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Quién gana y quién pierde con el acuerdo de Repsol y Argentina

Belén Carreño

El conflicto por la expropiación de YPF, filial de Repsol, por parte de Argentina, es una de las historias geopolíticas y empresariales más rocambolescas que se recuerda. Su alto número de protagonistas ha complicado cada vez más el desenlace del conflicto, que comenzó en abril de 2012 y que fue uno de los primeros reveses internacionales a los que se tuvo que enfrentar Mariano Rajoy.

Lo que comenzó como una guerra casi personal entre Antoni Brufau y Cristina Fernández de Kirchner ha terminado ampliándose a una disputa coral, en la que el Gobierno español, pese a defender la independencia de las empresas, quiso intervenir, y al que se fueron sumando los distintos, y poderosos, accionistas de referencia de Repsol (La Caixa y Pemex, la empresa pública más poderosa de México). El lunes, en un viaje relámpago y sorpresa, el ministro de Industria José Manuel Soria, y los principales accionistas de Repsol sellaban la paz con la indemnización de 5.000 millones de dólares (3.500 millones de euros) por la compañía arrebatada.

La enfermedad de Cristina Fernández, que acaba de recuperarse de un hematoma cerebral, y la oposición del presidente de Repsol han dilatado el proceso por encima de la paciencia de catalanes, mexicanos y también estadounidenses. Chevron, una de las petroleras de bandera estadounidense, tenía también su interés en la resolución del conflicto.

Si el lector no es accionista de Repsol, ya se habrá perdido. Así que estas son las caras y los intereses de los protagonistas de este Risk petrolero.

Antoni Brufau. Pierde

El catalán es desde 2004 presidente de la petrolera española. Su currículum estaba indisolublemente ligado a La Caixa pero fue aupado a la cima de Repsol cuando al poco de llegar José Luis Rodríguez Zapatero al poder, fue destituido Alfonso Cortina, hombre de confianza del Partido Popular.

Brufau tiene una pésima relación personal con la presidenta argentina. Tan pésima que, según han publicado varios medios a lo largo del proceso de negociación, su cabeza fue una petición irrevocable para que Argentina aceptara firmar algún tipo de acuerdo. Esta demanda se ha traducido por el momento en que Brufau no fue invitado a participar en la firma del acuerdo que tuvo lugar el lunes en Buenos Aires. Cabe esperar su salida próxima de la compañía, y suenan ya hombres de confianza del Partido Popular, como Josep Piqué o Nemesio Fernández Cuesta (ahora directivo de Repsol pero otrora secretario de Estado de Energía con el PP). Brufau no quería aceptar el acuerdo con Argentina, convencido de que el yacimiento de Vaca Muerta que se queda YPF tiene mucho más valor del reconocido. Sin embargo, los cambios en las condiciones, principalmente el pago en deuda en dólares, y la cifra, (1.500 millones de euros menos de lo pactado pero al contado), le habrán persuadido en la distancia de las ventajas de la operación.

Brufau ha sido en estos nueve años un superviviente, ya que son numerosas las peleas en las que ha estado en juego en su cabeza. Con todo, si se va, tiene pactada una indemnización que sumada a su plan de pensiones rondará los 60 millones de euros.

Axel Kicillof y Cristina. Ganan

El recién nombrado ministro de Economía argentino, Axel Kicillof, fue el auténtico promotor de la expropiación de YPF. Kicillof, de 37 años, fue el encargado como viceministro de convencer al Senado de que votara a favor de la nacionalización de Repsol. Su pelea con la española se ha visto recompensada con la cartera de Economía. Aunque Cristina, por su personalidad, ha acaparado las portadas en el conflicto, este argentino estudioso de Keynes ha sido el que ha cerrado los detalles del acuerdo y el que explicará la negociación al otro lado del Atlántico. Del éxito ahora de las prospecciones en Vaca Muerta depende que su carrera política tenga el empujón definitivo que le pueda llevar incluso a soñar con ser algún día candidato a la presidencia. Por lo pronto, están convenciendo a los argentinos de la victoria de esta indemnización.

Isidre Fainé. Neutral

El presidente de La Caixa, o Caixabank tras la fusión de varias entidades, fue el empresario de rango más alto encargado de cerrar la operación. Fainé viajó a Argentina con la comitiva oficial como representante del principal accionista, al tener un 12% de la petrolera española. Fainé es consejero de Repsol y se lleva bien (o al menos no mal) con la presidenta argentina. Fainé ha defendido públicamente a Brufau y ha negado que vaya a vender su participación en Repsol. Con todo, para cumplir con las nuevas normativas bancarias que obligan a no tener más de un 10% de una participación industrial, ha canjeado ya parte de sus acciones por bonos convertibles y puede dejarse seducir para hacer más caja con su participación por parte de otros socios.

Pemex. Gana

El grupo mexicano petrolero Pemex (en la foto Emilio Lozoya, director general que ha llevado las negociaciones) ha sido el auténtico ganador de la disputa. Pemex ha tenido una relación hostil con Brufau durante años hasta que firmó la paz meses antes de la expropiación de YPF. Precisamente, sus intereses en YPF, donde opta a explotar los yacimientos, han sido los que reabrieron en el último año la guerra en Repsol, de la que tiene un 9,4%.

Pemex ha forzado el acuerdo con los astilleros de Vigo como rehenes, a los que les congeló unos contratos de floteles sin los cuales quedaba en peligro la viabilidad del sector en la zona. La presión de Alberto Feijóo ha terminado por decantar la balanza, ya que Rajoy se negaba a ceder ante las presiones de los mexicanos. A las pocas horas de firmar el acuerdo, Pemex anunció la compra del 51% de los astilleros Barrera, en Vigo.

España-Estados Unidos. Colaboradores necesarios

Los Gobiernos han sido participantes de lujo de las negociaciones a cuatro bandas por el conflicto. El papel del ministro de Industria, José Manuel Soria, es claro hasta el punto de que se ha tenido que ver con sus homólogos de México, Argentina y Estados Unidos, por no hablar de atemperar los ánimos de los empresarios españoles, hasta fraguar una alianza.

El papel de EEUU (en la foto el secretario de Energía, Ernest Moniz) ha sido más discreto pero determinante. Moniz vino la semana pasada a España a convencer al Gobierno de que protegiera los intereses de sus empresas. Aunque en un primer momento estos intereses parecían afectados solo por la nueva ley de reforma del sector eléctrico, que resta valor a las inversiones en renovables, todo indica que también presionó en favor de la petrolera Chevron. La empresa estadounidense es el segundo inversor, junto con Pemex, que se ha buscado el Gobierno argentino para explotar Vaca Muerta. Pero la amenaza, latente y real, de que Repsol paralizara con una de las demandas internacionales que tiene planteadas esta explotación, ponía en vilo la operación que ahora tiene vía libre.

Se da la circunstancias que pocos días antes del acuerdo, se cesó a una inspectora de la Agencia Tributaria que había puesto una sanción millonaria (450 millones de euros). La cementera no pinta más en todo esto que sus estrechas relaciones con el Gobierno de México.

Sacyr-Vallehermoso. Colaborador necesario

Aunque en la foto aparece Luis del Rivero, su cabeza fue de las primeras que cayó en la guerra por controlar Repsol. La reina del ladrillo llegó a controlar un 20% de la petrolera lo que la llevó a pactos con Pemex para intentar llevarse, ya entonces, por delante a Brufau. Pero la crisis dio al traste con sus pretensiones y tuvo que vender parte de su paquete accionarial, hasta quedarse en un 9,5%. Con todo, su política de desgaste ha hecho mella en la compañía y su voto será decisivo para pactar la salida definitiva del catalán y la viabilidad del preacuerdo.

Carlos Slim. Ganador

Otra figura aparentemente secundaria en el conflicto ha sido la del magnate (a ratos hombre más rico de la Tierra) Carlos Slim. Según han publicado varios medios, Pemex tiene intención de presentar una oferta por otro 10% de Repsol, pero lo haría en colaboración, o de la mano, de Slim que pondría la liquidez. Slim se ha convertido recientemente en inversor en España al comprar a La Caixa su red de sucursales. Es decir, Fainé es ahora inquilino de Slim. También tiene una pequeña participación en Gas Natural del 0,5%. La Caixa y Repsol son los principales accionistas de la gasista.

Los accionistas. Depende

Los accionistas minoritarios de Repsol son los auténticos convidados de piedra de esta historia. La acción de la compañía está expuesta a altas fluctuaciones por su dependencia al precio del petróleo y a las divisas extranjeras, especialmente el cambio euro-dólar. Con todo, el director de estudios de la firma de inversión M&G Valores, Nicolás López, entiende que el acuerdo, aunque inferior a lo previsto (Repsol había anotado en sus cuentas que recibiría una compensación de alrededor de 5.400 millones de euros), es mejor que nada. “El conflicto podía eternizarse en los tribunales internacionales”, recuerda. La calidad y el tipo de los bonos que se entreguen también dará más o menos valor a la operación, algo que aún no ha trascendido. Además, la valoración se ajusta al precio de mercado del momento de la expropiación. Por lo pronto, la acción subió ayer un 4,3% en bolsa.

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