El 30% de todas las empleadas del hogar, unos 17 millones de personas, trabajan completamente al margen de las legislaciones nacionales del país en el que desempeñan su actividad. Sólo el 10% lo hacen en igualdad de condiciones legales que el resto de trabajadores. Es una de las conclusiones del estudio 'Los trabajadores domésticos en el mundo' de la Organización Internacional del Trabajo (OIT). “La mayoría de las empleadas domésticas experimentan condiciones de trabajo precarias y una protección legal insuficiente”, constata el informe.
En todo el mundo, 52 millones de personas trabajan en el empleo doméstico, y el 83% de ellas son mujeres. Se trata de una fuerza de trabajo que equivale a la que disponen países enteros como México o Nigeria, y que ha crecido en 19 millones de personas entre 1995 y 2010. La propia OIT señala, no obstante, que son cifras prudentes, ya que el recuento suele ser insuficiente y no tiene en cuenta a los menores de 15 años que trabajan en el servicio doméstico y que podrían ser cerca de 7,4 millones en todo el mundo, según el organismo.
“En la actualidad, los trabajadores domésticos a menudo soportan salarios muy bajos, horas de trabajo excesivas, día de descanso semanal no garantizado y en ocasiones se enfrentan a situaciones de vulnerabilidad frente a abusos físicos, mentales y sexuales o a limitaciones en su libertad de movimientos. La explotación de los trabajadores domésticos puede atribuirse en parte a lagunas existentes en la legislación laboral y del empleo de los países, aunque a menudo es el reflejo de un trato discriminatorio por razón de sexo, raza o casta”, dice la OIT.
Para más de la mitad de las trabajadoras domésticas, la legislación nacional que les afecta no prevé un número máximo de horas de trabajo semanales y para alrededor del 45% no se contemplan periodos de descanso semanales. Además, muchas empleadas no tienen derecho a la protección por maternidad: “Habida cuenta de que la abrumadora mayoría de los trabajadores domésticos son mujeres, el derecho a la protección de la maternidad es una preocupación que reviste especial importancia. En la actualidad, más de una tercera parte de todas las trabajadoras domésticas no tienen ni derecho a la licencia de maternidad ni a las prestaciones de maternidad en metálico asociadas”.
El informe destaca el “rápido incremento” del número de empleadas del hogar en España, que ha pasado de 355.000 en 1995 a 747.000 en 2010, según los cálculos de la OIT. Un sector muy feminizado donde más del 90% son mujeres, especialmente inmigrantes procedentes de América Latina. En 2005, el 32% de las empleadas domésticas extranjeras eran ecuatorianas y el 13%, colombianas.
Es una situación parecida a la de países como Francia, Italia o Reino Unido, pero muy diferente a la de otros miembros europeos, como Dinamarca, Finlandia o Noruega, donde el número de empleadas del hogar que trabajan en hogares es muy bajo debido “al suministro público de infraestructuras de cuidados para los niños y las personas mayores, tareas que son con frecuencia asumidas por las empleadas del hogar en otros países”.
La OIT insta a los países a aprobar legislaciones inclusivas y que mejoren la protección social de estas trabajadoras, en línea con el Convenio número 189 sobre trabajo decente en el sector doméstico. “Las acciones que emprendan conjuntamente gobiernos, sindicatos y empleadores a escala nacional, en colaboración con las organizaciones de trabajadores domésticos, serán, en definitiva, las que lleven el trabajo decente a millones de trabajadores domésticos de todo el mundo”, concluye.