El arranque de año de la economía de España destaca en Europa, y va camino de batir todas las expectativas en el primer trimestre. También en todo 2023, después de lograrlo ya el año pasado. La inédita respuesta de las instituciones nacionales y europeas, primero a la pandemia y después a la crisis de inflación y a la guerra en Ucrania, está favoreciendo la resiliencia de las familias y en mayor medida de las empresas.
Pese a los sucesivos golpes, distintos factores están sosteniendo a la actividad económica —el PIB (Producto Interior Bruto) creció un 5,5% en 2022 y se espera que lo haga entre un 1,6% y un 2% en 2023 para completar la reconstrucción del shock de la COVID—. Las claves principales van desde el intenso crecimiento de los beneficios empresariales, al despliegue del Plan de Recuperación, y pasan por una desconocida estabilidad laboral en nuestro país, por las medidas de protección de las rentas (subidas de las pensiones, del SMI, del IMV, tope al gas, descuentos en el transporte...), por la moderación de la inflación de la energía y, finalmente, por el buen comportamiento de las exportaciones.
“Los pronósticos económicos tremendistas para 2023 no se están materializando a nivel europeo en gran parte gracias al buen comportamiento del empleo, a la desaparición de la incertidumbre en cuanto a posibles cortes en los suministros energéticos, a la inversión de los fondos europeos, a la distensión de los cuellos de botella en la cadena de suministros y a la reapertura de China”, sintetiza Judith Arnal, investigadora del Real Instituto Elcano.
En España, las hipótesis del cuadro macroeconómico que presentó el Gobierno en octubre para un crecimiento del 2,1% en 2023 se están cumpliendo en su mayoría —como se ve en el primer gráfico—, lo que supondría superar el resto de previsiones (Banco de España, AIReF, OCDE...) y duplicar el 1% que el Banco Central Europeo (BCE) estima para el conjunto de la eurozona.
“Hay que recordar que el PIB puede crecer aunque las familias se estén empobreciendo”, recalca el economista Eduardo Garzón, quien lamenta que “la inflación está deteriorando el poder adquisitivo de muchos hogares”. Pero destaca que no se trata de “un empobrecimiento como el que implica perder el trabajo”. Además, “al contrario que en la anterior crisis financiera de 2008, ahora se han protegido los ingresos de los pensionistas, de los empleados públicos y de los que tienen buenos sindicatos y han logrado subidas salariales”, prosigue Garzón. También de los sueldos más precarios, con el incremento del Salario Mínimo Interprofesional (SMI). Aún así las mejoras de las remuneraciones en promedio son muy inferiores a los aumentos de los precios.
Eso sí, “los niveles de inflación general se están controlando progresivamente, sobre la base de menores precios de la energía, aligeramiento de cuellos de botella y la apreciación del euro [lo que abarata las importaciones de petróleo o gas, que se compran en dólares en los mercados internacionales]”, añade Judith Arnal. “Pero la inflación subyacente [la que excluye de su cálculo precisamente la energía] sigue siendo un reto, sobre todo por los precios de los alimentos [que notan más acusadamente los más pobres] y bienes industriales. La reapertura de China, si bien es positiva desde el punto de vista del crecimiento, podría generar nuevas presiones sobre los precios”, explica esta experta.
“Los factores recesionistas están ahí: sobre todo las subidas de los tipos de interés del BCE, que duplican el daño a las familias hipotecadas o que necesitan un préstamo y a las empresas que dependen de la financiación”, advierte Eduardo Garzón.
El gran problema económico reside entonces en el reparto de las consecuencias de la crisis energética que se ha convertido en una histórica crisis de precios. “Siempre he considerado la inflación como una cuestión distributiva y creo que ahora estamos asistiendo a la enésima ofensiva del capital”, reflexiona Albert Recio, profesor de Economía Aplicada en la UAB y miembro del Consejo Científico de Attac España, en una conversación con elDiario.es.
Los indicadores adelantados
Las ventas de coches son un indicador adelantado clásico para diagnosticar cómo irá la economía en el futuro. La teoría dice que los vehículos son un bien de consumo cíclico. Lo suficientemente caro para no poder permitírselo en tiempos de crisis y lo suficientemente útil para hacer un esfuerzo cuando se tiene empleo y las cosas no marchan mal del todo. Por eso, el crecimiento de las ventas refleja optimismo, confianza; fortaleza de la economía en general. Y muestran lo contrario si caen. En el primer trimestre, las adquisiciones de coches se dispararon un 44% en España respecto al año pasado, apoyadas por el fin de los problemas en las cadenas de suministro globales y, definitivamente, por la resistencia de la demanda de las familias al golpe de la inflación.
Hay otros indicadores adelantados más modernos y sofisticados. Por ejemplo, el modelo automático de previsión de la evolución del PIB (Producto Interior Bruto) de la AIReF (la Autoridad independiente de responsabilidad fiscal). Este 'robot' va incorporando los datos económicos que se van publicando durante cada periodo de una selección (ventas de las empresas, paro, salarios, consumo de energía, importaciones...), y ofrece una estimación que se actualiza cada vez que se conoce una de las cifras. En los últimos días, el modelo de la AIReF ha recogido el récord de casi 20,4 millones de trabajadores afiliados a la Seguridad Social y las encuestas PMI a las empresas industriales. Su expectativa es que la economía crecerá un 0,7% en el primer trimestre, más del doble que lo proyectado recientemente por el Banco de España, el 0,3%.
Los propios índices PMI son indicadores adelantados, ya que sus resultados responden a sondeos a 400 empresas de cada sector que se realizan todos los meses. Para nuestro país, señalan expansión de la actividad. En marzo, en las fábricas, por segundo mes consecutivo al ritmo más elevado desde junio de 2022. En los servicios, por quinto mes, y con una intensidad no vista desde hace 16 meses. Ángel Talavera, economista jefe para Europa de Oxford Economics, destacaba el miércoles que este último es “un dato más que confirma que la economía española más que probablemente aceleró en el primer trimestre. Mi previsión a día de hoy está en el 0,5% de crecimiento trimestral” para el PIB entre enero y marzo.
Estas referencias de los PMI de España superan a las de Italia, Alemania o Francia, y a los datos del conjunto de la eurozona, como se observa en el gráfico anterior. En los principales estados comunitarios, los índices PMI apuntan a una mayor debilidad, incluso a una contracción en los casos de la industria de Francia y Alemania. La previsión para el PIB de la media de los socios del euro es del 0% en el primer trimestre, respecto al último de 2022.
El mercado de trabajo
Hay otras cifras muy positivas del primer trimestre que se conocen ya. El aumento de los trabajadores a la Seguridad Social, hasta rozar los 20,4 millones por primera vez en la Historia de España. José Ignacio Conde-Ruiz, catedrático de la Universidad Complutense de Madrid y subdirector de Fedea, señala que este récord es “una señal clara de que el crecimiento del PIB se está acelerando”.
“Hoy va a costar ponerle 'peros' a los datos del mercado de trabajo de marzo. La creación de empleo acelera de cualquier manera que lo analices, tanto en términos anuales como en términos mensuales desestacionalizados. El primer trimestre es de récord [...]”, celebró el martes, por su parte, Ángel Talavera.
Detrás de los datos del mercado de trabajo están precisamente la resiliencia del consumo de las familias al daño de la inflación, las ganancias crecientes de las empresas que han aprovechado las subidas de precios para mejorar márgenes, las inversiones que han llegado y que se esperan del Plan de Recuperación o el tirón del turismo y del resto del sector exterior, favorecido por la moderación del incremento de los precios de la energía en los mercados internacionales y por las medidas del Gobierno que los han amortiguado desde hace casi dos años.
“El desempleo disminuyó el pasado mes en 48.800 personas (-7,9% interanual), más de lo previsto por BBVA Research (-6.000 personas), lo que representó la mayor caída en un mes de marzo desde 2004. Descontado el componente estacional, se estima que el paro menguó en 53.000 personas, 20.000 más que en febrero, y encadenó seis meses a la baja”, detalla el equipo de analistas del banco en su último informe del mercado laboral.
España sufre un paro estructural superior al resto de grandes economías de la eurozona, algo por encima del 12%, pero la evolución del mercado de trabajo desde la pandemia está siendo mejor. El Ministerio de Seguridad Social lo ha recogido esta semana en el gráfico anterior.
“Aunque la inflación está erosionando la capacidad adquisitiva de los trabajadores, no lo está haciendo con la de los pensionistas, y, sobre todo, están mejorando los beneficios de las empresas. Recordemos que todos los datos recientes (del Banco de España, de la Agencia Tributaria, incluso del BCE) revelan que los beneficios empresariales han crecido extraordinariamente en el último año, incluyendo 'pymes' y autónomos (no a todos)”, resume el economista Eduardo Garzón.
“Esto podría haber otorgado un clima propicio para que las empresas y autónomos contraten a más personas y reforzar así sus plantillas y mejorar la calidad de su producto (especialmente en el sector servicios)”, continúa. Y todos estos factores están retroalimentados por la drástica reducción de la temporalidad en los empleos y por la mayor estabilidad que ha logrado la reforma laboral de 2021, y que aportan seguridad a las familias a la hora de tomar decisiones económicas.
“La reforma laboral ha penalizado la contratación temporal y priorizado la indefinida. Las empresas ya no contratan y despiden con tanta frecuencia como antes, lo que otorga mayor estabilidad a los contratados”, añade Garzón. Aunque matiza: “Podría ocurrir que las empresas que antes contrataban (y despedían) repetidamente en los mejores meses (los de primavera y verano) hayan adelantado sus contrataciones a febrero y marzo, puesto que ahora tienen que ser contratos estables”.
Las medidas de choque
La protección de las rentas con las planes de choque está siendo otro pilar para la actividad económica. El Gobierno defiende que las medidas focalizadas por renta han aliviado un 40% del daño de la inflación a los más pobres. La suma de estas medidas focalizadas (subida del 15% del IMV y de las pensiones contributivas, cheque de 200 euros...) y las de precios en general (bajadas de impuestos, descuento a los carburantes...) habría amortiguado en total un 60% de la pérdida de poder adquisitivo de las familias con menos ingresos en 2022.
El director general de análisis macroeconómico del Ministerio de Asuntos Económicos y Transformación Digital, Víctor Ausín, presentó a mediados de marzo un análisis de las medidas 'anti inflación' aprobadas por el Gobierno en 2022, y reconoció que “las medidas de precios”, las que afectan a todos los ciudadanos por igual, han aliviado la pérdida de capacidad de compra más o menos en la misma medida en todos los tramos de renta. Sin embargo, las medidas focalizadas han marcado la diferencia, elevando la protección a los hogares más pobres. Sobre todo al 20% de familias con menos ingresos, según los cálculos del propio Ministerio de Asuntos Económicos.
El sector exterior
Por otro lado, algunas de estas medidas generales y otras ayudas directas a empresas y, concretamente, a sectores como la agricultura o la industria han elevado la competitividad de las exportaciones de las empresas españolas. Sobre todo por los menores costes energéticos a lo largo de toda la crisis respecto a Francia, Alemania o Italia. De esta manera, el sector exterior, que incluye el intenso momento de la recuperación del turismo, no ha dejado de aportar al crecimiento económico.
“En un contexto internacional complejo, la economía española sigue creciendo con fuerza, se crea empleo de más calidad y España se consolida como uno de los destinos más atractivos para inversión extranjera”, afirmó este martes Nadia Calviño, vicepresidenta primera y ministra de Asuntos Económicos.
Por último, las turbulencias financieras de las últimas semanas, tras el colapso del Silicon Valley Bank en Estados Unidos o del banco suizo Credit Suisse, están afectando menos en la eurozona que en otras regiones económicas.
“El sector bancario europeo está resistiendo bien las tensiones financieras, gracias a unos elevados niveles de capital y liquidez, así como a un modelo de negocio con una base de clientes diversificada. Esto es debido en gran medida a las reformas regulatorias acometidas en los últimos años, así como a un sólido régimen supervisor. Todo ello posiciona de manera relativamente favorable a los bancos europeos frente a las subidas de tipos. Pero no hay que ser complacientes: es importante seguir avanzando y completar la Unión Bancaria”, concluye Judith Arnal.
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