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Economía circular: un modelo basado en las segundas oportunidades de los desechos

Los recursos naturales no son infinitos pero su demanda no para de crecer. Este problema podría corregirse convirtiendo los residuos en recursos, algo que promueve la economía circular, un modelo que tiene como pilar la reutilización y el reciclaje de objetos que parecían condenados a la basura.

El aprovechamiento de los recursos y el reciclaje de los residuos, bases de la economía circular, no son una recomendación, sino una obligación. En concreto, una imposición europea, que prevé en los objetivos Europa 2020 que dentro de seis años los Estados miembros reciclen, al menos, un 50% de sus residuos como transición hacia una economía circular. Según el presidente de la Fundación Economía Circular, Carlos Martínez Orgado, España recicló el año pasado el 38%, por lo que aún queda un largo camino por recorrer.

“El objetivo de la economía circular es que los recursos se conviertan en productos, los productos en residuos y los residuos en recursos”, señala el presidente de la Fundación, que añade que la transición hacia este modelo mejoraría la competitividad de las empresas. Pero este círculo virtuoso no pasa solo por reciclar sino por cambiar los conceptos y la forma en general en la que se realizan los procesos productivos cambiando el chip. Así, insta a perseguir la “funcionalidad”, esto es, privilegiar el uso frente a la posesión, la venta de un servicio frente a un bien. También abogan por las segundas oportunidades de los objetos de consumo, por la reutilización, aunque sea usando ciertas partes de los objetos que todavía pueden funcionar para la elaboración de nuevos productos, o la reparación.

El enfoque global es claro: salirse de la economía lineal, en la que se extraen los materiales de la tierra para fabricar los productos, usarlos y luego tirarlos. En la economía circular los productos intermedios o las materias primas ya utilizadas tienen una segunda vida.

El diseño es probablemente uno de los campos donde se puede ver de forma más clara cómo llevar a la práctica la economía circular. Un buen exponente es Lucirmás, una empresa catalana que crea todo tipo de productos utilizando vidrio reciclado. Desde la lámpara Flor, hecha con una botella, hasta percheros, que también toman como base botellas de vidrio, o joyería.

Este pequeño ejemplo sirve como base para ver cómo de un objeto desechado puede nacer otro nuevo y bello. Pero también se puede proyectar a economías de gran escala. Precisamente, desde la Fundación se dedican a realizar estudios e investigaciones sobre la economía circular y todo lo relacionado con ella: la sostenibilidad de las empresas, el reciclaje de residuos, el aprovechamiento de recursos o la búsqueda de materias primas secundarias.

Según las conclusiones de uno de esos estudios, que verá la luz en octubre, España alcanzaría dentro de seis años el 53% de reciclaje de residuos. Cumpliría así el compromiso de 2020 y daría un paso más hacia el objetivo establecido para diez años después, que obligará a los Estados miembro a reciclar el 70% de los residuos. Cada país está implementando este modelo a un ritmo distinto y España, según cuenta Martínez, se encuentra “muy lejos de la cabeza y un poco lejos del final” de la lista.

La economía circular, además de tener beneficios medioambientales, fomenta la creación de empleo y la disminución de la dependencia exterior al reducir la necesidad de comprar materias primas a otros países, según señala Martínez. En el informe de propuestas en materia de economía circular Towards a circular economy: A zero waste programme for Europe (Hacia una economía circular: un programa de eliminación de residuos para Europa), hecha pública por la Comisión Europea el 2 de julio, cumplir los objetivos de aprovechamiento de los recursos en 2030 podría aumentar un 1% el PIB y crear unos dos millones de empleos más. También se dice que un mejor uso de los recursos podría significar un ahorro potencial de 630.000 millones de euros para la industria europea. “Pasarse a modelos de economía circular promete un futuro más brillante para la economía europea”, se señala.

En el mismo documento se establece que, aunque “Europa ha hecho un progreso sustancial en convertir los residuos en un recurso y promover formas sostenibles de la gestión de basuras, como el reciclaje”, adoptar un modelo de economía circular no es un trabajo sencillo, sino que implica un cambio estructural. Ha de producirse un avance no solo en las tecnologías, sino también en la organización de las empresas. Coincide en esta apreciación el presidente de la Fundación Economía Circular, quien señala que la transición a un modelo económico circular “no se consigue de la noche a la mañana”, sino que “es un proceso de mejora continua”.