Europa, tierra de concentración de superricos
Son hombres y mujeres de negocios, salidos de la industria farmacéutica, textil, del sector financiero, tecnológico, el de la energía, el inmobiliario, la alimentación o la moda. Viven en Europa y son superricos, pese a que en sus países la presión fiscal puede ser, o muy escasa, o de las más alta del mundo.
El magnate sueco Stefan Persson, el heredero de Erling Persson, quien fundara la compañía de moda H&M, vive en Estocolmo. En Suecia la presión fiscal alcanza el 49.8%. El magnate noruego Odd Reitan, CEO del Grupo Reitan, un conglomerado dedicado entre otras cosas al sector inmobiliario, vive en Trondheim, su ciudad natal. En su país, según datos de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), la presión fiscal es la más alta. Alcanza el 54,9%.
En un gráfico publicado recientemente por el Instituto Peterson para la Economía Internacional de Washington (PIIE), investigadores de este think tank dedicado a los asuntos económicos hacían ver que casos como el de Reitan o Persson no son excepciones. De hecho, es en suelo europeo donde se encuentra una mayor concentración de superricos o “billionaires”, según llaman en Estados Unidos a los poseedores de fortunas que superan los 1.000 millones de dólares (unos 856 millones de euros).
Reitan y Perrson son claros ejemplos de superricos. La revista estadounidense Forbes ha valorado la fortuna del noruego en 24.800 millones de dólares (unos 21.200 millones de euros) y la del sueco en 20.800 millones de dólares (unos 17.800 millones de euros). Sus países también son una prueba de que “tener un estado social progresista no amenaza de forma inherente la acumulación de grandes riquezas”, escriben Jacob Funk Kirkegaard y Melina Kolb, investigadores del PIIE responsables del gráfico sobre la concentración de superricos en el mundo.
Suecia y Noruega son dos países dotados de un estado de bienestar capaz de generosas prestaciones sociales. Pero también en “países como Suecia existen leyes que permiten a grandes fortunas organizarse en fundaciones que, en esa forma, quedan libres de pagar impuestos”, recuerda a eldiario.es el propio Funk Kirkegaard. “En los países nórdicos existe un elevado impuesto sobre la renta, pero no hay grandes impuestos sobre el patrimonio, que se ha convertido en algo raro de encontrar en Europa”, añade.
En el gráfico del PIIE aparecen representados el número de superricos por millón de habitantes. Noruega y Suecia figuran entre los diez primeros países, en el décimo y el séptimo puesto respectivamente. En Noruega hay 2,8 superricos por millón de habitantes mientras que en Suecia hay 3,2, según las cuentas de Funk Kirkegaard y Kolb.
En esos diez primeros países, ocho naciones se encuentran en suelo europeo. A saber, Mónaco, con diferencia el número uno de la lista de los investigadores del PIIE pues se le atribuye 102,8 superricos por millón de habitantes; Liechtenstein (26,2), Chipre (5,9), Suiza (4,2) e Islandia (3) además de los citados casos noruego y sueco. Sólo las islas caribeñas de San Cristobal y Nieves (segundo de la lista con 54,7) y Hong Kong (cuarto con 9) no están en Europa.
Según Forbes, hay algo más de 2.200 superricos en el mundo. Cerca de un tercio vive en Estados Unidos, pero debido a las dimensiones continentales de su población – viven allí cerca de 326 millones de personas – la concentración de ricos con más de 1.000 millones de dólares está muy por debajo de la que se encuentra en los muy pequeños principados de Mónaco o Liechtenstein. Así, en Estados Unidos hay 1,8 superricos por millón de habitantes, algo más que en Dinamarca (1,7) y Alemania (1,5).
Para las grandes fortunas, “Mónaco y Liechtenstein son jurisdicciones muy atractivas porque están dentro de la Unión Europea, que ofrece un contexto de estabilidad política”, dice a eldiario.es Maximiliam Heywood, de la ONG radicada en Berlín Transparencia Internacional. Por su parte, Funk Kirkegaard reconoce que, además de una inexistente sistema fiscal, estas jurisdicciones se han especializado en ofrecer servicios exclusivos para la gente “mas acaudalada del mundo”.
“Por ejemplo, en Mónaco es fácil contratar servicios de 24 horas y siete días a la semana de seguridad”, sostiene. “Estamos hablando de economías que se han especializado en atraer a la gente más rica”, abunda el investigador del PIIE.
A Mónaco se le suele reprochar que allí la renta no esté sujeta a imposiciones fiscales, pero para los superricos esa circunstancia ha de ser un punto a favor del principado, donde, además, la optimización fiscal es una actividad casi de orgullo patrio. Al Principado de Liechtenstein, situado entre Suiza y Austria, se le suele mirar con recelo porque es utilizado como sede de trusts y fundaciones de grandes fortunas para proteger su dinero.
Índice de Opacidad Financiera
En el Índice de Opacidad Financiera que elabora la Red de Justicia Fiscal – una ONG británica –, Liechtenstein y Mónaco puntúan en secretismo por encima de Suiza, considerada en ese ranking como el país más opaco del mundo.
En Liechtenstein, que tiene tradición en ofrecer secreto bancario y otro tipo de servicios financieros que pueden interesar a grandes fortunas, “aún persiste la opacidad, pese a que desde 2008 se habló mucho en el G20 de que se iban a tomar medidas contra los paraísos fiscales”, según Heywood. Pero “la implementación práctica de medidas aún es parcial, ha habido muchos acuerdos para el intercambio de información pero se sabe muy poco de cuánta información bancaria se está intercambiando”, añade.
Así, no figura ninguna de esas jurisdicciones situadas en suelo europeo en la lista negra de la Unión Europea de paraísos fiscales. Ésta es una pequeña relación compuesta actualmente por diez territorios: Samoa, Samoa Americana – de Estados Unidos –, Baréin, Guam, las Islas Marshall, Namibia, Palau, Santa Lucía, Samoa y Trinidad y Tobago.
“Los criterios de la Unión Europea para designar paraísos fiscales son, en nuestra opinión, bastante débiles. La lista se ha ido reduciendo, pues empezó teniendo a unos cuarenta países y se ha ido acortando, señalando ahora a regiones del mundo que no son Europa”, según Heywood. Y, sin embargo, hay motivos para pensar que en suelo europeo grandes fortunas y grandes negocios siguen operando sin rendir notables cuentas a las haciendas.
“Hay en Europa lugares que ofrecen cero impuestos a pagar, como Mónaco, pero estos sitios hechos para gente muy rica no son muy útiles para bancos o empresas. En mi opinión un paraíso fiscal es más un lugar donde las compañías se registran y hacen negocios a diario. En Mónaco, los superricos no hacen negocios, sólo viven allí. Es diferente, por ejemplo, el caso de Apple en Irlanda, o las construcciones empresariales que se encuentran en Luxemburgo o Países Bajos”, sostiene Funk Kirkegaard. Irlanda es el noveno país con mayor concentración de superricos, de acuerdo con el PIIE.