilidad del sistema.
Ciertamente sí, desde luego. En estos momentos el autoritarismo pretende demostrar que es más eficaz que la democracia. Por supuesto, nosotros no lo permitimos, no lo toleramos. La Unión Europea debe enorgullecerse de ello, porque participa como ningún otro actor global en los procesos de vacunación de los países en desarrollo.
Es una labor que sólo hace la UE. No lo hace ni China, ni Rusia, ni siquiera los Estados Unidos, porque tienen las exportaciones bloqueadas. Lo hace la Unión Europea, y lo hace dando el 40% de su producción a los países de renta baja y media.
Nosotros estamos convencidos de que no basta con una Unión Europea segura para salir de la crisis. No. Es el planeta entero el que debe salir de la crisis. Por ello, los países más ricos tienen que hacer un esfuerzo por que el proceso de vacunación en todo el planeta ponga en seguridad a todos los hombres y las mujeres.
Y fíjese que hubo un momento en el que los europeos veían que no llegaban las vacunas, que había retrasos, que fallaba algún fabricante, que había que buscar otros. Y sin embargo, en el resto del mundo todavía hay países donde casi no hay vacunas.
Sí, sí, ha habido muchos problemas. Uno de ellos obedece a que estamos ante un escenario inédito. Nadie ha estado preparado para responder a este reto. Luego hubo problemas porque la UE trabajó para los 27 países, como digo, como suplente: la política sanitaria es política nacional. Nosotros queremos que se convierta en política europea, es decir, con competencias para defender la salud de nuestros ciudadanos.
Al principio de los años 2000 se produjo la crisis de las vacas locas. ¿Se acuerda? Una crisis bastante grave, importante. ¿Cómo salimos de la crisis? Pues con una política europea sobre salud animal. Y hoy esto es una política de referencia en todo el mundo por las normas y por los elementos de seguridad para nuestros ciudadanos.
Nosotros queremos salir de la pandemia con una política europea sobre salud humana. Y si no lo hacemos así, será una derrota. Yo creo que nadie desea esta derrota. Por eso tenemos que trabajar para que la Unión Europea tenga nuevas competencias,
Otras nuevas competencias, en las que también hay capacidad de bloqueo, son las de la fiscalidad. La Comisión Europea está ahora haciendo una comunicación para hacer impuesto sobre sociedades, y el Parlamento Europeo también apuesta por las tasas digitales, etcétera, etcétera. ¿Europa también debe avanzar en esa armonización fiscal para que no haya ventajas en algunos países y empresas que se aprovechen?
Por supuesto, ésta es la única referencia fundamental para dar igualdad a todos los ciudadanos de la Unión Europea. Cuando hablamos de fiscalidad no hablamos únicamente de mecanismos económico financieros, no. Estamos hablando de un concepto, que es el de la igualdad, la equidad, el mismo salario por el mismo trabajo. Esto es lo que decimos. Y tenemos que trabajar por ello. Porque lógicamente, el mismo salario por la misma prestación implica aumentar la sensación de igualdad de los ciudadanos. Este es el proceso que deseamos desarrollar con mucha más fuerza y valentía, porque en la actualidad los puntos débiles de nuestro mercado laboral en la Unión Europea generan grandes bolsas de desigualdad y eso es algo que no podemos permitir.
¿El reto es recortar las desigualdades, que con la pandemia se han agravado?
No hay ninguna duda, se han agravado también antes de la pandemia. Venimos de muchos años en los que todos los paradigmas económicos han llevado a desigualdades y la misma idea del crecimiento también ha llevado a la desigualdad, porque pocos han crecido y muchos no han crecido. La pandemia ha aumentado todo esto. Por ello, yo creo que ahora hace falta una segunda fase, con una mayor redistribución y una mayor igualdad.
¿Cómo está actuando el presidente Biden anunciando medidas, que pueden parecer socialdemócratas para un europeo, en el empuje en Europa hacia estos avances en estos discursos?
Yo creo que va por la dirección apropiada. Ellos tienen naturalmente la capacidad de poner muchos recursos en los planes de cooperación. Es algo muy importante, pero el modelo es el modelo del welfare, del bienestar, del estado social. Es el modelo de que nadie debe quedarse atrás. El modelo en el que está trabajando el gobierno de Biden lo vemos con mucho orgullo, porque es hijo de la cultura europea. Que nadie se quede atrás, nadie se quede rezagado, que nadie se quede fuera de un hospital, porque lamentablemente hay tantas personas que se quedan fuera del hospital... Nosotros no queremos un mundo así.
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Esta entrevista ha sido grabada el martes 18 de mayo por la tarde en la sede de Bruselas del Parlamento Europeo y emitida en el foro de debate 'Los fondos europeos de recuperación: Así va a cambiar España' organizado por elDiario.es el miércoles 19 de mayo.