“La inercia nos lleva al Grexit”. Era el resumen de una fuente europea tras el inicio, esta mañana, de un nuevo Eurogrupo, la reunión informal en la que participan los 19 ministros de Economía y Finanzas de los países con la divisa comunitaria, que ha concluido con la petición de medidas concretas a Grecia antes del miércoles.
Tras el cese de Yanis Varufakis, esa inercia, más que con la resistencia helena del Gobierno de Syriza, tiene mucho que ver con la profunda división entre los demás países en este domingo crucial para la moneda europea, con la cumbre de jefes de Estado y de Gobierno de la Eurozona de esta tarde, tras la cancelación de la cumbre de los 28 países de la UE que estaba prevista para después y que no se celebrará este domingo para dar más tiempo a los líderes del euro para negociar. “Atenas tiene que asumir condiciones muy duras para lograr un acuerdo”, ha destacado el ministro finlandés Alexander Stubb, erigido en portavoz del ala más dura contra Grecia, antes de la reunión del Eurogrupo de esta mañana.
El cisma es importante y los estados miembros partidarios de llegar a un acuerdo con Atenas empiezan a atacar a los partidarios de la austeridad a machamartillo. El sustituto de Varufakis, Euclides Tsakalotos, “es un buen negociador, es un socio fiable”, cuentan portavoces de los favorables a suavizar las exigencias a Grecia, véase Francia a la cabeza, Italia, Luxemburgo o España. Desde este bando se remacha que “el coste del Grexit es mayor” que el de mantener al país en el euro.
Las exigencias de Berlín y Helsinki pueden obligar a Tsipras a adoptar un paquete de medidas más exigente que el que aprobó el Parlamento griego en la madrugada del sábado. Y eso siempre que haya acuerdo para negociar otro rescate, algo que requiere voluntad de todas las partes, como ha recordado el primer ministro griego. “Habrá un acuerdo esta noche si todas las partes quieren”, ha dicho, poco antes de la cumbre de esta tarde.
Mientras Wolfgang Schäuble, titular de Finanzas alemán y halcón pro-austeridad, ha evitado hacer declaraciones esta mañana, Finlandia se reveló en la noche del sábado como el país más intransigente contra Grecia al pedir directamente su salida del euro si no hace reformas contundentes dentro de las acciones prioritarias que el Ejecutivo de Alexis Tsipras podría aprobar la próxima semana, de haber acuerdo, para permitir el tercer rescate heleno desde 2010.
Aunque Finlandia no está sola en sus exigencias, de no haber consenso entre los socios, el Eurogrupo podría invocar una cláusula que permite tomar decisiones y liberar efectivo del Fondo de Rescate europeo con el 85% de los votos. Nadie confirma que esta posibilidad exista, pero es altamente probable que los duros supongan más del 15% de los 19 países. Alemania (por sí sola, ya que es la que mayor participación tiene en ese fondo), pero también Eslovaquia, Eslovenia, Bélgica (la sorpresa del sábado porque nadie la esperaba alineada con Berlín) y parece que también Portugal, que creen que las condiciones que se van a dar a Atenas son demasiado favorables, según fuentes comunitarias.
El finlandés Stubb ha respondido esta mañana a esa supuesta intransigencia: “Nadie está bloqueando un acuerdo, todos buscamos una solución en una situación muy difícil. Pero las condiciones presentadas por los griegos simplemente no son suficientes en este punto”. Desde el bloque de países moderados responden: “Hoy tendrá que haber un acuerdo de mínimos. Los griegos parecen y están comprometidos. Pedir mucho es la mejor manera de cargarse el acuerdo”.
Interés nacional
Finlandia actúa motivada por un interés nacional: el partido ultraderechista y eurófobo de los Verdaderos Finlandeses, tercero en las últimas elecciones con casi un 18% de los votos, amenaza con dejar caer el Gobierno en el que participa como socio, que sólo tiene dos meses de andadura. La fobia a Bruselas es más aguda en los países donde la crisis ha sido menor, aunque los griegos rechazaran más recortes en el referendo de hace una semana.
Fuentes de la Comisión confirmaban avanzada la madrugada del domingo, terminado el Eurogrupo del sábado por la noche, que las discusiones estaban en un punto “muy difícil”. Una opinión compartida por el ministro austriaco Hans-Jörg Schelling, que se declaraba sin embargo “optimista”. El italiano Pietro Carlo Padoan ha apuntado que se dan “las condiciones para empezar una negociación, no para lograr un acuerdo. Y estamos a punto de lograrlo”.