Una pequeña lista con cuatro o cinco cosas. Es lo que sostiene Antonio en la mano mientras le atienden en una de las carnicerías del mercado de San Isidro, en el madrileño barrio de Carabanchel. Se acaba de encontrar con Julia, otra vecina de la zona. Ambos acuden normalmente a este establecimiento, que comparte espacio con un supermercado. Conocen los nombres de los tenderos y saben quiénes han subido los precios. “Vaya con este”, asegura él señalando a uno de los establecimientos del centro del mercado, al comentar con ella si ha notado que los precios han subido con el alza de los costes de los carburantes y los problemas de abastecimiento.
“Los precios se notan, hay muchas cosas más caras, pero hay de todo”, reconoce Julia señalándose al monedero justo antes de comenzar su compra semanal en el mercado de abastos. “En la pescadería querían cobrarme seis euros por cuarto y mitad de boquerones, ¿tú te crees?”, lamenta indignada. Él también lo ha notado en algunos productos. “Ya lo vi, les dije que se los quedaran”. Sin embargo, más allá de esos cambios en algunos precios, que achacan a una situación previa a los paros de los transportistas, ambos coinciden en que siguen haciendo la compra con normalidad, aunque reconocen cierta preocupación por los mensajes que les llegan sobre posibles problemas de abastecimiento. “Si antes me llevaba un conejo o unas costillas, ahora me llevo dos”, apunta él, abriendo el monedero para pagar al carnicero.
En los puestos se aprecia el malestar por los mensajes que llegan a los clientes de problemas de abastecimiento. “Lo que provoca es que haya gente que no venga porque piensan que no tendrán género”, apunta una pescadera de uno de los puestos familiares. “Uno me dijo: 'anda si tenéis de todo, venía de paso y pensé que no encontraría nada'”, lamenta. Su padre, que no esconde su molestia por la situación, señala al mostrador mientras coloca el producto a primera hora de la mañana para demostrar que tiene de todo.
En la otra esquina del mercado otro pescadero coincide: “la gente viene asustada, pero sigue viendo género”. Sí hay algo que falta y que notan las pescaderías. Se trata de los pescados de bajura, como los boquerones, cuyos barcos no han salido a faenar por los altos costes del gasóleo.
En la otra punta del país, en Galicia, de donde procede el género, sí se ven ya puertos totalmente parados o a un ritmo muy bajo. El pescado que entra en algunas de estas localidades costeras es el de los barcos que salieron a faenar antes de que arrancara el paro de la flota. Las lonjas son “un desierto” estos días, apunta José Antonio Pérez Sieira, presidente de la Federación Galega de Confrarías de Pescadores y patrón mayor de Ribeira (A Coruña). “Más ahogados no podemos estar”, señala.
El motivo de que los mercados de abastos sigan mostrando surtido es que los mercados centrales, como Mercamadrid, siguen operando pese a los bloqueos por el paro de las organizaciones de transportistas. Según ha informado este miércoles el Ayuntamiento de Madrid, este centro al que acuden los comercios de alimentación de la capital sigue funcionando muy cerca de la normalidad, al 87%. Lo constata uno de los carniceros del mercado de San Isidro, en Carabanchel. “De momento no se está notando falta de producto, el problema será cuando los piquetes lleguen a Mercamadrid”, señala tras el mostrador de su puesto. Sin embargo, sí reconoce que falta algo de casquería y que algunos productos de cerdo han subido un poco de precio, aunque sin llegar a tener que trasladárselo al cliente.
A la salida del mercado, un taxista baja la bandera. “No sé qué va a pasar”, reconoce Rodolfo, sobre el problema que vive su sector con la subida de precios del carburante. “Antes llenaba el depósito por 57 euros y ahora me cuesta 85”, apunta. Y eso le da para dos jornadas de trabajo. Pese al aumento de costes, lamenta que “las tarifas llevan cinco años congeladas”, por lo que los márgenes se estrechan. Se inclina por que el colectivo al que pertenece se una a las protestas de los transportistas, algo que, dice, se está debatiendo entre los distintos grupos que representan al taxi en Madrid.
El taxista defiende estos paros que han provocado un freno en la cadena de distribución porque “lo que reivindican nos afecta a todos los que realizamos transporte y necesitamos combustible para trabajar”. “Veremos qué acaba haciendo el Gobierno”, se pregunta mientras espera a que salga el recibo con el importe de la carrera. Al tiempo que termina este tránsito, la Asociación Nacional del Taxi, una de las más representativas del sector confirmaba una manifestación este domingo en Madrid para reclamar una solución.
Estanterías vacías
En otro barrio de Madrid, un cliente llega a un gran supermercado para buscar leche, pero se encuentra el estante vacío. “¿Es que no sabe lo que ocurre? Hay una huelga de transportistas”, espeta una de las trabajadoras a la que pregunta si se va a reponer en el día. “Reponemos cuando podemos”, es la respuesta que recibe. La imagen de los supermercados es distinta a la de los mercados de abastos y las tiendas de alimentación de productos frescos. Mientras los problemas de abastecimiento no han llegado a estas últimas, la gran distribución lleva días sufriendo la falta de algunos productos. En algunos establecimientos hay carteles advirtiendo a los clientes de la falta de determinados productos o de la limitación de la compra para otros.
Además de la leche, hay otros estantes que ven muy mermado su surtido. Es el caso de las harinas, algunas pastas, ciertos yogures de sabores, el papel higiénico, como ocurría en la pandemia, o la bollería industrial. Algunas marcas como Danone o Heineken han avisado en los últimos días de problemas para mantener su producción y el reparto de sus productos. No se puede decir que haya desabastecimiento de productos básicos, pero tampoco que los supermercados funcionen con normalidad. Aunque así se pretende, intentando que los productos estén ubicados de tal manera que no se note en la medida de lo posible que algunos fondos de las estanterías están vacíos. Un paseo por las principales cadenas constata, sin embargo, que en algunas superficies la situación es más problemática que en otras.
Entre los clientes también hay diferencias, como ocurre al comparar las estanterías de uno y otro supermercado. Los hay que asumen la situación e intentan hacer la compra con normalidad, sustituyendo los productos o marcas que faltan por otros. Pero también los hay que ante el temor a que otro día no encuentren determinados productos, hacen acopio. Un estudio de la consultora Nielsen concluía que la semana pasada se hizo un 23% más de compras en supermercados e hipermercados que la misma semana del año anterior. Es algo que se nota especialmente en la alimentación envasada, que se dispara un 27%. Los autores del estudio achacaban el incremento al temor al desabastecimiento.
También lo ha hecho esta semana el ministro del ramo, Luis Planas. “Ha habido falta de algún producto en los supermercados, no solo ligado al suministro, también a las compras, que han sido muy elevadas, casi un 20% superiores. Mi llamada es una llamada a la tranquilidad”, aseguraba, frente al acopio practicado por algunos consumidores. Las compañías de distribución repiten ese mensaje.
Este miércoles, Aurelio del Pino, presidente de ACES —plataforma que engloba a Carrefour, Eroski, Alcampo o Supercor— ha pedido “no hacer compras compulsivas” ya que entiende que provocan más problemas de stock.
La vida sigue en los mercados y supermercados mientras se espera una solución en los próximos días. El ánimo está marcado por la incertidumbre de qué se podrá comprar y por cuánto. De las negociaciones del Gobierno con los transportistas y de las reuniones en Bruselas dependerá en buena parte cuánto tiempo se mantendrán, como ya ocurriera en marzo de 2020 –entonces por un motivo muy distinto–, las imágenes de estanterías vacías.