Bruselas busca fórmulas para tratar de apaciguar al campo. La Comisión Europea ha hecho algunos guiños, al anunciar la retirada de trabas administrativas o flexibilizar algunas políticas agrícolas, y sobre todo, aparcando la regulación que pretendía reducir el uso de pesticidas químicos, que era una de las batallas del sector. Pero cuando se trata de los tratados de libre comercio, el asunto se complica más allá de la negociación con Mercosur, que ya estaba enquistada por las políticas medioambientales, pero que Emmanuel Macron ha aprovechado para poner en la diana ante la revuelta de los agricultores. Lo cierto es que no hay por ahora intención de paralizar los acuerdos internacionales de libre comercio y así se reflejó en una votación en la Eurocámara esta semana.
La mayoría parlamentaria –331 votos en contra, 154 a favor y 126 abstenciones– rechazó suspender esos polémicos tratados que el establishment europeo siempre ha vendido como importantes oportunidades comerciales. No obstante, la marcha atrás en esos acuerdos es una de las reivindicaciones que realizan los agricultores que están en pie de guerra en toda Europa y que la semana pasada llevaron la 'tractorada' a las puertas precisamente de la Eurocámara.
“Se trata de poner fin inmediatamente a los tratados de libre comercio, que empujan a los agricultores al peor postor social y ecológico por culpa de una competencia internacional desleal”, rezaba una enmienda presentada por La Izquierda en la tramitación de la regulación de las nuevas técnicas genéticas en plantas.
Esa redacción fue rechazada por la Eurocámara, aunque parte de los grupos se dividieron en la votación. Por ejemplo, algunos socialistas y populares votaron a favor en contra del criterio mayoritario de esos grupos. En el caso de los partidos españoles, PP, PSOE, Vox, Ciudadanos y PNV votaron en contra mientras que Podemos, IU, Sumar, ERC y BNG lo hicieron a favor. Junts se abstuvo.
La votación sirve como termómetro de la situación respecto a la reivindicación de revisar los acuerdos de libre comercio que plantean los agricultores en sus movilizaciones. La idea es diseñar un nuevo marco en las negociaciones de libre comercio con el Mercosur o con terceros países para que, si tienen menos exigencias medioambientales o sociales que las que requiere Europa, no tengan tan fácil vender sus productos en la Unión.