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Opinión - Cada día un Vietnam. Por Esther Palomera

Fondos y grandes fortunas españolas logran plusvalías millonarias con el boom de las renovables

Fondos de inversión y grandes fortunas españolas están sacando tajada al boom de las renovables y cosechando plusvalías millonarias al aprovechar el enorme apetito por estos activos, con rentabilidades muy por encima de otros sectores.

La oleada se prolonga desde hace años y la lista de operaciones es creciente. Las últimas, las protagonizadas en los últimos días por el fondo Sonnedix, una gestora de largo plazo controlada por inversores institucionales asesorados por JP Morgan. Esta firma se ha erigido en el líder fotovoltaico español con una cascada de compras que han beneficiado a varios fondos y grandes fortunas. La más reciente, la adquisición de una cartera de 100 megavatios (MW) ya operativos a la constructora ACS. Y la más significativa, la compra en 2017, por 600 millones, de Vela Energy a Centerbridge.

Este fondo estadounidense está entre las firmas de capital riesgo que, tras los recortes del Gobierno del PP al sector, supieron utilizar “sus amplios recursos económicos” para “aprovechar un clima de cierta inestabilidad regulatoria para hacer inversiones a precios competitivos”, como explicaban en un artículo publicado en octubre de 2017 en Cuadernos de Energía Carmen Becerril, ex directora general de Política Energética y Minas, presidenta de Omel y ex directiva de Acciona, y la actual presidenta de la patronal Aelec, Marina Serrano.

Varias transacciones llevan meses en curso. Entre ellas, la venta de las centrales termosolares del fondo canadiense Brookfield, adquiridas en febrero de 2018 a través de una oferta pública de adquisición (opa) sobre Saeta Yield, antiguo negocio de renovables de ACS, y tasadas en unos 400 millones, más otros 1.400 millones de deuda. O los 2.000 millones que esperan ingresar los fondos franceses Eurazeo e Infravia por la venta de Reden Solar, con unos 650 megavatios (MW) fotovoltaicos. 

En 2019, esos dos fondos cerraron la adquisición de 21 fotovoltaicas por 400 millones, con fuertes plusvalías para grandes patrimonios gestionados por el banco andorrano Andbank a través de la gestora Everwood Capital. Esta firma ha sido una de las más activas en los últimos años, con operaciones como la compra por 750 millones, a finales de 2020, de una cartera de unos 1.100 MW fotovoltaicos al grupo Prodiel, controlado por Ángel Haro, presidente del Betis, y la familia Godia, una de las grandes fortunas catalanas. En 2021, Everwood, Prodiel y los Godia crearon DVP Solar, con más de 5 gigavatios fotovoltaicos en desarrollo en Europa y Latinoamérica, según su web.

También el pasado ejercicio, en marzo, Cubico, vehículo de inversión en renovables de los fondos canadienses PSP Investment y Ontario Teachers Pension Fund, cerró la compra de T-Solar por 1.500 millones. La cifra, que incluía una deuda de 900 millones, multiplicó por 12,5 veces los 120 millones que el vendedor, I-Squared, desembolsó a finales de 2016 por los activos renovables de la quebrada constructora Isolux. En ese proceso, I-Squared se impuso a firmas como KKR y Cerberus, a un vehículo del magnate George Soros o a la propia Cubico.

Una de las transacciones más recientes ha sido la opa del fondo sueco EQT, controlado por la familia Wallenberg (una de las más ricas de Suecia) y dueño del portal inmobiliario idealista, sobre la vasca Solarpack. La opa, valorada en 881 millones, ha supuesto excluir de bolsa Solarpack y ha proporcionado fuertes plusvalías a sus fundadores, los Galíndez, que conservaban el 51%, aunque van a quedarse con una pequeña participación tras la venta. La oferta también permitió la salida de otra saga vizcaína de abolengo, los Ybarra Careaga, que entraron en Solarpack tras su salida a Bolsa en diciembre de 2018 y tenían todavía un 5%. Los Ybarra han apostado recientemente por otro grupo del sector, la gallega Ecoener (tienen un 6,14%), que salió a bolsa en mayo, con una trayectoria hasta ahora discreta en el parqué.

Días después de liquidarse la opa de Solarpack, Ence anunciaba una nueva desinversión en renovables: la venta a Naturgy de cinco instalaciones fotovoltaicas con unos 373 megavatios (MW) por 62 millones que prevé reinvertir focalizándose en biomasa, fotovoltaica y almacenamiento de energía. Ence tiene como principal accionista (cerca del 30%) al multimillonario Juan Luis Arregui (fundador de Gamesa), junto a grandes fortunas como José Ignacio Comenge (accionista de Coca-Cola Europa o Ebro Foods) y Víctor Urrutia (de otra de las familias históricas de Neguri). La papelera ya vendió en noviembre de 2020 el 49% de su negocio de renovables a la gestora británica Ancala por 387 millones. Días después logró 39 millones en plusvalías al vender por 168 millones (incluyendo 81,5 millones de deuda neta) la planta termosolar de Puertollano que compró a Iberdrola en 2018. 

De Abelló a los Riberas

El comprador de esa instalación en Puertollano fue la gestora de fondos Q-Energy, una de las firmas más activas en el sector, con unos 4.000 millones de euros (deuda incluida) invertidos en los últimos años en España. En Q-Energy, que prevé lanzar en 2022 su quinto fondo de renovables, participan a través de diversos fondos algunas de las mayores fortunas españolas, como la familia Fluxá (dueños de la hotelera Iberostar), una rama de los Benjumea, los Gallardo (propietarios de la farmacéutica Almirall), Torreal (de Juan Abelló) y los Riberas.

Estos últimos, dueños del fabricante de componentes de automoción Gestamp, han protagonizado varias desinversiones multimillonarias en el sector. La más reciente, la venta en marzo de 2021 del 80% de Elawan Energy, antigua Gestamp Wind, al grupo japonés Orix por 790 millones.

Más reciente ha sido el desembarco, en noviembre, de Amancio Ortega, en las renovables. La mayor fortuna de España, que en 2021 incrementó drásticamente su presencia en el sector energético al entrar en REE y su homóloga lusa REN, ha comprado a Repsol del 49% de un macrocomplejo eólico de 335 MW en Zaragoza que lleva operativo desde marzo. La petrolera compró ese proyecto en 2019 a Forestalia, uno de los ganadores de la última subasta de renovables celebrada en octubre y que ya arrasó en las de 2016 y 2017. Este grupo aragonés se ha especializado en los últimos años en dar el pase a muchos de sus proyectos a operadores como BP, CIP, Bruc Energy, la propia Repsol, o grupos locales como la constructora aragonesa Sumelzo o los De Yarza, propietarios del Heraldo de Aragón.

El día en que Repsol comunicaba la entrada del dueño de Inditex en renovables, se conocía el resultado de una de las operaciones del año pasado en España: el gigante francés Engie anunciaba la compra de Eolia, uno de los grandes grupos del sector, con unos 900 MW instalados y una cartera de proyectos de 1,2 GW. De la mano del banco francés Crédit Agricole, Engie se impuso a grupos como Naturgy o la austriaca Verbund. Pagó más de 2.000 millones, frente a los 1.400 millones que desembolsó solo tres años antes el vendedor, Aimco. 

Este fondo canadiense había comprado Eolia a Oaktree, otro de los fondos que aprovechó los recortes que aplicó el Gobierno del PP para adquirir activos renovables a derribo. También sacaron partido de esa coyuntura otras firmas como Cerberus (que adquirió Renovalia) o KKR. Esta última se asoció con Acciona en 2014 para su negocio internacional de renovables. La alianza duró hasta abril de 2020, cuando KKR vendió su 33,3% a Axa y al grupo de familia Entrecanales. En 2021, Acciona ha llevado a cabo la gran operación del sector en bolsa, al colocar en el parqué un 17% de su división de Energía por unos 1.400 millones. 

KKR también compró en 2016 a la familia Riberas el 80% de Gestamp Solar (rebautizada como X-Elio), y en 2019, en paralelo a la salida definitiva de los dueños del grupo de componentes de automoción, redujo su participación al 50% para repartirse la empresa con Brookfield, que pagó a cambio unos 440 millones. Posteriormente, en agosto de 2020, ambos vendieron 13 plantas fotovoltaicas de X-Elio a China Three Gorges.

Este gigante estatal chino está apostando fuerte por España. En febrero de 2021, adquirió por unos 500 millones más de 400 MW eólicos a un grupo de inversores liderado por otra de las grandes fortunas españolas, los Masaveu. Se trata de la antigua cartera de Borawind, que los asturianos compraron en 2016 a Bridgepoint y que a su vez este fondo había adquirido en 2012 por unos 400 millones.

Otros inversores que en el pasado deshicieron posiciones en las renovables vuelven ahora con nuevos bríos. Es el caso de ACS, uno de los que más jugo ha sacado al sector en los últimos años. El grupo que preside Florentino Pérez se ha aliado este año con la francesa Vinci para desarrollar proyectos verdes tras vender hace unos años Saeta a Brookfield o cerrar una alianza con la petrolera lusa Galp.

A salvo de los recortes

Frente al modelo distribuido que impera en otros países europeos, en este negocio se ha impuesto en los últimos años el modelo de los macroparques, cuyo impacto ha puesto en guardia a algunos territorios y que es consecuencia de la “especulación desmesurada de grandes fondos de inversión”, denunciaba hace unos meses la Asociación Nacional de Productores de Energía Fotovoltaica (Anpier), que agrupa a pequeños productores de fotovoltaica.

Ante los ambiciosos objetivos de instalación de renovables que contempla el Plan Nacional de Energía y Clima (PNIEC), la avalancha de proyectos ha propiciado un colosal atasco administrativo que ha obligado al Gobierno a dar un periodo extra para evitar la caducidad de permisos de conexión que iban a comenzar a expirar a partir de diciembre, en virtud del sistema de hitos que implantó el Ejecutivo en 2020 para frenar la gigantesca bolsa de especulación en torno a esas autorizaciones.

La oleada de operaciones en renovables no amainó el pasado otoño, pese al decreto que aprobó el Gobierno para recortar ingresos a las grandes eléctricas (luego corregido) ante la escalada del precio del mercado mayorista. Entre los avisos sobre sus efectos sobre la inseguridad jurídica del país, de entonces datan transacciones como la entrada del grupo egipcio EFG Hermes en el capital de Ignis Energía, de la familia Sieira, por 625 millones.

Tras un 2021 en el que el precio del denominado pool ha pulverizado todos los registros, con 27 récords desde julio, el sector renovable puede presumir de haber permitido a España mitigar hasta cierto punto el efecto de las estratosféricas subidas de la cotización del gas natural. Y ha salido hasta ahora incólume de las medidas del Gobierno para contener esta escalada. El Ministerio para la Transición Ecológica, que no quiere repetir la experiencia de las denuncias de inversores extranjeros a España por los recortes del PP, ha descartado hasta ahora la idea de aplicar un ajuste a la retribución de las plantas más antiguas, las acogidas al régimen conocido como RECORE.

España se mantiene como uno de los países más atractivos para invertir en este sector. El último índice RECAI de la consultora EY sitúa al país en la posición número diez a escala mundial y entre los más atractivos de Europa, solo por detrás de Francia, Reino Unido y Alemania, gracias a su liderazgo en el mercado de contratos de suministro de energía a largo plazo (conocidos como PPA) y las buenas perspectivas del negocio de la eólica marina flotante, para el que el Gobierno acaba de publicar una hoja de ruta que aspira a convertir a España en líder en esta tecnología en la UE.

Otra de las grandes apuestas es el hidrógeno, con un PERTE específico ya ha aprobado (Proyecto Estratégico para la Recuperación y Transformación Económica) de Energías Renovables, Hidrógeno Renovable y Almacenamiento (ERHA). Este incluye medidas para fomentar la repotenciación de los parques eólicos, con esquemas de apoyo para incentivar el reciclado de palas eólicas. Un aspecto clave si se tiene en cuenta que en la actualidad casi el 12% de los parques eólicos tienen más de 20 años de antigüedad y afrontan los últimos años de su vida útil.