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Las empresas de paquetería no descansan: “Esto es como un Black Friday continuo”

Una repartidora pasa por delante del Congreso de los Diputados

Analía Plaza

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El transporte se ha considerado servicio esencial durante esta cuarentena. La categoría incluye a las empresas de última milla — mensajería, paquetería y reparto de comida a domicilio — que en las últimas semanas también han vivido su particular revolución. En general, confluyen tres cosas: una, que el cierre de restaurantes manda al traste buena parte del negocio de Glovo, Deliveroo y similares; dos, que ante el cierre de las tiendas, los consumidores piden mucho más por internet. Y tres, que Amazon opera con normalidad pese a haber detectado contagios en sus almacenes y a las denuncias de los sindicatos. Las tres tienen un importante impacto en el sector.

Los 'riders' de Glovo, empresa española, han visto sus tarifas rebajadas de 2,5 euros a 1,20 fijos por pedido. La empresa solicitó un ERTE que afectó al 38% de su plantilla fija (la que no reparte y trabaja en oficina): unos 340 trabajadores de 900 que son. Deliveroo, con sede central en Londres, ha despedido a 367 personas (el 15% de la plantilla) y mandado a un ERTE a otras 50. La situación de la empresa está tan deteriorada que la autoridad de competencia británica ha aprobado provisionalmente la inversión de 514 millones que Amazon lideró el pasado mes de mayo, pendiente por el riesgo de concentración que suponía. “El impacto de la pandemia en su negocio significa que Deliveroo podría quebrar y salir del mercado sin la inversión de Amazon”, argumenta la CMA.

En España, Deliveroo ha empezado a diversificar su negocio pareciéndose a Glovo y ofreciendo entregas de productos básicos de tiendas Repsol: platos preparados, magdalenas, pan, pilas y productos de higiene.

El cierre de restaurantes también ha afectado a las empresas que nacieron como alternativa ética a Glovo y Deliveroo en España. “Para nosotros, no está siendo fácil”, explica Martino Correggiari, uno de los fundadores de cooperativa de ciclomensajería La Pájara. “Los restaurantes con los que trabajamos no veían viable mantenerse abiertos para entregar a domicilio. De un día para otro, perdimos el 80% de la actividad y nuestros ingresos pararon”. Solicitaron un ERTE por fuerza mayor que les fue denegado. “Creemos que el problema está en que nos han clasificado como actividad esencial. Y como estarán desbordados, habrán revisado muy superficialmente la memoria. Lo hemos recurrido y estamos esperando: tenemos algo de colchón para seguir pagándonos los sueldos, pero se acabará”.

Mientras las compañías de comida a domicilio —y por extensión, sus trabajadores — lo pasan mal, las de paquetería trabajan a destajo. “Estamos como si fuese una campaña de Black Friday continua”, cuenta Aitor Ojanguren, fundador de la empresa de reparto Koiki, que emplea a personas de colectivos vulnerables y reparte andando, en bicicleta o vehículo eléctrico. Koiki trabaja para grandes operadores como Seur y DHL, desbordados porque Amazon, a su vez, les ha desbordado. “Amazon utiliza sus propios recursos de reparto, pero no llega. Y los terceros estamos desbordados también. Nosotros estamos incorporando recursos externos”. La actividad ha aumentado entre un 20 y un 30% en todas las ciudades en las que operan, así que Koiki está teniendo que contratar más.

Amazon no solo está contratando a gente para su almacén. También para repartir con coche a través de su programa para autónomos Flex, porque sus 'partners' de reparto no dan abasto. “Esa parte del transporte está teniendo muchos cambios”, apunta el experto en logística Carlos Zubialde. “Correos se ha centrado en el reparto del servicio postal universal (SPU) y ha desviado los envíos de Amazon y Alibaba hacia su filial Correos Express. Esta no ha podido asumir toda esa carga, así que Amazon ha reforzado su propia red”.

Los sindicatos de Correos acusaron a la empresa de “irresponsabilidad mayúscula” por poner en riesgo a la plantilla e imponer actividad más allá de los servicios esenciales. Al principio de la crisis paralizaron varios centros y lograron presionar para que la actividad se redujera al SPU, lo que ha provocado que alrededor de un millón de paquetes de Amazon y Alibaba queden parados y sin entregar. Esta reducción de actividad ha provocado que peligren los contratos que tiene con ambas, que subcontratan a Correos porque es la única que puede permitirse trabajar con márgenes tan bajos al estar cubierta por el Estado español. Desde CGT consideran la información de que peligren los contratos un “dictado” por parte de la directiva para meter miedo a la plantilla.

“Pretenden generar una situación de pánico que desactive la capacidad de resistencia de la plantilla”, dice Mario Murillo, delegado sindical de Correos. “Desde el principio hemos vivido situaciones terribles a nivel laboral. Aun así, Correos quiere apretar el acelerador y repartir toda la paquetería acumulada”.

Correos ya ha presentado su plan de desescalada para abrir las oficinas poco a poco. Quienes han perdido negocio esperan la vuelta a la normalidad. “Estamos preparando el alta de nuevos restaurantes”, apuntan desde La Pájara, que trabaja con tarifas más altas que la media del sector para garantizar su supervivencia y no ir a pérdidas, como sus competidoras Glovo y Deliveroo. Por su parte, quienes han visto aumentado su negocio, como Koiki, confían en mantenerlo gracias a los nuevos hábitos de consumo.

“Todas las empresas de mensajería tienen su parte B2B (entregas entre empresas). Es más rentable y hay más cantidad. Eso desapareció de la noche a la mañana. Pero solo con el B2C (entregas de empresa a consumidor) estamos a más del 100%. No damos abasto. Hay mucho más trabajo que antes de la crisis: ha cambiado el comportamiento de compra”, concluye Ojanguren. “El otro día iba andando por Madrid... y escuché a un cura decir: 'esto lo pides por Amazon y te llega enseguida'. ¿Cuánta gente mayor de 60 años compra ahora por internet?”.

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