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Cómo se disparan los sueldos de los trabajadores peor pagados tras el recorte de la temporalidad y las subidas del SMI

Raúl Sánchez / Victòria Oliveres / Laura Olías

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El gráfico muestra cuánto cobraban en 2018 todos los asalariados españoles agrupados en 100 grupos según su salario bruto anual.

⬅️A la izquierda, los que menos cobran, y a la derecha ➡️, los que más cobran 👇
Por ejemplo, el 30% que menos cobraba en 2018 tenía sueldos por debajo de los 15.200 euros brutos al año.
En el lado contrario, el 30% que más cobraba tenía sueldos por encima de los 27.300 euros al año.
La línea de color azul muestra a cuánto ascendían los salarios cuatro años después, en 2022. Entre medio, cuatro subidas del SMI, una pandemia, una crisis de inflación y una reforma laboral.
Vamos a acercarnos para verlo con más detalle. El área azul representa la subida de los salarios anuales en esos cuatro años.
¿Cuánto subieron los salarios para cada grupo? En el gráfico puedes ver la subida bruta de los salarios entre 2022 y 2018, desde los 1.000 hasta los casi 10.000 euros extra al año.

Como ves, de los sueldos más bajos a los más altos, todos cobran más que en 2018.
Pero si calculamos la subida de forma proporcional, la cosa cambia bastante.
El porcentaje de subida del sueldo se multiplica entre el 20% que menos cobra.
En esta zona se concentran los empleos más precarios, mayoritariamente ocupados por mujeres, personas jóvenes, trabajadores con estudios básicos y muchos contratos a jornada parcial.
Pero esta subida de las ganancias anuales de los que menos cobran no se explica por un mayor aumento en el salario por hora.
Fíjate en el gráfico de la subida de la ganancia media por hora trabajada: en todos los grupos de trabajadores el aumento está alrededor del 10%.
Lo que sí han cambiado son las condiciones laborales de los trabajadores, especialmente tras la reforma laboral.
En 2018, la temporalidad se cebaba con los trabajos peor pagados, donde un tercio de los asalariados tenía un contrato temporal.
Esa temporalidad se ha desplomado en 2022 pero lo ha hecho con mayor fuerza en el 30% que menos cobra.
¿Cómo ha podido influir esto en la mejora de los salarios? Por ejemplo, en que los trabajadores podrían percibir salario más días al año, se declararían más jornadas de trabajo y disminuiría la rotación.

En 2018 se firmaron 5,9 millones de contratos de menos de 7 días. En 2022 se firmaron casi la mitad: 3,6 millones de contratos con duración inferior a una semana.
Además, también ha subido la intensidad en el empleo de los trabajadores peor pagados.

Es decir, trabajan más horas a la semana en 2022 que en 2018.
El número de horas no solo aumenta por la disminución de la parcialidad (que ha caído 2 puntos desde 2018) sino, además, por un aumento de las horas o días trabajados con el mismo contrato.
Este cambio de las condiciones laborales explica gran parte de la subida de las remuneraciones anuales de los trabajadores peor pagados, que en 2022 cobraban entre un 20% y un 35% más que en 2018.
Sin embargo, no se puede descartar un efecto empuje del SMI, que pasó de 735€ al mes en 2018 a 1.000€ en 2022.

Si solo contamos los empleos a jornada completa, los salarios que más subieron también se concentran en el 5% con peores sueldos, que en 2018 estaban por debajo del salario mínimo actual.
Con todo, la subida de los salarios más bajos ha sido mucho más grande que entre 2014 y 2018, años de recuperación de la crisis económica.
Un fenómeno que reduce la desigualdad salarial entre los que más y menos cobran en España.

La reforma laboral de 2021 supuso una revolución en el mercado de trabajo en España, que atacó por primera vez con eficacia uno de sus mayores lastres: el abuso de los contratos temporales. Con rapidez, mes tras mes, los empleados temporales se desplomaron. Esta reciente transformación aún está por analizar en detalle con el paso del tiempo, pero ya hay pistas e indicadores sobre sus posibles efectos. Uno, tal vez más inesperado o menos mencionado, señala a un importante aumento de los salarios de los trabajadores más precarios. 

Los microdatos de la Encuesta de Estructura Salarial (EES) analizados por elDiario.es permiten desgranar con mucho detalle el aumento salarial de los trabajadores entre 2018 y 2022. Es un periodo cargado de acontecimientos: desde los importantes aumentos del salario mínimo interprofesional (SMI), con el alza récord de 2019, hasta una pandemia y su recuperación, la reforma laboral y una crisis de inflación, entre otros. 

La imagen final de 2022 registra un salario mediano –si ponemos a todos los trabajadores en una fila según sus sueldos y cogemos el de en medio– que se ha incrementado en 2.305 euros al año (+11%), pasando de los 20.078 euros a los 22.383 euros. 

Cuando miramos de los que menos a los que más cobran, encontramos una imagen muy particular. Si tenemos en cuenta a todos los empleados según sus ganancias, ordenados por percentiles (en grupos del 1 al 100 según sus sueldos, de más bajos a más altos) observamos que todos aumentaron sus salarios. Pero, porcentualmente, hay una diferencia sustancial: la subida se concentra especialmente entre el 25% que menos cobra y, sobre todo, en el 10% más precario.


Así subieron los salarios en 2018 y 2022 entre los que más y menos cobran

Subida de sueldo al año y por hora en cada percentil de salarios brutos anuales en 2022 respecto a 2018 y 2018 respecto a 2014

Salario...
Subida...

Fuente: Microdatos de la Encuesta Cuatrienal de Estructura Salarial 2014, 2018 y 2022 (INE)


¿Quiénes componen este grupo de trabajadores? Dentro de ese 25% más precario y que más ha mejorado sus ingresos salariales, hay más mujeres, más jóvenes, más personas extranjeras y más gente sin estudios o con formación básica, tal y como se muestra en el siguiente gráfico.



Si atendemos a sus contratos, hay muchas personas trabajando a tiempo parcial (básicamente  trabajadoras, ya que las mujeres suponen el 74% de las personas con estos contratos). Y, he aquí una de las claves de los resultados analizados, había muchos temporales. Hasta 2022, que gran parte pasaron a ser indefinidos. 

¿Por qué? Un ‘sospechoso’ habitual: el salario mínimo

Una vez comprobado este mayor incremento de los salarios más bajos, una de las preguntas más pertinentes apunta a qué se debe. Por qué aumentaron más que el resto. Con un mercado laboral sin cambios relevantes en su composición, “cuando observamos subidas de salarios anuales puede que se esté subiendo el salario por hora o que estén aumentando las horas trabajadas”, precisa Lídia Farré, economista especializada en el mercado laboral e investigadora del IAE-CSIC. 

Han ocurrido las dos cosas, aunque con distinta intensidad. Entre 2018 y 2022 aumentó el salario propiamente dicho, el salario por hora, de las personas más precarias. Como recordamos, en estos años se han acumulado incrementos récord del salario mínimo interprofesional (SMI). 

Sin embargo, si atendemos al conjunto de los empleados, este aumento del salario por hora es similar: de alrededor del 10%, sin diferencias sustanciales entre los distintos percentiles de trabajadores. Esto podría hacer pensar que el SMI no es el principal responsable del ‘subidón’ de los sueldos más bajos respecto a los más altos.

“Pero los percentiles o deciles con salarios más bajos están muy afectados por el trabajo a tiempo parcial”, advierte Álvaro Gaertner, economista del gabinete económico de CCOO. Estos primeros escalones, se componen en gran parte de salarios por debajo de los 1.134 euros al mes del salario mínimo, porque son trabajos a tiempo parcial, con menos horas. 

Así, cuando se analiza qué ocurre con los salarios por hora de los trabajadores a tiempo completo, sí se constata un incremento mucho mayor (por encima del 20% en los primeros percentiles) respecto de los que registran el resto de trabajadores, que mantienen alzan de alrededor del 10%. Es decir, los datos señalan un posible efecto de los aumentos del salario mínimo en el 5% de trabajadores a tiempo completo con sueldos cercanos al SMI.

Con la referencia de los contratos a tiempo completo, Alberto del Pozo, coordinador del área Económica del servicios de Estudios de UGT, considera que se pone en valor el peso del SMI y sus “continuas subidas” entre los trabajadores en percentiles más precarios. “Lo vemos también en una tendencia de mejora de la desigualdad, que se debe a que el salario mínimo ha empujado desde abajo a los suelos salariales, un efecto que no podemos despreciar, y que es muy positivo”, considera. 

De manera general, esta subida asimétrica de los salarios ha acortado un poco la desigualdad entre los que más y menos ganan. Es decir, los sueldos más elevados y los más bajos están en 2022 más cerca que en 2018. 

En el gabinete económico de CCOO además se preguntan: ¿Qué hubiera pasado si no se hubiera subido el SMI con tanta intensidad? “Los trabajadores que cobran el salario mínimo tienen un poder de mercado mucho menor, no están muy sindicalizados. Si no fuera por la subida del SMI, las empresas no les habrían subido tanto el salario, mientras que los trabajadores en deciles con salarios más altos suelen estar más movilizados y sindicalizados, con más oportunidades de subida”, valora Álvaro Gaertner. Y más en una coyuntura inflacionista y de crisis energética por la guerra de Ucrania, en la que la subida salarial fue muy compleja en 2022, año en el que no se logró un acuerdo estatal de salarios entre la patronal y sindicatos

El esquema de mayor subida salarial de los sueldos más bajos se repite prácticamente en todos los grupos demográficos. Por género, edad, estudios, nacionalidad o tamaño de empresa.



Hay que destacar que, en esta subida de salarios más bajos, el sector público apenas ha influido. Los percentiles más bajos del sector privado han aumentado mucho más que los del sector público. Este hecho se explica porque en el sector público hay cierto cambio de composición: entre 2018 y 2022 se ha incrementado el porcentaje de trabajadores con poca antigüedad, que suelen tener sueldos más bajos porque no tienen trienios, mientras que están reduciéndose trabajadores con altas remuneraciones fruto de las jubilaciones. Además, hay que tener en cuenta que la reforma laboral no atacó la interinidad en la administración pública y siguen manteniendo los mismos niveles de temporalidad que antes de la nueva normativa.

Como consecuencia, los empleados públicos han pasado a representar un porcentaje mucho más elevado del total de temporales, lo que muestra un alza inusual de los salarios de los trabajadores con este tipo de contrato. Por ejemplo, los temporales en sanidad, educación y la administración central pasan de representar el 34% de los contratos temporales en la encuesta en 2018 al 59% en 2022. En su mayoría, tienen mayores remuneraciones que los temporales que había antes de la reforma laboral de otros sectores productivos, como la hostelería, los transportes o el comercio, entre otros. 

Las pistas que señalan a la reforma laboral

Más allá del incremento del salario por hora, hay un alza muy relevante en el segundo componente que mencionaba la investigadora Lídia Farré: las horas trabajadas. Los trabajadores más precarios vieron aumentar mucho sus ganancias debido también a un aumento de las horas o los días de trabajo, como muestran datos analizados por elDiario.es.

En primer lugar, se aprecia un desplome de la temporalidad. En 2018 había muchos más trabajadores con bajos salarios que eran temporales, pero esa situación cambia drásticamente en 2022. Su número se reduce mucho, con una caída libre que no se observa igual en el resto de empleados. 

Es lo que observó, con una metodología diferente, Manuel Hidalgo, profesor de Economía de la Universidad Pablo de Olavide de Sevilla. En un artículo en Cinco Días destacó que el incremento salarial en este grupo más precario se debía en “un 46% del total por el crecimiento de la remuneración por hora”. El aumento era “algo superior al del resto de trabajadores, pero no lo fue de modo excepcional”, explica. “Lo que sí marcó la diferencia entre estos trabajadores y el resto de los trabajadores con mayores salarios es que para los primeros el aumento de las horas trabajadas y el tipo de contrato que tenían (fijo o temporal) tuvieron una clara incidencia diferencial respecto al resto”.

Entre medias, tuvo lugar la mencionada reforma laboral, que ha sido la única capaz de reducir el abuso de los contratos temporales, enquistado desde hace décadas. Con la precaución de no hacer análisis causales, Manuel Hidalgo coincide en señalar que “es evidente” que los resultados señalan como principal indicio a la reforma laboral. 

Además del enorme descenso de la temporalidad, los datos reflejan un aumento –de nuevo singular– de las horas trabajadas en los percentiles de empleados más precarios, que no se registra en el resto. 

Trabajan más horas que en 2018. En concreto, la jornada semanal ha subido entre dos y cinco horas semanales entre el 20% con peores salarios de España. Una parte se explica por una reducción de la parcialidad (más contratos a jornada completa) y otra parte por trabajar más horas con el mismo tipo de contrato, ya sea a tiempo parcial o completo. 

¿Y qué tiene que ver trabajar más horas con la reforma laboral? “A priori, con los cambios observados en los salarios de los deciles más bajos, podría parecer que la reforma laboral que impide la temporalidad de forma injustificada está logrando que una menor rotación se esté trasladando en unos salarios más altos. No solo por hora (que también gracias a la subida del salario mínimo interprofesional), sino también a lo largo del año, por mayores tiempos en el empleo”, explica la economista Lucía Gorjón, investigadora de la Fundación ISEAK. 

Además, si se atiende a los sectores y se cruza con sus datos de temporalidad entre 2018 y 2022, se observa que los trabajadores más precarios que más han mejorado sus ingresos están empleados en las actividades donde más se redujo la temporalidad, como hostelería, transportes o las actividades artísticas y recreativas, entre otras. Respecto a la educación, se ha beneficiado en el sector privado de una gran reducción de temporalidad, expresada a su vez en un gran aumento de las horas de trabajo. 



Desde los gabinetes económicos de CCOO y UGT coinciden en que los contratos indefinidos y fijos discontinuos parecen haber brindado más estabilidad a los empleados, frente a maniobras empresariales como los despidos de temporales en periodos vacaciones, festivos o fines de semana, así como una menor rotación de personal. “Por ejemplo, imaginemos en hostelería: si antes trabajabas unos meses con un contrato temporal y luego te sustituían por otro temporal, ahora ese mismo empleado trabaja más meses y más horas porque es indefinido”, afirma Álvaro Gaertner. 

Alberto del Pozo interpreta que los datos podrían hablar de “estabilidad real” de los contratos fijos discontinuos, muy cuestionados desde algunos ámbitos económicos como un simple “cambio de nombre” de los temporales. “Sabemos que no es así, porque tienen más garantías legales de llamadas y protección que los contratos temporales, pero con los resultados salariales parece que se ve un aumento de días de trabajo”, afirma Del Pozo.

Por comunidades autónomas, la imagen es variada, con más aumentos salariales entre los más precarios en regiones donde el turismo y la hostelería tienen un peso económico muy relevante, como las islas y regiones de costa. 



Lucía Gorjón considera que estos datos de aumentos salariales pueden hacernos reflexionar sobre otros deberes pendientes del mercado de trabajo. “Gracias a la subida salarial la pobreza laboral ya no es una cuestión de salarios bajos, es decir, si en un hogar todas las personas adultas trabajan todo el año a jornada completa, aunque lo hagan cobrando el SMI, esas personas no están en una situación de pobreza laboral”, sostiene.

“La pobreza laboral proviene de las situaciones en las que la intensidad laboral es baja, bien por trabajar a jornada parcial o bien por no trabajar durante todo el año, es decir, por la existencia de periodos de desempleo entre un empleo y el siguiente”, añade la economista. 

Con las mejoras que parece mostrar la reforma laboral, de mayor estabilidad y aumentos de ingresos salariales, Gorjón cree que habría que incidir en “una última vuelta de tuerca a la reforma laboral de forma que se impida hacer contratos a jornada parcial de manera involuntaria para los trabajadores sin que esté justificado por las necesidades de las empresas. Es decir, lo mismo que se ha hecho con la temporalidad, pero ahora hacerlo para la parcialidad”, como recogió en las recomendaciones de este trabajo de la Fundación ISEAK.

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