El Gobierno asegura que hay “bajo riesgo de desabastecimiento” de uranio a las centrales nucleares españolas si, como consecuencia de la invasión de Ucrania, se produjera un hipotético corte del suministro desde Rusia, un proveedor clave en este mercado a escala global.
“La diversa distribución geográfica de los recursos de uranio, así como de las instalaciones en las que se llevan a cabo los procesos de conversión y enriquecimiento, situadas en países con estabilidad política, permite hablar de un bajo riesgo de desabastecimiento”, afirma el Ejecutivo en una reciente respuesta parlamentaria.
En ella, el Gobierno recuerda que la empresa estatal Enusa, responsable de suministrar el uranio enriquecido que alimenta los reactores, tiene suscritos contratos con diferentes suministradores de concentrados de uranio, así como de servicios de conversión y de enriquecimiento, “que permiten adoptar las decisiones necesarias para hacer frente a un eventual corte de los suministros desde Rusia”.
España, que el año pasado vetó el proyecto de construcción de una planta de fabricación de concentrado de uranio en el yacimiento que la minera australiana Berkeley quería explotar en Retortillo (Salamanca), importa el 100% de este mineral, del que se extrae el combustible para los siete reactores nucleares operativos. Estos cubren alrededor del 20% de la demanda de electricidad con algo más del 6% de la potencia instalada.
Un decreto de 1999 obliga a las eléctricas a tener disponible una reserva física de uranio enriquecido equivalente a dos recargas de 18 meses que está depositada en la fábrica de Enusa en Juzbado (Salamanca). Las compañías deben tener almacenado en las centrales, con una antelación mínima de dos meses, el combustible para cada recarga. Estas se realizan cada año y medio.
Esto “da un margen de tiempo para solventar cualquier eventual interrupción del suministro”, señala el Gobierno. En mayo, en la presentación de resultados del primer trimestre, Endesa ya indicó que, de manera indirecta a través de Enusa, está analizando los efectos sobre los pedidos de suministro de combustible nuclear procedentes de Rusia a partir de 2024 y que esta sociedad está derivando las órdenes de fabricación a otros proveedores.
En 2020, y según datos de Enusa recogidos por el Foro Nuclear, Rusia suponía el 38,7% de los concentrados de uranio importados por España, más que ningún otro proveedor y muy por delante de Canadá (22,3%), Níger (19,5%) o Kazajstán (11%). Este último país, muy próximo al régimen de Vladímir Putin, es el mayor productor mundial, con una cuota del 41%, según la World Nuclear Association.
Enusa no precisa cuál es el peso actual de Rusia en ese mix. En un correo electrónico, a preguntas sobre este asunto, la empresa estatal indica que “a corto plazo se dispone del uranio enriquecido necesario para el funcionamiento del parque nuclear español. A medio y largo plazo se están considerando diferentes escenarios valorando el papel que pueda jugar la industria nuclear rusa en el futuro, así como la capacidad que puedan aportar los restantes suministradores de uranio enriquecido”.
La empresa perteneciente a la Sociedad Estatal de Participaciones Industriales (SEPI) remarca que “un elemento fundamental de nuestra política es la seguridad del suministro de uranio para los clientes”. Para ello, tiene suscritos contratos “con los principales suministradores mundiales, manteniendo una política de diversificación de fuentes y de mecanismos de precios fijos y de precios indexados al mercado con topes al alza”, para protegerse de posibles subidas.
Enusa recuerda que “se dispone de diversos mecanismos para evitar una interrupción del suministro de uranio”, como cláusulas de flexibilidad en las cantidades que se pueden adquirir anualmente y los stocks de uranio enriquecido de reserva que establece la normativa, además de “diversos otros stocks operacionales capaces de absorber las variaciones producidas por situaciones como la que se vive actualmente”.
Fuera del embargo
Más de 100 días después de la invasión de Ucrania por parte del régimen de Putin, el embargo a las compras de uranio y a la potente industria nuclear rusa no se ha puesto hasta ahora sobre la mesa, a diferencia de lo ocurrido con el petróleo y el gas.
Ni por parte de Estados Unidos, que en 2020 importó a Rusia el 16% del uranio que consumían los 94 reactores nucleares que entonces había en el país, ni de la Comisión Europea, aunque en abril, cinco diplomáticos de la UE revelaron a Politico que algunos miembros de la UE quieren prohibir las importaciones de ese mineral a Rusia. Entre ellos, Alemania, que mantiene su plan de apagar las nucleares este año, pese a la actual crisis energética.
Algunos países europeos tienen una elevada dependencia de la tecnología nuclear rusa. Bulgaria, República Checa, Finlandia, Hungría y Eslovaquia cuentan actualmente con viejos reactores VVER de fabricación soviética en funcionamiento en su territorio, totalmente dependientes del combustible suministrado por TVEL, filial de la empresa estatal rusa Rosatom. Y Hungría y Eslovaquia dependen del combustible nuclear ruso para la mitad de su demanda, según contaba la semana pasada eurobserver
Rusia ha exportado más reactores en las últimas décadas que ningún otro país, con Finlandia, Eslovaquia o República Checa entre sus clientes, aunque no España. Y es un suministrador clave de uranio y de servicios asociados a la fabricación de este combustible. Para llevar a cabo ese proceso, el uranio en bruto debe extraerse del subsuelo y molerse en óxido de uranio antes de enviarse a instalaciones que lo convierten en hexafluoruro de uranio, el paso previo para enriquecerlo y usarlo como combustible.
Rusia no es uno de los principales productores mundiales desde el punto de vista de la extracción de uranio, pero tiene un peso muy importante en las operaciones de extracción de ese mineral de terceros países, como Kazajstán o Uzbekistán. En 2020 fue, con algo más del 20%, el segundo proveedor de este mineral a Europa, según Euratom, prácticamente empatado con Níger.
De acuerdo con un informe publicado en mayo por el Center on Global Energy Policy de la Universidad de Columbia, Rusia poseía el 40% de la infraestructura total de conversión de uranio en el mundo en 2020 y el 46% de la capacidad total de enriquecimiento de uranio en 2018.
Según Euratom, Rosatom proporcionó a través de su filial Tenex el 26% de los servicios de enriquecimiento de uranio a las eléctricas de la UE en 2020. Los ingresos de Moscú por las exportaciones de combustible nuclear fueron modestos en comparación con los que obtiene por el gas y el petróleo, alrededor de 650 millones de euros en 2020, según las cifras anuales de Rosatom. Pero su planta de fabricación de combustible tiene 14.600 millones de euros en pedidos pendientes.