La emisión de bonos verdes ha roto su récord anual tan solo en los primeros nueve meses de 2017, un año que desde la agencia de calificación Moody's prevén que acabe con más de 120.000 millones de dólares (103.000 millones de euros) invertidos en este tipo de instrumento a nivel mundial.
En España el mercado no es ajeno a esta realidad que comenzó a formarse hace una década, pues además de Iberdrola y BBVA, que ya el año pasado comenzaron a emitir bonos verdes, recientemente se ha sumado Gas Natural, que esta semana ha colocado 800 millones de euros en esta modalidad.
Los bonos verdes, al igual que el resto de instrumentos de este tipo, son un producto financiero con rentabilidad, vencimiento y calificación de riesgo, con la diferencia de que el dinero captado debe emplearse para financiar o refinanciar proyectos sostenibles, relacionados con las energías renovables, la eficiencia energética o el transporte limpio, entre otras iniciativas.
Para que el bono sea calificado así debe identificar el producto, tener un impacto real en el medio ambiente, explicar la gestión con la ayuda de un auditor e informar regularmente sobre el uso de los fondos, según los expertos, que consideran, asimismo, que este tipo de deuda supone para el emisor una alternativa más allá del sistema bancario.
La primera emisión de bonos verdes de la historia se realizó hace diez años a través de una colaboración del Banco Mundial con la entidad sueca SEB para crear un instrumento de renta fija ligado al medio ambiente.
El informe trimestral de Moody's apunta que, a nivel global, las emisiones de bonos verdes ya han superado el récord del año pasado al alcanzar los 94.500 millones de dólares (81.000 millones de euros) hasta septiembre, lo que supone además un 49 % más que en los primeros nueve meses de 2016 y demuestra la “creciente demanda” de los inversores por estos instrumentos financieros.
La agencia de calificación prevé que al finalizar el ejercicio se alcancen entre 120.000 y 130.000 millones de dólares (hasta 111.500 millones de euros) emitidos en bonos verdes, es decir, entre un 28,5 % y un 39 % más interanual.
Este crecimiento a lo largo del año se debe principalmente, continúa el informe, a las empresas no financieras, los proyectos de energías renovables o de eficiencia energética, y a los emisores de países emergente, especialmente de China.
Moody's indica que, de mantenerse, esta tendencia reflejaría una “mayor maduración” del mercado de bonos verdes, en el que además participan emisores con una mayor calidad crediticia.
A principios de 2017, Francia lanzó como país una emisión de obligaciones verdes con la que consiguió una demanda por parte de los inversores de 23.000 millones de euros, una cifra nunca antes vista, para colocar finalmente más de 7.000 millones de euros.
Con ello, indicó la Administración gala, se podían financiar proyectos para contribuir a la lucha contra el cambio climático, como parte del cambio de modelo económico necesario para cumplir los Acuerdos de París, mediante el cual cerca de 200 países se han comprometido a avanzar hacia un mundo neutro en emisiones.