La credibilidad del proyecto europeo se tambalea ante la amenaza cierta de una expulsión de Grecia de la moneda única, una cuestión que genera una profunda división entre los socios de la Eurozona y que puede seguir coleando incluso si hay acuerdo en la cumbre de líderes de este domingo para empezar a negociar el tercer rescate griego. De haber acuerdo tras un nuevo fin de semana de negociaciones a cara de perro, la nueva ayuda a Atenas, que podría superar los 82.000 millones de euros, tendría que recibir el visto bueno de algunos parlamentos nacionales, empezando por el alemán. Estas son las posiciones de los distintos socios.
Los que apoyan el Grexit
Los que apoyan el GrexitAlemania: tentada de dejar caer a Grecia y contentar a buena parte de su opinión pública, la canciller Angela Merkel puede pasar a la historia como la gobernante que hizo posible la primera expulsión de un país del euro. De su ministro de Finanzas, Wolfgang Schauble, es la idea de una expulsión temporal de Grecia de la moneda única, que no dejaría de una salida en toda regla. La posición de Alemania es clave, ya que como primera economía de la región es la que mayor participación ostenta en el Fondo de Rescate del euro y por sí sola puede vetar cualquier acuerdo.
Austria: hace dos semanas, su ministro de economía, Hans Jörg Schelling, hablaba del Grexit como de algo “casi inevitable”. Austria considera limitado el riesgo de un contagio al resto de la Eurozona si ese escenario se materializa, de ahí que esté alineada en el bloque de países duros.
Holanda: su primer ministro, Mark Rutte, es un estrecho aliado de Merkel en su petición de reformas rápidas y creíbles. Su ministro de Finanzas, Jeroen Dijsselbloem, ha ejercido de policía bueno en las negociaciones de este fin de semana, pero por razón de su cargo: es el presidente del Eurogrupo (cónclave de ministros de Economía y Finanzas del euro) y este lunes se juega su reelección.
Bélgica: su disposición al Grexit es llamativa tratándose de un país de obvia tradición europeísta, sede de la mayoría de instituciones la UE. Pero su Gobierno (centroderecha) se dice preocupado por la credibilidad del proyecto europeo ante una modificación de los compromisos que Grecia ha asumido con anterioridad.
Eslovaquia: otro país del antiguo bloque del Este que ha sufrido en sus propias carnes dolorosas reformas y apoya la línea dura contra Atenas. El ministro de Finanzas eslovaco, Peter Kazimir, argumenta que una separación amistosa entre Grecia y sus socios del euro puede ser mejor que convertir al país heleno en un Estado zombi y contagiar al resto.
Finlandia: su ministro de Finanzas, Alex Stubb, se ha erigido este fin de semana en portavoz de los Halcones que aprietan a Grecia hasta el límite. Y su agresividad puede leerse en clave interna: el partido ultraderechista y eurófobo de los Verdaderos Finlandeses, tercero en las últimas elecciones con casi un 18% de los votos, amenaza con dejar caer el Gobierno en el que participa como socio, que sólo tiene dos meses de andadura.
Letonia: uno de los socios más recientes del euro (incorporó la moneda única el año pasado), Letonia se opone tajantemente a una quita de la deuda griega.
Lituania: el último socio en incorporarse a la Eurozona (lo ha hecho este mismo año) es uno de los mayores azotes de Atenas. Su presidenta, Dalia Gribauskaite, presentó hace unas semanas a Atenas como a un país que quiere “darse un festín” a costa del resto de socio europeos.
Malta: como Angela Merkel, su primer ministro, Joseph Muscat, se ha manifestado a favor de una solución para Grecia, “pero no a cualquier precio”. Muscat también ha rechazado una quita de la deuda helena.
En contra del Grexit
España: pese a que Mariano Rajoy no ha dudado en utilizar a Grecia como ejemplo del futuro que le esperaría a España bajo un gobierno de Podemos y cuestiona la credibilidad del Ejecutivo de Alexis Tsipras, está en el grupo de países que rechazan el Grexit.
Francia: es el mayor aliado de Grecia en las negociaciones para evitar el Grexit, junto con la Comisión Europea. El presidente francés, François Hollande, advertía este domingo de que su país hará “todo lo posible para que Grecia se quede en el euro”. Francia es, junto con Alemania, uno de los grandes acreedores de Atenas.
Italia: el primer primer ministro italiano, Matteo Renzi, ha asegurado que la salida de Grecia del euro sería “un error para Europa” y ha pedido poner fin a la “humillación” de su socio. Este domingo, Renzi abogaba en un periódico italiano por que prevalezca “el sentido común” y cargaba contra Merkel. “Se debe llegar a un acuerdo. Italia no quiere que Grecia salga del euro y a Alemania le digo: 'Ya es suficiente'”.
Luxemburgo: como Bélgica, tiene una arraigada tradición europeísta y rechaza la opción del Grexit. Su ministro de Exteriores, Jean Asselborn, advertía este fin de semana de que esa opción provocaría un “cisma catastrófico” entre Berlín y París y “sería fatal para la reputación de Alemania en la UE y en el mundo!.
El bloque de los tibios
Chipre: el Gobierno chipriota tiene fresco en la memoria el recuerdo de su propio rescate (recibió 10.000 millones en 2013) y su corralito financiero, pero apoya que Grecia adopte más reformas.
Eslovenia: quiere que Grecia permanezca en la Eurozona pero a cambio pide reformas creíbles para recuperar la confianza. Es uno de los países para los que un impago de la deuda griega tendría más impacto. En caso de impago total, perdería un 2,6% de su PIB.
Estonia: Aunque lleva tiempo aireando la especie de que la zona euro podría sobrevivir a una salida de Grecia, la economía más pobre de la Eurozona teme por el impacto que tendría un impago griego en su propio territorio.
Irlanda: otro país rescatado que ha probado la receta de la austeridad y que, sin embargo, prefiere a Grecia dentro del euro. Sin embargo, su primer ministro, Enda Kenny, afirmaba este domingo que “cada día que pasa” la solución para Grecia es “más costosa”.
Portugal: el Gobierno del conservador Pedro Passos Coelho se opone a un alivio de la deuda griega tras la dura cura de austeridad que ha sufrido Portugal a cambio del rescate de 78.000 millones que pidió en 2011. Pero va por detrás de los socialistas en las encuestas de cara a las elecciones generales de este otoño.