La Fundación Botín invirtió 34,8 millones de euros en sus distintos programas en 2015, un año en el que reforzó su apuesta por la innovación, la colaboración con otras organizaciones y la mejora en la medición de resultados con el objetivo de ser más eficiente en su acción social.
Según su presidente, Javier Botín, la fundación no es ajena a la transformación que está viviendo el sector social en España, que, a su juicio, está llamado a jugar en el futuro un papel fundamental en la generación de riqueza y desarrollo.
Este sector supone ya el 1,5 por ciento del PIB nacional, un porcentaje similar al que representan el metalúrgico o el de las telecomunicaciones, ha apuntado durante la presentación de la memoria de la Fundación Botín de 2015.
De los 34,8 millones que invirtió el año pasado, más de la mitad, 19,6 millones, se destinaron a la construcción del Centro Botín, el proyecto más importante de la historia de la fundación y que tiene entre sus objetivos el desarrollo social y de la creatividad a través de las artes.
Ayudar a que la ciencia biomédica salga del laboratorio y los descubrimientos se transformen en productos y servicios que generen riqueza es la finalidad de “Mind the gap”, cuyas dos próximas convocatorias serán financiadas con la colaboración de cinco inversores privados, lo que, según la fundación, multiplicará por seis su eficiencia social.
En 2015 se trabajó en el desarrollo de cinco proyectos, de los que cuatro se han transformado ya en empresas, que captaron el año pasado 2 millones de euros de capital privado.
También ha contribuido a la creación de empresas (32 además de otras 14 que están en trámites), Nansaemprende, que nació hace cinco años para apoyar a los emprendedores rurales. Dan empleo a 73 personas y facturan en conjunto 1,5 millones.
Con el fin de buscar soluciones imaginativas a los problemas de hoy nació el programa Desafío Talento Solidario. En 2015 se estudiaron 300 ideas para mejorar la calidad de la educación en España y se seleccionaron tres proyectos y este año el reto será la integración de inmigrantes y refugiados.
Otro programa que sigue avanzando es el de Educación Responsable, una iniciativa para el desarrollo de la inteligencia emocional y social que ha llegado a 200 centros escolares de siete comunidades autónomas y ha beneficiado a 10.000 alumnos.
Botín ha explicado que la Universidad de Cantabria ha hecho una evaluación exhaustiva del programa de 2012 a 2014 y ha adelantado que, aunque aún se están analizando los datos, los resultados son aún mejores que los que arrojaba el primer estudio (2007-2009), cuando aún era un proyecto piloto en tres colegios de Cantabria.