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Fondos buitre y multinacionales aprovechan el desguace de las renovables tras la reforma energética

Un parque eólico.

Antonio M. Vélez

Las negociaciones entre Siemens y Gamesa para la adquisición del fabricante navarro de aerogeneradores por parte de la multinacional alemana son el último exponente del progresivo desguace del sector renovable español. En un porcentaje muy significativo, está cayendo en manos de grandes grupos industriales extranjeros, fondos buitre y multimillonarios foráneos.

En el caso de los fabricantes de componentes, como Gamesa, hay quien considera que la reordenación trasciende la reforma energética del ministro de Industria, José Manuel Soria, y la situación de España, por tratarse de un sector abocado a la concentración para ganar dimensión y competir a escala mundial. La unión de Siemens y Gamesa (cuyo primer accionista, con el 19,686% del capital, es Iberdrola) aspira a crear el primer fabricante de aerogeneradores del mundo, por delante de la danesa Vestas y de la estadounidense General Electric, que en 2014 compró la francesa Alstom, a su vez, propietaria desde 2007 de la catalana Ecotécnia, uno de los pioneros del sector en España.

Fernando Ferrando, vicepresidente de la Fundación Renovables y director general de Gamesa entre 2001 y 2006, considera que la “nefasta” política energética del Gobierno de Mariano Rajoy sí ha tenido mucho que ver en la progresiva pérdida de tejido industrial de España en renovables.

En 2015, no se instaló ningún megavatio (MW) de esta tecnología en España por primera vez desde los años 80. Un año antes, fueron apenas 27 MW. Para Gamesa (que ha instalado cerca de la mitad de los aerogeneradores en funcionamiento en España), ese parón en un país que hace doce años era el tercero del mundo en potencia instalada (ahora es quinto, por detrás de China, Estados Unidos, Alemania e India), ha supuesto quedarse “sin su mayor apoyo”, dice Ferrando.

El vicepresidente de la Fundación Renovables, que fue directivo de Endesa entre 2007 y 2015, recuerda que, en eólica, la logística no es sencilla y el coste de exportación de los componentes es muy elevado: “La pala de un aerogenerador mide 60 metros: no es un chip”, resume. “Está claro si analizas dónde tienen los principales mercados las distintas compañías”: para General Electric es EEUU y para Enercom, su país de origen, Alemania.

Respecto a los fabricantes de paneles fotovoltaicos, al efecto de la reforma de Soria, el parón de los últimos años (en España hay 4.000 MW instalados, los mismos que se pusieron en marcha en Reino Unido sólo el año pasado) y a la competencia internacional se ha sumado, en el caso más emblemático, el de la malagueña Isofotón, la mala gestión. La empresa, que llegó a tener casi un millar de trabajadores y fue uno de los cinco mayores fabricantes mundiales, anunciaba a finales de 2013 que echaba el cierre tras más de 30 años de historia.

Actualmente en proceso de liquidación, la Junta de Andalucía reclama 34 millones a sus últimos gestores, los hermanos Ángel Luis y Diego Serrano, por ayudas destinadas a la creación de empleo que se volatilizaron. La actividad industrial de este sector en España, tras el cierre que la planta que Solaria (en manos de la banca) tenía en Puertollano (Ciudad Real), en 2014, ha quedado reducida, de manera casi testimonial, a Atersa (del grupo Elecnor).

En el caso de los productores de energía eólica y fotovoltaica, la reforma de Soria ha “acelerado”, en palabras del vicepresidente de la Fundación Renovables, “la conversión de las renovables en un producto financiero”. “Se paga una prima con unos recortes importantes por la inversión, no por la eficiencia de producción”, con lo que se ha convertido a algunas tecnologías en pasto de inversores con una estructura de capital fuerte. “Al cambiar las reglas del juego y reducir la rentabilidad de los activos, estos han perdido valor y ha habido más movimientos; y habrá más”, resumen fuentes del sector eólico.

Baile de operaciones

El cambio retributivo ha generado un récord de litigios planteados por inversores nacionales y extranjeros contra el Ministerio de Industria. Y la perspectiva de una regulación estable a largo plazo ha propiciado un baile de operaciones que comenzó en octubre de 2014, cuando Acciona vendió un tercio de su filial de energía al fondo buitre estadounidense KKR por 397 millones de euros. En abril de 2015, el grupo árabe Abdul Latif Jameel Energy and Environmental Services llegaba a un acuerdo para adquirir Fotowatio Renewable Ventures (FRV), una de las pioneras de la energía solar en España.

En junio de 2015, Gas Natural Fenosa compraba Gecalsa (201 MW instalados) por 260 millones y consolidaba su posición como quinto operador eólico en España, con 1.213 MW y una cuota del 4,3%. Y un mes después, KKR adquiría el 80% de Gestamp Solar, la promotora de parques fotovoltaicos de la familia Gonvarri, por unos 800 millones de dólares. La nueva compañía, presentada este mes, se llama X-Elio. KKR se ha comprometido a invertir en ella otros 450 millones. Todos los fondos se destinarán a la expansión fuera de España.

En octubre pasado se cerraron tres grandes operaciones. A principios de ese mes, el fondo de inversión Magnum Capital (fundado por el exdirectivo del Santander Ángel Corcóstegui) vendió Iberwind a las chinas CKI (perteneciente al conglomerado Cheung Kong, presidido por el multimillonario Li Ka Shing) y Power Assets Holdings Limited en una operación valorada en 1.000 millones de euros, deuda incluida.

Ese mismo mes, Cerberus, el fondo buitre asesorado por José María Aznar Jr, compraba Renovalia, la empresa de renovables de la familia Ortega, antiguos propietarios del grupo lácteo Forlasa, por un importe estimado también en unos 1.000 millones. Y también en octubre pasado Acciona vendía su filial de fabricación de aerogeneradores al grupo alemán Nordex por 785 millones, aunque permanece en el grupo resultante como primer accionista. En noviembre, otro fondo buitre, Oaktree, se impuso a Cerberus y Blackstone y compró Eolia, sexto operador de energía eólica en España, que llevaba más de dos años en venta, por unos 1.000 millones de euros, de los que sólo 280 millones eran efectivo. El resto era deuda.

Impacto en el empleo

La reestructuración de un sector que antaño fue líder mundial ha supuesto una destrucción de empleo que comenzó en 2009 (cuando empezaron los primeros recortes al sector con el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero) y se aceleró tras la moratoria a las primas de principios de 2012 y el drástico recorte retributivo decretado por la reforma energética de Soria en 2014. Si en 2008 la industria fotovoltaica española daba empleo a 41.700 personas, en 2014 la cifra era sólo de 4.000, según la patronal UNEF. En eólica, el sector (incluyendo fabricación de aerogeneradores y operación de parques) tiene actualmente en torno a 20.000 empleados, la mitad que en 2008, según la patronal AEE.

España es todavía el tercer exportador mundial de aerogeneradores, tras Alemania y Dinamarca, y el séptimo país del mundo en patentes eólicas. Con 191 centros de producción en 12 de las 17 comunidades autónomas, en los dos últimos años el sector ha exportado prácticamente 100% de lo producido. La última planificación del Ministerio de Industria dice que se necesitan 6.000 MW eólicos hasta 2020 y el sector pide que empiece a subastarse ya nueva potencia.

En esta dinámica de desinversiones aceleradas, la excepción es el sector de la energía termosolar, protagonizado por empresas con mayor dimensión, con inversiones de gran volumen, y en el que sólo Abengoa (en preconcurso de acreedores) y ACS han protagonizado grandes operaciones mediante la creación de vehículos financieros (conocidos como 'yieldco') para gestionar las plantas. La primera, con el traspaso progresivo de quince centrales termosolares a su filial estadounidense, rebautizada como Atlantic, y la segunda, con la salida a bolsa de su vehículo de renovables, Saeta. Con ello, las plantas han quedado convertidas en un producto financiero.

“Ha habido que renegociar con los bancos, pero no ha habido cambio de manos de compañías y ha habido bastante estabilidad”, reconoce Luis Crespo, secretario general de la patronal termosolar, que pide que la planificación para 2020 incorpore esta tecnología: “Cada día más, el mercado va a poner en su situio la diferencia entre las tecnologías que son gestionables [como la termosolar] y las que sólo aportan kilovatio hora cuando hay viento o sol”, dice.

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