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España encabeza en Europa el recorte del uso del dinero en efectivo tras la pandemia

Imagen de recurso de un TPV y una tarjeta de crédito.

Diego Larrouy

13 de enero de 2023 22:35 h

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Cuando en marzo de 2020 estalló la pandemia, el uso de la tarjeta y los pagos sin contacto se convirtió en una recomendación sanitaria. Los bancos suspendieron ciertas comisiones para estas operaciones y en los establecimientos se incentivó este tipo de intercambios. Este hecho no ha provocado más que una aceleración de un proceso que se venía observando desde hacía tiempo: la tarjeta gana terreno al efectivo. Además del boom del comercio electrónico, el físico tiene cada vez un mayor porcentaje de gasto a través del dinero de plástico. Y España es uno de los países en los que esta transición se ha acelerado durante los últimos tres años.

El Banco Central Europeo ha publicado recientemente la tercera oleada de un estudio sobre métodos de pago en toda Europa que se realizó previamente en 2016 y 2019. Así, el supervisor concluye que, aunque el pago en efectivo sigue siendo mayoritario, su peso sobre el total del gasto no ha parado de caer y ha perdido veinte puntos en seis años y 13 respecto a antes de la pandemia. La tendencia en cuanto al método de pago elegido ha sido común en todo el continente tras la crisis sanitaria.

Sin embargo, aunque la tendencia es común, destaca España entre los países donde más se ha recortado el uso del efectivo respecto a 2019. Así lo muestra una encuesta que en España ha consultado a 5.000 personas. Únicamente dos países, Chipre y Letonia, han tenido un mayor recorte del uso de efectivo durante la pandemia. De este modo, en comparación con las grandes economías del continente, los españoles son los que más han reducido el pago con billetes y monedas en favor de la tarjeta o el móvil.



Las estadísticas que elabora periódicamente el Banco de España ya avanzaban cómo se había acelerado el uso de las TPV tanto en el comercio físico como en el online, al tiempo que decae la retirada de efectivo en los cajeros. De hecho, el número de cajeros disponibles no ha dejado de menguar, acompañando así a la desaparición de las oficinas físicas de los bancos.

Pero esta evolución no significa la desaparición del dinero en efectivo, pese a la pérdida de peso sobre el total. Sigue siendo el principal medio de pago en España. Teniendo en cuenta únicamente las compras en los comercios físicos, el 51% del gasto de los consumidores se realiza mediante dinero en metálico. La tarjeta representa ya casi el 37% del total y el móvil ha crecido hasta un 6% del gasto efectuado en los establecimientos por los españoles.

España se encuentra en quinta posición en uso de metálico, por detrás de Malta, Lituania, Eslovenia y Austria. Está lejos de Francia o Alemania, donde el gasto en efectivo es hasta 15 puntos más bajo que aquí. Finlandia o Países Bajos, donde no se pasa del 15%, se encuentran a la cabeza en el uso del dinero de plástico.



El pago con el móvil sigue siendo minoritario, aunque en algunos países comienza a alcanzar niveles relevantes de gasto. España es el séptimo país en el que más implementado está el pago con el dispositivo. Casi el 6% del gasto se realizó de esta manera. Está a la cabeza Países Bajos, donde supera ampliamente el 10%.

Aunque la tendencia europea hacia modelos sin efectivo, o al menos con menor uso, es clara desde hace más de un lustro, el BCE señala que no toda la población está haciendo la transición de igual manera. De hecho, el 54% de los encuestados en toda Europa por el organismo supervisor apuntan que no han cambiado su modo de pago por la pandemia. A ello se suma otro 14% que dice que usa más efectivo que antes. Es, por tanto, ese 32% que sí ha cambiado hacia los modelos alternativos al efectivo el que “está dirigiendo la aceleración hacia los modelos de pago sin metálico en el comercio físico”.

El informe apunta a numerosos datos concretos sobre España. Por ejemplo, casi uno de cada cinco consultados entiende que es “difícil” acceder al efectivo en nuestro país. Son cuatro puntos porcentuales más que en el anterior estudio, realizado en 2019. España es el tercer país con un nivel más alto de estas respuestas. Esta percepción por parte de los encuestados coincide con la desaparición de, al menos, 5.300 cajeros en este periodo, según las estadísticas que manera el Banco de España. El sector ha asumido el pasado año una serie de compromisos con el Gobierno para tratar de mejorar el acceso al efectivo en las zonas rurales. Este acuerdo incluye, entre otras alternativas, el uso de cajeros de marca blanca o facilitar la retirada de efectivo en comercios.

A raíz de los datos de la publicación del BCE, el Banco de España realizó un análisis concreto del caso español. En un documento difundido durante las navidades, el organismo supervisor español apuntaba que “hay un cambio de hábito” entre los consumidores a la hora de realizar pagos. “La pandemia causada por el COVID-19 podría haber acelerado una tendencia que se viene observando ya desde hace años, de manera que, en la actualidad, hay un mayor porcentaje de compras que se realizan online y, en líneas generales, un menor uso del efectivo que en 2019”, concluye sobre la evolución en España.

Las personas mayores se digitalizan

El estudio del Banco de España incide en aspectos como la edad. “Las personas de mayor edad utilizan el efectivo con más intensidad, si bien es reseñable que, en los últimos años, el uso de medios de pago digitales para las compras presenciales entre los mayores ha aumentado de forma semejante a lo observado en otros grupos de edad”, apunta el documento. Es decir, las personas más mayores son las que siguen usando más efectivo, pero su digitalización se ha disparado en los últimos años, según los datos de esta encuesta. Por ejemplo, entre los mayores de 65 años, antes de la pandemia era el 75% del gasto en los comercios el que realizaban en efectivo. Tras estos años, el porcentaje ha caído al 48%, mientras que la tarjeta suma ya el 45%.

El informe concluye analizando igualmente cómo han evolucionado los pagos entre particulares. El efectivo se mantiene como la principal herramienta para estos intercambios, aunque su porcentaje ha pasado durante la pandemia de suponer el 73% del importe a ser el 54%. Aunque las transferencias han ganado mucho peso y ya suponen casi un cuarto del dinero que se mueve en estas operaciones, ha irrumpido un nuevo método que es el móvil, que en el anterior estudio tenía una importancia residual. El boom de servicios como Bizum ha impulsado este tipo de intercambios hasta suponer el 14%, según los resultados de la encuesta.

El Banco de España no entra a analizar, sin embargo, una novedad en estos estudios del BCE. Por primera vez se ha preguntado a los encuestados sobre las criptomonedas. Se trata de un producto más bien de inversión, pero en su origen estaban los pagos como su principal función. Según los resultados de la encuesta, un 4% de los encuestados en España reconoce tener criptomonedas. Sin embargo, en torno a un 60% de ellos aseguran que es como una inversión, mientras que únicamente poco más del 10% apuntan a que se trata de un método de pago.

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