El presidente de Cuba, Miguel Díaz-Canel, consideró hoy “inadmisible” el robo de combustible de empresas estatales por parte de sus empleados y exigió un mayor control a los funcionarios del Gobierno para frenar un problema endémico que cuesta millones a las arcas cubanas.
“El país gasta anualmente más de 3.000 millones de dólares en la compra de combustible y es inadmisible que se lo roben”, clamó el mandatario en una visita de control a la central provincia de Sancti Spiritus, transmitida por la televisión estatal cubana.
Garantizar las reservas de combustible es uno de los “programas prioritarios” de la gestión de Díaz-Canel, que también abordó problemas económicos acuciantes como la producción de alimentos y la disponibilidad eléctrica, así como la necesidad de impulsar las energías limpias.
Desde su llegada al poder en abril de 2018 tras relevar al expresidente Raúl Castro, el mandatario cubano se ha propuesto frenar el desvío de combustible estatal, revendido fundamentalmente a conductores privados.
En repetidas ocasiones ha pedido a su Ejecutivo que trabaje por revertir este problema, visto por el gobernante como una “señal de incapacidad de las entidades estatales” y agravado en los últimos años por la reducción en los envíos de crudo subsidiado desde Venezuela.
“Seguimos con el mismo tema todos los años y esto ya es inadmisible”, insistió este jueves Díaz-Canel.
El presidente cubano también advirtió que “el país no va a asumir ningún tipo de robo” durante una reunión con autoridades de Sancti Spiritus, que acumula una deuda de más de 200 millones de pesos, informó la televisión estatal, sin especificar si ese valor está dado en pesos cubanos o convertibles (CUC, equivalente al dólar).
“Todo esto pasa por la falta de control, deficiencias en los inventarios y la poca exigencia de los dirigentes”, señaló Díaz-Canel, que viajó a la provincia central junto a once ministros de su Ejecutivo.
En septiembre pasado el Gobierno cubano aprobó una serie de medidas para tratar de detener el robo de combustible, entre las que figuran el decomiso de coches y la personalización de las tarjetas magnéticas que las empresas estatales emplean para abastecerse de combustible.
Cuba, que en 2016 entró en recesión por primera vez en 23 años al decrecer su economía en 0,9 %, solo produce el 40 % del combustible que consume.
La isla dependía en gran medida de los envíos de petróleo venezolano, que llegaron a alcanzar los 110.000 barriles diarios, aunque la cifra se ha reducido casi a la mitad en los últimos dos años por la crisis en el país suramericano.
Ante esa situación, Cuba se ha volcado en la búsqueda de nuevos proveedores, como Rusia y Argelia, aunque ese petróleo debe pagarlo a precio de mercado.