La portada de mañana
Acceder
Feijóo confía en que los jueces tumben a Sánchez tras asumir "los números"
Una visión errónea de la situación económica lleva a un freno del consumo
OPINIÓN | La jeta y chulería de Ábalos la paga la izquierda, por Antonio Maestre

La guerra de los tres céntimos: ganaderos y supermercados vuelven a enfrentarse por el precio de la leche

Analía Plaza

30 de mayo de 2021 21:47 h

0

Vuelve la guerra por el precio de la leche. El sindicato agrario UPA ha denunciado esta semana los injustos precios pagados en origen. Según UPA, el precio medio pagado en 2020 fue de 0,332 euros por litro, por debajo de los 0,3626 que los últimos estudios sitúan como el coste de producción medio. “Nadie puede vender por debajo de costes y vivir para contarlo”, denuncia Román Santalla, su secretario de Ganadería. “Perder 3 céntimos por litro es inasumible. Ya veníamos muy justos porque a 33 céntimos no salían las cuentas. Pero a partir de la semana 37 de 2020 se dispararon los costes. ¿Cómo pretenden la industria y la distribución que lo hagamos? Es imposible”.

En teoría, la reciente modificación de la Ley de la Cadena Alimentaria —que vino precedida por un decreto aprobado tras las protestas de agricultores a principios de 2020— prohíbe estas prácticas. La ley obliga a los intermediarios a pagar un precio igual o superior al coste de producción del anterior eslabón, con la excepción de los supermercados, que pueden vender a pérdidas para evitar el despilfarro (si un producto está a punto de ponerse malo, podrían bajarle el precio). Los costes se acuerdan por contrato entre comprador y vendedor. Y ahí está el quid de la cuestión.

“La ley de la cadena, que persigue acabar con estas ventas apérdidas, no está funcionando. Tanto industrias como distribución siguen imponiendo su ley en la firma de contratos”, dice Santalla.

La mecha de las protestas la prendieron los ganaderos de la organización de productores Agaprol con una carta incendiaria contra las proveedoras de leche de Mercadona. La misiva —titulada “Basta de mentiras”— cuenta que estas industrias marcan el precio al que les pagan la leche, que a su vez viene marcado por el precio que Mercadona les paga a ellas y que permite a sus cartones ser tan baratos (entre 57 y 59 céntimos, el entorno en el que se mueven todas las marcas blancas del mercado). “Y a nosotros no nos queda más remedio que decir 'amén”, relatan, aun a sabiendas de que “en la gran mayoría de los casos” con ese precio no cubren los costes de producción.

El conflicto nace durante la negociación de los contratos de leche entre Agaprol con Lactiber e Iparlat, dos de los proveedores lácteos de Mercadona y empresas que le venden casi toda su producción. Agaprol es una Organización de Productores de Leche (OPL), una figura regulada por ley que permite la negociación colectiva de contratos en nombre de sus miembros. Es decir: en lugar de que cada ganadero negocie a cuánto vende su leche, la OPL negocia un mismo precio para todos. La idea es que la unión hace la fuerza (siempre que la OPL no negocie más del 33% de leche que se produce en España, para evitar situaciones de dominio).

“La figura está bien pensada: nos reunimos muchos y negociamos mejor”, explica una fuente independiente bien conocedora del sector. “Pero en la práctica funcionan con dificultad”.

Agaprol representa a unos 600 ganaderos que producen 800.000 toneladas de leche al año, el 11% de la producción nacional. En un comunicado enviado por todos los interproveedores de leche de Mercadona (Covap, Iparlat, Naturleite, Lactia y Lactiber), estas empresas aseguran que solo trabajan con 14 ganaderos asociados a Agaprol que “apenas representan el 5% de nuestras necesidades de materia prima”, si bien desde Agaprol subrayan que producen el 50% de la leche que maneja Lactiber, una de las dos empresas señaladas.

“Hasta ahora, Lactiber e Iparlat pagaban entre 32 y 33 céntimos por litro”, explica Francisco Fernández, director de Agaprol. “El contrato termina el 30 de junio. Nos han hecho una oferta de subir algo, menos de un céntimo. Y les hemos dicho que no, porque los costes de producción han subido en el último año. La alimentación de las vacas supone el 60% de los costes. La soja ha pasado de 350 euros por tonelada a 500 y el maíz de unos 140 a más de 200 euros. España es deficitaria en soja y maíz, lo importamos. Ha habido sequía en los países productores, China ha aumentado la demanda y posiblemente haya habido algo de especulación, porque hay fondos que invierten en estos productos. El caso es que el aumento empezó en octubre, los precios se han consolidado y no parece que vayan a bajar”.

La propuesta de Agaprol es que Lactiber e Iparlat paguen en torno a 36 céntimos por litro para que los ganaderos puedan cubrir costes. “El precio se pacta aunque en muchos casos sea mentira que cubre los costes de producción”, continúa Fernández. “La leche es un producto muy perecedero y es complicado cambiarse de industria de un día para otro”.

Como explica una fuente independiente, “el precio de la leche se forma al revés. La distribución dice a cuánto lo quiere vender y va hacia atrás. Quitas el transporte, el envase, el IVA y lo que queda es lo que cobra el ganadero. Mercadona te puede decir: si usted no es capaz de producir más barato, aguántese. Ya me buscaré yo a alguien que pueda. El problema no son los costes, sino que la distribución quiere tener un precio extremadamente bajo”.

El papel del Ministerio de Agricultura

Los costes se acuerdan por contrato, sean reales o no. Ante esta situación, los ganaderos tienen dos opciones: denunciar a la Agencia de Información y Calidad Alimentaria (AICA) o acudir a los precios disponibles en el Ministerio de Agricultura. El departamento dirigido por Luis Planas se comprometió a hacer informes sectoriales que analizaran la formación de precios en productos como el aceite, la leche o las frutas. Porque el Gobierno no puede fijar precios, pero sí dar referencias.

El informe de la leche ya está elaborado, pero aún no es público. Fuentes ministeriales explican a elDiario.es que debe aprobarlo el Pleno del Observatorio de la Cadena, que forman miembros de la administración, sindicatos agrarios, representantes de los consumidores, de las industrias y de la distribución. Hay una versión de diciembre de 2020 (poco después de empezar la escalada de precios de la soja y el maíz) que se rechazó, pidiendo que los datos fueran más precisos. El Observatorio se reunirá en junio: una vez apruebe la nueva versión, esta se publicará. Está prevista una actualización anual.

El informe de diciembre de 2020, al que ha accedido elDiario.es y que se elaboró con una muestra de 46 explotaciones ganaderas, 6 industrias lácteas y 100 empresas de distribución, reconoce que los ganaderos ya venden la leche a pérdidas. En concreto, pierden un céntimo por cada litro de leche que producen y venden la leche cuatro céntimos por debajo de su coste.

Los costes medios ascienden a 36 céntimos por litro y el precio que perciben es de 32. ¿Cómo sobreviven? El informe incluye una partida de ingresos anexos a la producción de leche (venta de terneros, de novillas, estiércol o alquiler de pastos propios) que suma 3 céntimos por litro. Las organizaciones agrarias desean que se publique cuanto antes, porque servirá de argumento para negociar.

¿Y el céntimo de pérdidas restante? “A base de apretar el cinturón y de reducir costes”, señala un ganadero gallego que prefiere no dar su nombre y que hasta hace unos meses vendía leche a Naturleite. “Yo quiero comprar un tractor, pero no me dan los números. Pides créditos. La gente vive endeudada y espera a que al final de año lleguen la PAC y la devolución del IVA”.

Todas las personas consultadas —de la industria, la ganadería e independientes— coinciden en que el problema de base está en el precio al que se vende la leche en España. El informe del Ministerio marca un precio medio de venta al público de 75 céntimos, algo que solo hacen las leches de marca, no las de marca blanca.

En 2016, ganaderos y distribución acordaron no vender leche por debajo de 60 céntimos el litro. “Ya era un precio ridículo. Y en vez de tomarlo como el precio mínimo, lo tomaron como el de la marca blanca”, dice la fuente independiente. “El ejemplo más evidente es Francia, donde un litro cuesta un euro. Y la ley de la cadena es un poco trampa. ¿Por qué no se moja usted en el precio final? ¿Y por qué no prohíbe usar la leche como precio reclamo? Esa tendría que ser la queja del sector”.

3 céntimos, la diferencia entre que el sector “se mantenga o vaya al declive”

Las organizaciones agrarias destacan, una vez más, el peligro de que la baja rentabilidad de las explotaciones las haga desaparecer. “Pese a de todos los esfuerzos del sector por modernizarse, pese al endurecimiento de la Ley de la cadena, pese a que los ganaderos cada día producen con más calidad y más respeto al medio ambiente y al bienestar animal. Pese a todo ello, los productores de leche de vaca en España se enfrentan a su extinción”.

Los datos les dan la razón. El último informe de coyuntura del Ministerio dice que hoy hay 11.964 explotaciones de vacuno de leche en España, un 5,6% menos que hace un año. Como cuenta el ganadero gallego, “es la pescadilla que se muerde la cola. Yo tengo dos hijos a los que no animo a quedarse con la explotación. Si ganaras mucho dinero, vale, pero meterte aquí para ganar un sueldo pequeño y estar dependiendo de subvenciones... A mí si me dieran 3 céntimos más por litro de leche no me haría falta la subvención”.

Este ganadero relata que dejó de trabajar con Naturleite porque pedía 3 céntimos más (de 31 a 34). “Pedía más dinero por los costes y las exigencias que tenía. Mira hasta qué punto llegaban los controles de bienestar animal: venía un tipo con un cronómetro a mirar el tiempo que tardaba una vaca en acostarse y no podía pasar de cinco segundos. Si no, significaba que la cama no era buena”, cuenta riendo por no llorar. “Otro tema era que si te acercabas a la vaca no se podía escapar. Una vez vino una responsable vestida de calle, con colonia, y la vaca huía. Le dije: ponte un buzo mío y métete en la cuadra. La vaca cambió de actitud”.

Si más gente no alza la voz, continúa, es porque la empresa puede decir “ahí te quedas. Y eso atemoriza a tus ganaderos vecinos”. Al final, negoció con otra industria que le paga 34 céntimos. “Y sigue siendo pobre. Si a ti como consumidora te suben 3 céntimos el litro y bebes un litro cada día, son 11 euros al año. No es una subida. Y es el diferencial entre que el sector se mantenga o vaya al declive”.