Un paso atrás para tomar impulso. Con el nombramiento de José Luis Escrivá como gobernador del Banco de España, el Gobierno ha confirmado el movimiento táctico: su ejercicio como ministro de Transformación Digital y Función Pública (cartera creada para él desde noviembre de 2023), después de ser ministro de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones en el primer Ejecutivo de coalición (desde enero 2020), tuvo siempre el objetivo de alcanzar el supervisor bancario, en el que ha desarrollado parte de su carrera. Su perfil político (aunque no tiene carné del PSOE) y controvertido, que tanto incomoda al Partido Popular (PP), es posiblemente uno de los principales valores de este economista albaceteño nacido en 1960 para intentar abrir una nueva etapa en la bicentenaria institución monetaria.
Escrivá sigue los pasos de Luis de Guindos (ministro de Economía en el Gobierno del PP de Mariano Rajoy) y salta del Consejo de Ministros al consejo de gobierno del Banco Central Europeo (BCE), aunque en el caso de Guindos lo hizo para convertirse en vicepresidente del organismo, cargo que ocupa en la actualidad. Este órgano decide la política monetaria de toda la eurozona: tipos de interés, intervenciones en los mercados de deuda... En él tienen una silla y voto los miembros del comité ejecutivo, que preside Christine Lagarde (también ex ministra de Francia) y en el que los gobernadores de cada banco central de varios socios del euro tienen pasado político en sus respectivos países. Es el caso de Martin Kocher (Austria), Yannis Stournaras (Grecia), Edward Scicluna (Malta), Mario Centeno (Portugal), Peter Kažimír (Eslovaquia) y Olli Rehn (Finlandia).
Tanto el Banco de España como el BCE son considerados organismos independientes, pero los expertos coinciden en que un buen gobernador tiene que combinar ser un experto con tener habilidades políticas, de liderazgo y comunicativas. Sin duda, el currículo de Escrivá soporta estas características. El nuevo gobernador ya ha desempeñado distintos cargos en el Banco de España, en el BCE, en el BBVA y en el Banco Internacional de Pagos, además de presidir la Autoridad Fiscal (AIReF) desde su creación (fue un nombramiento del PP) hasta 2020, para luego liderar la reforma de las pensiones desde el Ministerio de Seguridad Social.
El presidente Pedro Sánchez ya lo fichó para el primer Gobierno de coalición por estas mismas razones. Y el pasado lunes, el ministro de Economía, Carlos Cuerpo, subrayaba en una entrevista en televisión que el candidato, sin desvelar su identidad, cuenta con una experiencia y un currículo “más que apto, en línea y a la altura del anterior gobernador, o incluso por encima si es que eso es posible”.
Sin duda, el PSOE lo considera un perfil con prestigio europeo y capaz de abrir una nueva era en el Banco de España. Una institución con la que, durante la etapa de Pablo Hernández de Cos, el Ejecutivo de coalición ha estado muy incómodo por sus diagnósticos de sesgo conservador y neoliberal sobre todas (o casi todas) las políticas progresistas desarrolladas en los últimos años, como por ejemplo los perniciosos efectos que aseguró tendría la subida del salario mínimo.
La preferencia del Gobierno de Sánchez por la candidatura de Escrivá deja clara su dimensión si se tiene en cuenta que ha superado la 'costumbre' política de alcanzar un pacto con el principal partido de la oposición y la recomendación del Parlamento Europeo de elevar más mujeres al frente de las bancos centrales, que en este momento son una inmensa minoría en el consejo de gobierno del BCE. Solo hay dos: Lagarde y la alemana Isabel Schnabel, que es la principal defensora de la ortodoxia en el comité ejecutivo del organismo europeo.
Desde la creación del BCE, la política monetaria que decidía el Banco de España quedó supeditada al Eurosistema. Ahora, la institución nacional, además de participar en el consejo de gobierno de la institución europea, cumple una misión clave en la supervisión de las entidades financieras y conserva un importante músculo en su brazo de análisis y evaluación de la coyuntura y las políticas económicas.
Durante los últimos años, el Gobierno de coalición ha sufrido el escrutinio del servicio de análisis del Banco de España, liderado por Hernández de Cos, que fue el último nombramiento del Gobierno de Rajoy, en 2018. Desde entonces, el Banco de España ha reaccionado en contra de la mayoría de reformas, algunas promovidas por el propio José Luis Escrivá, como la de las pensiones o el desarrollo del Ingreso Mínimo Vital (IMV). “Falta de sofisticación”. Así calificó el entonces ministro de la Seguridad Social el análisis del Banco de España sobre el sistema público de pensiones en su informe anual de 2021.
En sus valoraciones y recomendaciones, algunos de los tropiezos del Banco de España han sido sonados, como la citada crítica a la subida del Salario Mínimo Interprofesional (SMI) en 2021 o las reticencias al gravamen a los beneficios extraordinarios a los bancos mientras amasaban beneficios históricos y repartían dividendos récord, favorecidos por la propia política monetaria.
Escrivá tiene sus detractores. El principal, el PP, pero hay más en otros espectros ideológicos. Entre los populares escuece especialmente que acabara en el Gobierno de coalición de Pedro Sánchez tras ser elegido por ellos mismos para presidir la AIReF. Desde la Autoridad Fiscal ya se rebeló y se enfrentó al entonces ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro.
Con su nuevo cargo, Escrivá tendrá un incentivo económico que no es desdeñable. Triplicará su salario. Actualmente, cobra algo menos 80.000 euros brutos al año como ministro. Mientras que el exgobernador Pablo Hernández de Cos ganaba casi 240.000 euros.
El que pronto pasará a ser exministro ha mostrado capacidad de reírse de sí mismo, sobre todo cuando, con motivo de su cambio de cartera, publicó en las redes sociales un vídeo realizado por su equipo con sus anécdotas más divertidas.
Escrivá es hijo del traumatólogo Joaquín Escrivá Reig, que fue presidente del Albacete Balompié y a su vez familiar tanto de Carlos Belmonte, arquitecto alcalde de Albacete entre 1956 y 1960 que da nombre a su estadio de fútbol, como de Carmina Belmonte, quien en 1991 se convirtió en la primera mujer española en alcanzar la alcaldía de una capital en unas elecciones.