¿Hay realmente un cambio de paradigma en Bruselas? En 2021, a diferencia de 2012, Bruselas, en un nuevo camino que está por ver si se consolidará en el futuro, ha dejado en manos de los países el diseño de las reformas. Es decir, han pasado los tiempos del diktat de la troika y de los hombres de negro para acceder al dinero europeo. Hasta tal punto es así que Bruselas aprobó con diez sobresalientes y un notable el plan de reformas español... que no incluía el detalle de la reforma del mercado de trabajo –y tampoco de las pensiones–, pero sí sus líneas maestras en el componente 23. Un componente negociado por el Ministerio de Trabajo y aprobado con nota por el Ejecutivo comunitario, que ahora está en el proceso de convertirse en legislación tras el acuerdo entre el Gobierno y los agentes sociales.
La Comisión Europea intenta escaparse de la sombra alargada de la troika al tiempo que emite deuda por valor de 800.000 millones de euros para financiar la recuperación de la Unión Europea que lucha por salir de la pandemia del coronavirus gracias a las vacunas negociadas y compradas por Bruselas para los 27.
Si se mira en el espejo de una década hacia atrás, el nein rotundo alemán a los eurobonos se ha transformado en que Bruselas esté haciendo las mayores emisiones de deuda conjunta de su historia. Quizá no sean eurobonos en el sentido estricto, pero no se puede discutir que es deuda de la UE emitida por el Ejecutivo comunitario.
Y gracias a eso hay 750.000 millones, entre préstamos y subvenciones, para salir de la crisis económica, social y sanitaria del coronavirus. Es la primera vez que se aprueba un plan semejante, que en el caso español suponen 140.000 millones, de ellos 69.500 en transferencias, de los cuales España ya ha recibido 19.000 millones en 2021 –un 2% del PIB–.
¿Y a cambio de qué? De ir cumpliendo una serie de hitos y reformas, relacionadas con la transformación digital, la inversión en la transición ecológica y las recomendaciones del semestre europeo –como la temporalidad laboral o la sostenibilidad de las pensiones–.
El año 2021 será el año de la puesta en marcha de un plan de recuperación para la UE inédito, por su tamaño –750.000 millones–; su concepción –financiado con deuda conjunta y cuyo repago se hará a través de nuevos impuestos propios europeos–; apoyo del BCE desde el primer día para evitar problemas con las primas de riesgo –1,8 billones en compras de activos– y por lo que no está siendo: recortes.
En efecto, la Comisión Europea aún mantiene activada la cláusula de escape que permite barra libre de gasto público –ayudas de Estado, avales, financiaciones, rescates–, lo que está disparando la deuda y el déficit de los Estados miembros. Pero la vuelta al rigor fiscal a partir de 2023 no será como en el pasado, insisten en Bruselas, si bien los detalles del nuevo Pacto de Estabilidad y Crecimiento aún están por escribirse.
El instrumento de gobernanza económica de la Unión Europea fija unos topes de deuda –60% del PIB– y déficit –3% del PIB y el debate, que acaba de comenzar con la cláusula de escape activada y el pacto suspendido desde el inicio de la pandemia, está siendo intenso. Pero, a diferencia del pasado, en esta ocasión la Comisión Europea quiere que la vuelta a los límites fiscales sea compatible con el crecimiento.
Un crecimiento para el que es fundamental salir de una pandemia mundial, y para lo que están siendo decisivas las vacunas. Al inicio del coronavirus había dos caminos: que cada país se compre sus vacunas o que la Comisión Europea asumiera el papel de agente de compra centralizada y mancomunada, para negociar un acuerdo en lugar de 27, lo que podría reducir costes y, sobre todo, para garantizar un acceso equitativo a las vacunas.
Y así ha sido. El jubilado de Múnich se ha vacunado a la vez que el de los Cárpatos. Si bien no todos los países llevan el mismo ritmo de vacunación, pero eso ya es un asunto que no está en manos de Bruselas.
Hasta tal punto la compra mancomunada de vacunas por parte de la Comisión Europea ha supuesto un hito, que el Gobierno de España la ha tomado como ejemplo para su propuesta de compra centralizada de gas para combatir la crisis energética. De momento, la Comisión Europea asume en su propuesta de nuevo marco para descarbonizar los mercados de gas, promover el hidrógeno y reducir las emisiones de metano las compras conjuntas y voluntarias de gas y reservas estratégicas ante crisis energéticas.
El paquete regulador “incluye medidas que se pueden activar para situaciones de emergencia, en caso de una crisis de suministro de la UE, incluida la adquisición conjunta de existencias de gas”.
Fondos europeos, deuda común y compra centralizada de vacunas: ¿realmente hay un cambio de paradigma en Bruselas para la gestión de las crisis? De momento, las primeras respuestas son diferentes a las de hace una década. De cómo sean las siguientes dependerá que realmente se entierren las sombras de la austeridad, los recortes y las troikas.