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Gas Natural pasa a llamarse Naturgy y no descarta volver a ubicar su sede en Barcelona: “Nada está hecho para siempre”

Francisco Reynés, presidente ejecutivo de Gas Natural Fenosa, ahora nombrada Naturgy.

Antonio M. Vélez

El presidente ejecutivo de Gas Natural Fenosa, Francisco Reynés, ha abierto este miércoles la puerta a que la empresa vuelva a ubicar su sede en Barcelona, tras trasladarla en octubre pasado a Madrid, como muchas otras compañías catalanas, en plena escalada soberanista: “Nada está hecho para siempre”, ha dicho el ejecutivo, unas horas antes de presentar a los accionistas la nueva denominación comercial de la empresa, Naturgy.

Respecto al posible regreso a Catalunya, Reynés ha señalado que la empresa tomará la decisión “que toque en el momento oportuno y si lo considera oportuno”. “Mi padre siempre me aconsejó una cosa: que nunca utilizara las palabras 'siempre' y 'nunca' porque eso es mucho y poco tiempo”, ha señalado, preguntado por este asunto en rueda de prensa previa a la junta de accionistas.

En esa asamblea, Reynés anunciará la nueva marca de la multinacional, que destierra la palabra “gas” por primera vez en sus 175 años de historia. Reynés, que afronta su primera junta desde su nombramiento en febrero pasado, presentará mañana en Londres un nuevo plan estratégico para los próximos cinco años.

Ante la prensa, Reynés no ha querido opinar sobre el nuevo Gobierno tras la “inestabilidad política” que caracterizó 2017 (“no vamos a hacer ninguna referencia a la política”, ha dicho). Tampoco se ha querido pronunciar sobre el impacto que pueden tener en los precios de la luz algunas de las medidas ya avanzadas para el sector por la nueva ministra para la Transición Ecológica, Teresa Ribera, “sin tener claros los reglamentos”. 

Sí se ha referido en varias ocasiones a la “tendencia europea” a la reducción de emisiones y a la necesidad de analizar la viabilidad de plantas de generación eléctrica (térmicas y nucleares) para adaptarlas a los requisitos medioambientales: “No somos abogados de cierres o no cierres, sino de si hay un retorno a la inversión”. “Aquellas centrales que no sean capaces de adaptarse a los mínimos requerimientos de emisión tendrán dos alternativas: invertir o cerrar. En ningún caso vamos a hacer inversiones que no permitan recuperar la inversión”, ha abundado.

En un gesto muy poco habitual que ha calificado como ejercicio de “transparencia ante los accionistas ”, el ejecutivo ha avanzado los resultados de la compañía entre enero y mayo, que arrojan un crecimiento del beneficio neto recurrente del 34% respecto a 2017, el peor ejercicio de la última década. No obstante, Reynés ha dicho que esa evolución no tiene por qué ser extrapolable al conjunto del ejercicio.

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