Firme partidaria del TTIP, el tratado de libre comercio que la Unión Europea negocia con Estados Unidos desde hace más de año y medio, España se alinea en la negociación con todos los demás países de la UE para sacar adelante el acuerdo sin que de momento haya disensiones (la primera grieta la puede abrir próximamente Syriza en Grecia). Pero una cosa es el interés de la UE y otra muy distinta, que coincida con los intereses de sus Estados miembros, como ha puesto de manifiesto esta crisis.
También en lo relativo el TTIP: al Gobierno de Mariano Rajoy le preocupan últimamente los derroteros que han tomado algunos puntos de esa negociación y ha decidido tomar cartas en el asunto, por ejemplo, en la parte que afecta a las llamadas “indicaciones geográficas”, marcas y denominaciones de origen protegidas por la legislación comunitaria.
Así lo reconocen a eldiario.es fuentes del Ministerio de Economía, encargado de representar los intereses de España en la negociación del vasto TTIP a través de la Secretaría de Estado de Comercio, cuyo responsable es Jaime García-Legaz. “España forma parte efectivamente del grupo de Estados miembros defensores de las indicaciones geográficas y de su inclusión en las negociaciones del TTIP”, asegura una fuente autorizada del ministerio.
Como reconocen los documentos recientemente desvelados por la Comisión relativos a la posición europea en la negociación, “Estados Unidos no protege las indicaciones geográficas que proceden de la UE, especialmente las que tienen que ver con productos alimentarios como el jamón de Parma, el Whisky escocés o el queso Roquefort”, señala uno de los apartados. La Comisión Europea que preside el cada vez más cuestionado Jean-Claude Juncker negocia, ella sola, el tratado en nombre de Europa.
“EEUU permite a sus productores utilizar nuestras denominaciones, y así se produce un comercio engañoso con los consumidores”, continúa la nota de la Comisión. “Por eso queremos mejoras clave en el sistema estadounidense sobre este asunto, tales como la protección para una lista negociada y pactada de denominaciones de origen en la UE y el refuerzo de las normas frente al uso indebido del comercio”.
Otros dos problemas
Una nota insuficiente para España, pero también para otros países como Alemania, Francia e Italia, todos aliados debido a la gran variedad de indicaciones geográficas que albergan. Hay dos problemas con Estados Unidos: el primero, ya mencionado, que este país no protege geográficamente sus productos; Europa, en el lado opuesto, introdujo en 1992 tres categorías distintas para defender sus denominaciones de origen: la roja, que significa “denominación de origen controlada”; la “indicación geográfica protegida”, amarilla y azul; y una última conocida como “especialidades tradicionales garantizadas”.
El segundo temor es que EEUU no solo no protege sus especificidades regionales, sino que “las figuras de calidad reconocidas en Europa allí no son más que marcas genéricas”, explican desde la Conferencia Española de Consejos Reguladores Vitivinícolas (CECRV). “Allí es posible encontrar un Jerez de California o un Oporto de Oregón, una práctica comercial abusiva contra la que venimos luchando desde hace mucho tiempo”. Es decir, un producto selecto, localizado en una zona geográfica europea y elaborado a partir de una determinada técnica no es otra cosa que una mera marca comercial, una más, cuando llega a Estados Unidos. Desde esta organización consideran que “las Indicaciones Geográficas de la UE no pueden ser una moneda de cambio en el actual marco negociador”.
Aunque el CECRV ve en el TTIP una “oportunidad”, este colectivo cree que el riesgo de armonizar las denominaciones de origen conllevaría “la pérdida de la especificidad de las regiones de la UE y de la calidad de sus productos”. Y eso, según este órgano, supondría una “sangría de puestos de trabajo a nivel local y regional”.
En España no ha tenido demasiado eco este apartado del TTIP, tratado contra el que se posicionan en la Eurocámara Podemos e IU, Equo-Compromís y una buena hornada de partidos situados en el ala izquierda de la bancada en Bruselas. Otros países han alzado más la voz, caso de Alemania. “Si queremos beneficiarnos de las ventajas que tendrá el libre comercio con el gigantesco mercado norteamericano, no podremos proteger nunca más cada tipo de salchicha y queso alemán como si fuesen especialidades”, declaró recientemente el ministro germano de Agricultura, Christian Schmiddt. Sus palabras dispararon las alarmas entre los productores alemanes y franceses, seguidos de italianos, españoles, portugueses… El Gobierno de Rajoy mantiene uno de los perfiles más bajos en la UE a pesar de su preocupación.
Todos estos estados miembros intentan arrancar una declaración que comprometa a la Comisión a no alterar ni una coma del actual sistema de protección comunitario tras el que se parapetan los productores regionales. Varias autoridades francesas, especialmente dirigentes regionales y departamentales, ya han advertido que no tolerarán que se alteren las denominaciones de origen vinícolas, según ha recogido la prensa francesa en los últimos días.