El inesperado e inexplicado cambio de posición de Pedro Sánchez sobre el Sáhara Occidental es un importante desaire a Argelia, tradicional proveedor clave de gas a España, y llega en un momento de extraordinaria agitación en el mercado de la energía: con la UE inmersa en la peor crisis energética desde los 70 por la guerra en Ucrania.
Este giro se produce en un momento en el que España juega sus bazas para convertirse en una suerte de almacén gasista europeo gracias a su potente red de seis regasificadoras operativas y a su capacidad para importar gas argelino, y en pleno auge de las exportaciones de gas por barco desde Estados Unidos, aprovechando el boom de los envíos de gas natural licuado (GNL).
Sánchez ha roto la posición neutral de España en el contencioso sobre su ex colonia africana, permitiendo cerrar la crisis diplomática abierta con Marruecos a costa de abrir otra con Argelia. La pregunta que sobrevuela el sector es si el desaire a Argel afectará al suministro de gas argelino en un momento tan delicado. El Gobierno sostiene que no. “Argelia es un socio estratégico, prioritario, fiable para España, también como suministrador de gas”, decía este lunes el ministro de Exteriores, José Manuel Albares.
La vicepresidenta Nadia Calviño recordaba por su parte que Argelia es un socio “muy importante” que va a seguir proporcionando a España estabilidad en el suministro del gas, pese a que Argel haya expresado, dijo Calviño, su “sorpresa” por el apoyo al plan de autonomía marroquí para el Sáhara Occidental.
El portal argelino TSA, más que de sorpresa, hablaba este lunes de “decepción” y “cólera” en el Gobierno argelino por la “ingratitud” de España con su “inesperado” apoyo a Rabat, “difícilmente comprensible” y que relaciona con el “chantaje migratorio ejercido por Marruecos”.
Este portal recuerda que España ha podido afrontar la guerra de Ucrania en una posición “más confortable” que otros países europeos desde el punto de vista de la seguridad del suministro, tras recibir garantías de Argelia “al más alto nivel” a pesar del cierre, en noviembre, de uno de los dos gasoductos que unen Argelia y España, el que transita por territorio marroquí, clausurado “en reacción a los actos hostiles de Marruecos”.
Esa tubería ahora en desuso estaba operativa desde 1996 y tiene una capacidad de 13,5 bcm (millardos de metros cúbicos de gas anuales), frente a los 10 bcm (algo menos de un tercio del consumo anual de gas de España) del otro gasoducto de Argelia, el Medgaz, inaugurado en abril de 2011, ampliado recientemente y perteneciente a la estatal argelina Sonatrach (51%), a Naturgy y al fondo BlackRock (que tienen el restante 49%).
En las últimas décadas, destacaba TSA, Argelia ha sido “un suministrador fiable de gas a España”, que “se ha convertido en un importante país de tránsito” gracias a sus regasificadoras, con las que puede convertirse en un hub para aprovisionar “buena parte” de la demanda de Europa.
Expertos del sector coinciden en esa idea: históricamente Sonatrach ha sido un socio fiable de España, pese a las periódicas diferencias sobre las tarifas, que hace años llevaron a un arbitraje internacional que se saldó con la entrada del gigante norteafricano en el capital de lo que hoy es Naturgy.
Martín Gallego Málaga, que en el primer gobierno de Felipe González renegoció uno de esos contratos a largo plazo de gas argelino como secretario de Energía, cree que “lo relevante” es lo que no se conoce: “Lo que se haya podido hablar con Argelia”, país que en su opinión puede jugar un papel importante como proveedor alternativo de gas a Rusia para el suministro a Europa.
En conversación telefónica con elDiario.es, este experto duda de que el enfado de Argel redunde en menos envíos de gas a España: “Lógicamente tienen que estar molestos. Pero Argelia tiene una población grande, tampoco le sobran otro tipo de recursos más allá del gas, y uno de sus grandes clientes somos nosotros”. “¿Para fastidiarte a ti me piso el pie? No lo creo”, resume.
Revisiones de precios
Otra cosa es que haya revisiones de precios, que ya estaban en marcha independientemente de este repentino giro en la política exterior española, al calor de la subida exponencial del gas en los mercados internacionales desde el pasado verano: en el último año, la referencia europea más usada, el TTF holandés, se ha multiplicado por diez.
Actualmente el TTF ronda los 100 dólares el megavatio hora (MWh) y este lunes cotizaba por debajo de esa cifra por primera vez en tres semanas, frente a los más de 300 euros/MWh que ha llegado a alcanzar este mes. Pese a esa moderada tregua, sigue en niveles desorbitados: hace un año estaba en unos 17 euros.
En opinión de Gallego Málaga, desde el punto de vista europeo “tiene sentido el abordar por primera vez un suministro a Europa desde un origen distinto de Rusia”. Y en esto Argelia, pese a este desencuentro diplomático por el apoyo a Marruecos, puede ser clave, con España (e Italia) como países de tránsito, a través de los gasoductos que ambos tienen con el país norteafricano.
La idea de reactivar la construcción de un tercer tubo entre España y Francia, el denominado Midcat que ha apadrinado en los últimos meses el ministro de Exteriores, y a la que ahora se ha abierto la vicepresidenta tercera, Teresa Ribera, tendría sentido, dice el ex secretario de Energía socialista, “sobre todo si el gas se concibe solo como un vector energético transitorio hasta que llegue el hidrógeno”.
Esta es una de las condiciones que ha puesto España para reactivar el proyecto. Este fue descartado en 2019 por los reguladores de España y de Francia, que siempre ha sido reacia. Otra condición que ha puesto España para resucitarlo es que su construcción la financie Europa, y no los consumidores españoles.
La UE está buscando vías para reducir a marchas forzadas su dependencia del gas ruso y disminuir este año en dos tercios sus importaciones. En 2019, según datos de Fitch, Rusia suministró a la UE un 25% de su energía primaria, la misma cuota que tenían los productores de la OPEP en la economía global en la crisis del petróleo de 1973.
En esa carrera, uno de los ganadores está siendo Estados Unidos, además de otros países productores como Qatar, con el que Alemania, uno de los países más dependientes de Rusia, acaba de anunciar un acuerdo de suministro de gas a largo plazo.
Como señalaba en un debate organizado por la patronal eléctrica Aelec este lunes Yolanda García Mezquita, responsable de la Dirección de Política Energética de la Comisión Europea, Bruselas ve los gasoductos que no vienen de Rusia con muy buenos ojos, junto al GNL, para diversificar y “no poner todos los huevos en la misma cesta” ante “cualquier escenario de interrupción de la seguridad del suministro”.
García Mezquita destacaba la importancia de llegar al próximo invierno con los almacenes de gas al 90% y “estar bien preparados”. “Afortunadamente este invierno lo estamos dejando atrás”. En España “podemos estar mucho más tranquilos que otros países”, como los bálticos, gracias al GNL.
En el auge de los metaneros ha tenido mucho que ver Estados Unidos, que se ha convertido en el mayor productor mundial de gas gracias a la técnica de la fractura hidráulica. Y eso ya se está notando en España. En enero de este año, el gas estadounidense (irrelevante para la cesta de suministros de España hace solo cuatro años) ya superó al argelino en el mix de proveedores. Y en febrero la cuota de Argelia se quedó en el 23%, casi empatado con Nigeria y muy por detrás de EEUU.
Históricamente, Argelia ha sido el principal proveedor de gas de España, que hasta no hace mucho (la última vez que sucedió fue en 2018) suministraba más de la mitad del gas que consume el país, con picos de hasta el 60%. Pero esa dependencia se ha reducido notablemente en los últimos meses. Especialmente tras el cierre del gasoducto de Magreb en noviembre.
Argelia es el principal productor de hidrocarburos del norte de África, con una producción de unos 100 bcm de gas al año, de los que cerca de la mitad se dedican al consumo interno. A España exporta unos 14 bcm, aunque esa cifra podría reducirse este año tras el cierre de esa tubería por decisión de Argel.
El movimiento de España en el norte de África, en suma, parece arriesgado desde el punto de vista energético, en un momento en el que la luz lleva meses pulverizando récords a causa de los disparatados precios del gas. Una situación que se ha agravado con la invasión de Ucrania y ante la que el Gobierno está presionando, con el objetivo de desacoplar los precios de la luz y el gas en la cumbre europea de esta semana, mientras se suceden protestas en la calle por las subidas de precios de la energía y una inflación rampante que en marzo va a pulverizar nuevos máximos en décadas.