Bruselas, el vértice más político de la troika, lo esgrime como un gran triunfo. Después de los varapalos que se ha llevado por la aplicación de las medidas de austeridad en los países periféricos, dos países van a salir de los programas de rescate con éxito institucional: España e Irlanda. La Comisión anunciará el jueves que España ha concluido el plan de rescate, aunque no será hasta enero cuando se dé oficialmente por finalizado. La banca se declara así zona libre de tóxicos. Pero ¿se han visto rescatados los ciudadanos?
En el trimestre de verano, alrededor de 20 empresas se declararon cada día en concurso de acreedores. La razón más aducida por pymes y autónomos para abandonar su actividad sigue siendo la falta de crédito. Pocos o nadie en el sector dudan de que la sequía de préstamos sigue atenazando a la economía. Es la advertencia recurrente que lanzan los organismos internacionales, incluido el FMI, otra de las puntas del triángulo de la troika, que pide más “estímulos” para que retorne el flujo del crédito.
El carpetazo al rescate, que dejará a España en un periodo de “vigilancia especial” hasta que se devuelva el 75% de lo abonado, se da sin haber cumplido el objetivo más importante: el de normalizar el papel de los bancos en la economía. Las entidades se escudan en que no hay “demanda solvente”, esto es, proyectos a los que prestar dinero sin tener miedo de dañar sus balances.
Cumplir los requisitos del programa de Bruselas ha puesto también piedras en el camino a esta función de engrasar la economía con crédito. “No se puede estar en misa y repicando”, recuerda el director del sector financiero del IE Business School, Manuel Romera. “Si se pide a la banca que tenga más recursos en el capital, no pueden a la vez dar más préstamos”. Una de las principales exigencias en la nueva normativa financiera ha sido fortalecer los balances de los bancos para que, en caso de un nuevo tsunami económico, estos puedan resistir y no tengan que volver a ser rescatados.
Para Santiago Carbó, catedrático de Economía y Finanzas de la Bangor University (Reino Unido), la vuelta del crédito “es un gran reto pendiente” pero más condicionado al problema de la demanda que al de la oferta. Aun así, Carbó precisa que apuntalar el sistema financiero “es una condición fundamental para que a medio plazo pueda fluir el crédito, pero a corto plazo es muy difícil”. Es decir, sin haber puesto la primera piedra en el saneamiento del sector sería imposible que se reanudara el crédito.
Paro y ladrillo, amenazas reales
Otra sombra del proceso es la delicada situación que aún atraviesa el sector inmobiliario. Por un lado, el banco malo, la conocida Sareb que se creó como gran contenedor de activos tóxicos, apenas ha logrado reducir la morosidad del sector, que en octubre tocó la cifra del 12%, algo nunca visto. Aunque la banca rescatada se haya desprendido de sus inmuebles embargados y de los créditos fallidos, la morosidad sigue creciendo de la mano de una tasa de paro del 26%. Cuando se acaban las ayudas, los subsidios y no se encuentra empleo, el impago de la hipoteca llega antes o después. “El rescate ha sido procíclico, ha ahondado en la recesión al no reactivar el crédito”, denuncia Alberto Montero, profesor de Economía Aplicada de la Universidad de Málaga.
“Con un contexto económico de debilidad de la recuperación, será necesario hacer nuevos saneamientos conforme siga subiendo la morosidad, al menos hasta 2014”, explica Joaquín Maudos, catedrático de Análisis Económico e investigador del Ivie. Además, la elevada deuda del sector privado, herencia de la burbuja financiera y que representa más del 200% del tamaño del PIB español, puede seguir haciendo temblar el sistema al achicarse. “El alto endeudamiento de las empresas puede pasar factura sobre la mora bancaria, como advirtió el último informe de estabilidad financiera del FMI”, recuerda Maudos. “Esta mora puede provocar saneamientos adicionales”. El último: otros 5.000 millones de euros.
El problema del paro tiene difícil salida si no se dinamiza la actividad. Y el brío económico es casi imposible de recuperar sin crédito. Hasta que no se rompa el bucle, el sistema financiero no estará libre de ataduras. El Banco de España lo sabe y, aun así, le salen las cuentas. Según las pruebas de esfuerzo realizadas, y los informes internos, los balances de las entidades financieras aún pueden aguantar esta parálisis económica durante más tiempo. “Es importante ver cómo se lidia con el aumento de la morosidad hipotecaria”, concuerda Carbó.
Capear lo que queda de recuperación económica –teniendo en cuenta que el paro no bajará al menos hasta 2015– ha de conjugarse además con una refriega de fuego amigo. La Sareb está acelerando el proceso de venta de los activos inmobiliarios que tiene en cartera, lanzando señuelos atrayentes e intentando cumplir sus objetivos del primer año, para los que va muy retrasada. En este deseo de ponerse al día, el banco malo está “malvendiendo”, en palabras de expertos del sector, parte de los inmuebles. El principal problema es que, si el banco malo tumba los precios –un temor que ya tenían las entidades financieras cuando se creó–, puede terminar empeorando la situación al perjudicar a los bancos, que siguen intentando vender miles de pisos que tienen en sus carteras. Otro pez que se muerde la cola.
Otro elemento controvertido que resulta de haber terminado el rescate es el menor tamaño del sector. “Se ha convertido en un oligopolio”, describe el catedrático emérito de banca del Esade Robert Tornabell. El tamaño del sector financiero en España se ha reducido, situación que tiene virtudes (un sector más manejable, más fácil de supervisar y con menos escondrijos para ocultar la basura), pero que implica también menos competencia y menos servicio al ciudadano. “Alemania cuenta con 423 cajas de ahorro y 1.000 bancos cooperativistas”, recuerda Torbabell, que cree que el modelo español terminará siendo como el italiano, con un pequeño grupo de bancos fuertes, básicamente Santander y BBVA, y otros medianos sanos. También se acabó la era en la que cada pueblo disponía de una sucursal bancaria. Una de cada cinco oficinas ha desaparecido.
Flecos pendientes
En el camino de estas fusiones, dos pequeños Frankenstein, NovaCaixagalicia y Caixa Catalunya, se han quedado sin vender. La venta de estas entidades es inminente y, solo una vez que se coloquen, se podrá dar por terminada la etapa más cruenta del rescate, la del canje de rehenes financieros. Las dos entidades apenas valen nada, más que sus clientes, oficinas y créditos fiscales. El que compre estos créditos podrá utilizarlos para desgravar sus cuantiosas pérdidas.
Además, los expertos advierten de que aún queda pendiente completar el programa impuesto por la troika. “Las condiciones han sido muy duras, como la reforma de la Ley de Cajas de Ahorros, que se aprobará en breve”, indica Maudos. Algunas medidas impuestas por Bruselas, como la limitación de los sueldos de los banqueros o la honorabilidad de quienes se sienten en los consejos de los bancos, han sido bien recibidas por la opinión pública. Pero aún quedan pendientes el cierre de más oficinas y los ERE masivos en las entidades que han recibido ayudas públicas.
Con todo, y pese a estos innumerables flecos, los expertos hacen en general un balance positivo del rescate, salvo Montero, que cree que se hubieran conseguido los mismos frutos mediante quiebras de las entidades financieras. Pero lo cierto es que, cuando en aquella tarde de junio de 2012 Luis de Guindos anunció la petición de la línea de crédito, pocos dudaban de que era la antesala del rescate de toda la economía. Nunca sucedió. Cuando se pidieron los 100.000 millones de euros para sanear el sistema, muchos pensaron que se quedarían cortos. Y se han usado poco más de 41.300 millones de euros que los contribuyentes tendrán que devolver. Mientras se cerraban las concidiones del programa, la prima de rescate escaló por encima de los 540 puntos. El miércoles cerraba en los 230. “Se ha ralizado un saneamiento equivalente al 25% del PIB”, resume Maudos.
Los ciudadanos no lo notan pero los mercados creen que los bancos están saneados, y por delante queda todo un año en el que se hará un escrutinio de sus balances a nivel europeo para demostrarlo. Es el primer paso para la unión bancaria, a la que los bancos europeos se enfrentarán en igualdad de notas y exámenes. Con todo, la asignatura pendiente sigue siendo la economía real. La que no ha sido rescatada. Y la que puede volver a poner en peligro la flotabilidad de la banca.