Cómo evoluciona el teletrabajo tras lo peor de la pandemia: se vuelve más ocasional y se feminiza
La pandemia convirtió muchos hogares en oficinas. De manera improvisada, el teletrabajo irrumpió en las casas de los empleados en lo peor de la pandemia para que la actividad de las empresas pudiera mantenerse durante el confinamiento. En muchas ocasiones, se implantaba por primera vez. Pasado el encierro y las olas más letales del virus, mientras avanza la vacunación, el trabajo a distancia se reduce aunque todavía permanece mucho más alto que antes del estallido de la COVID-19. Cada vez más ocasional y con un repunte en su uso de las mujeres respecto a los hombres, aún hay muchas dudas sobre qué tipo de teletrabajo sobrevivirá a la emergencia sanitaria.
Antes de la pandemia, en España el teletrabajo era residual. En 2019, solo un 4,8% de los trabajadores afirmaba que trabajaba desde su domicilio de manera habitual, “más de la mitad de los días” de la semana, según la Encuesta de Población Activa (EPA). En la UE, la media se situaba en el 5,3%, pero con grandes diferencias entre países. Los que más implantado tienen el trabajo a distancia, Países Bajos y Finlandia, presentaban un porcentaje del 14%.
La pandemia elevó los datos de teletrabajo, sobre todo del más frecuente, pero a medida que se ha aliviado la emergencia sanitaria ha caído el porcentaje de personas que trabajan desde casa. Ha caído el dato de quienes trabajan desde casa la mayoría de días y, aunque con menor intensidad, está aumentando el teletrabajo “ocasional”, muestra la EPA.
“En general el teletrabajo permanente de cinco días a la semana, que fue el que se amplió de forma masiva con el estado de alarma y el confinamiento, se ha reducido muchísimo. Ahora se está produciendo más una combinación del trabajo presencial y desde casa, un modelo híbrido, aunque hay empresas que también lo están quitando del todo”, explica Carlos Gutiérrez, secretario de Juventud y Nuevas realidades del trabajo de CCOO. “Después de las declaraciones de que 'el teletrabajo ha venido para quedarse' y todo eso de que había que atraer a los trabajadores nómadas y demás, vemos que las cosas son más complicadas”, añade el sindicalista.
Eva Rimbau, experta en teletrabajo y profesora de los Estudios de Economía y Empresa de la UOC, considera que aún queda tiempo para saber qué tipo de teletrabajo va a perdurar más allá de esta crisis. “Pero va a haber más, eso seguro”, opina la investigadora, que recuerda que las cifras actuales siguen muy por encima de los previos a la COVID, los de 2019. Los últimos datos de la EPA, del segundo trimestre de 2021, casi duplican los anteriores a la pandemia.
Además de un auge del teletrabajo ocasional, los últimos datos disponibles reflejan una “feminización” del teletrabajo en España. Antes de la pandemia, en la UE el teletrabajo ya era ligeramente más frecuente entre las mujeres que entre los hombres, pero en España no. Sobre todo en el teletrabajo ocasional. Respecto al trabajo a distancia de la mayor parte de días, los datos estaban más igualados en los últimos años, con datos ligeramente superiores en el caso de los hombres.
Desde la pandemia, las mujeres se colocaron por delante de los hombres en utilización del teletrabajo, sobre todo en la modalidad más frecuente, pero en los últimos trimestres también en el teletrabajo más ocasional.
Cóctel de teletrabajo y cuidados para las mujeres
El avance de las mujeres en el teletrabajo puede explicarse por varios motivos, analiza Eva Rimbau, que recuerda que hay muchos puestos tradicionalmente ocupados por mujeres que son susceptibles de realizarse a distancia frente a otros más manuales que desempeñan mayoritariamente hombres. Pero la profesora de la UOC también recuerda un riesgo, que ya ha sido destacado durante la pandemia: que las mujeres sean las que más acudan al teletrabajo para compatibilizar mejor las tareas de cuidados que suelen recaer en sus hombros. “Parte de una concepción errónea del teletrabajo como medida de conciliación, pero hay empresas que lo facilitan para ello y trabajadoras que lo cogen para poder conciliar”, sostiene Rimbau.
“Teletrabajar no es trabajar con niños o con dependientes a los que tienes que cuidar al lado todo el día”, destaca a elDiario.es Cristina Antoñanzas, vicesecretaria general de UGT. Esta concepción sobrecarga a las mujeres, que tienen que lidiar con sus responsabilidades profesionales en unas circunstancias difíciles.
Eva Rimbau precisa que el teletrabajo puede parecer en este sentido una “trampa” para las mujeres, pero puntualiza que es un debate “complejo” sobre el que hay que buscar muchas causas y donde el teletrabajo no es del todo el culpable. La investigadora recuerda que las necesidades de cuidados que afronta la trabajadora en cuestión ya están ahí y el trabajo desde el domicilio puede hacerle más llevadero compaginar todas sus tareas. Además, “se ha visto que en algunos casos hay hombres que también participan más de los cuidados en el hogar gracias al teletrabajo, pero depende mucho de los países. Por ejemplo, en Polonia no ha ocurrido en absoluto y en países más progresistas, como Suecia, sí”, afirma.
“Aunque no es una medida de conciliación, el teletrabajo puede ayudar a conciliar”, coincide Carlos Gutiérrez. “Pero esto no exime de la responsabilidad del conjunto de la sociedad para avanzar hacia la corresponsabilidad en los cuidados y medidas efectivas para conciliar”, añade. Que si el teletrabajo ayuda a la conciliación, bienvenido sea, pero que no sea visto –ni por empresas ni por los trabajadores– como la salida para llegar (a medias) a solventar las necesidades de cuidados y de conciliación de la vida personal.
La negociación colectiva entre trabajadores y empresa, con un enfoque de género que ponga la mirada en estos riesgos, son una vía para evitar las desigualdades de género que pueda generar el teletrabajo en este sentido, apuntaba Antoñanzas a este medio. “Por experiencias anteriores, en empresas que ya lo habían regulado, sabemos que hay que tener cuidado. Si eres el jefe y tienes a un hombre que trabaja en el centro y a una mujer trabajando en casa y piensas en un ascenso tiendes a pensar más en el hombre, al que estás viendo”, indicaba la vicesecretaria general de UGT.
Rimbau cree que aún hay que esperar para saber cuál será el tipo de teletrabajo post-covid, pero considera que la pandemia ha roto una primera barrera de miedos y desconfianzas que permitirá que sea más utilizado. “Hay distintos tipos de empresas. Algunas han visto esto como algo obligatorio, una anomalía por la pandemia y que no se han adaptado ni pensado en qué puede aportar el teletrabajo. Pero hay otras que se han dado cuenta de las oportunidades que abre el teletrabajo y han hecho una reflexión más profunda, que es lo positivo, sobre para qué actividades o tareas puede ser favorable el teletrabajo”, explica. La clave, en su opinión, es huir de “las dicotomías de teletrabajo sí o no” y reflexionar sobre para qué tareas es preferible una reunión a distancia o abrir un documento compartido y cuáles requieren del encuentro cara a cara. “Que sea algo pensado, no ir a la oficina para calentar la silla de nueve a seis”, apunta la docente.
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