“Ha hecho un relato periodístico”. El diputado socialista Pedro Saura le hacía esta apreciación al ministro Luis de Guindos en su primera comparecencia, a petición propia, en el Congreso de los Diputados para explicar la resolución de Banco Popular. Las palabras de Saura se ajustan bastante al describir el relato que elaboró el ministro, en una sucinta primera intervención de escasos 20 minutos en los que no ofreció ningún nuevo detalle que no se hubiera conocido por la prensa en la última semana.
En su segunda intervención, el ministro ya entró en ambiente y elevó el tono. Tras las interpelaciones de los diputados de la oposición, De Guindos quiso dejar muy claro que no había tenido ningún tipo de responsabilidad en las labores de supervisión del banco que habían permitido que la entidad se convirtiera en un “banco zombie” como él mismo lo calificó hasta llegar al punto de certificar que era inviable.
En la actualidad, el Banco Central Europeo es el supervisor de la entidad por su tamaño, una responsabilidad que asumió en aras de lograr la unión bancaria. De Guindos se ha aferrado a este cambio para no asumir ningún error en todo el proceso. El ministro se limitó a transmitir un relato cronológico que no hizo sino hacer oficial ante el Congreso lo que su equipo de comunicación había ido ya filtrando a diversos medios en los últimos días, y en el cual él sí tiene un papel protagonista.
El cénit de este relato es la ya famosa llamada del presidente de Banco Popular al ministro a las 15 horas del martes 6 de junio. Una llamada en la que Emilio Saracho confiesa que el Popular ya no tiene liquidez y que al día siguiente las sucursales no se pueden abrir. En ese momento, según se desgrana de su relato, ya se desencadena el proceso de resolución.
El ministro ha tenido palabras para los depositantes y para los clientes de Popular, para quienes se activó el mecanismo con el fin de preservar sus intereses. Pero, llamativamente, ni una sola vez se ha referido a los 305.000 accionistas y a un buen número de bonistas que lo han perdido todo. De Guindos ha insistido en la caída en picado de los títulos de la acción, asegurando que desde inicios de año la entidad ya solo tenía un tercio de su capitalización, apenas 1.300 millones de euros.
El ministro también confirmó algunos detalles claves en las últimas horas del Popular. Sí hubo transferencias sanguíneas de última hora por parte del Banco Central Europeo que no sirvieron para mejorar ni uno solo de los indicadores de la entidad agonizante.
El manguerazo revividor se hizo mediante una línea de crédito extraordinaria que tienen los de Fráncfort, que ofrecen liquidez a cambio de garantías. Según el relato, Popular agotó toda la liquidez que le ofrecieron en menos de 48 horas hasta esa dramática llamada de las 15 horas.
El ministro no se ha detenido en aclarar una de las principales incógnitas: cómo se dejó a la sexta entidad bancaria llegar hasta tal límite en el que las sucursales no podían ni abrir al día siguiente. A las 23 horas el supervisor asumía que el banco era inviable y nueve horas después estaba en manos de Banco Santander. “Lo idóneo es que se ponga en marcha un viernes pero su rápido deterioro lo hizo en una noche”, aseguró el ministro, hablando de otro de los hechos inéditos de este proceso.
Tampoco reveló el ministro el nombre del supuesto experto independiente que valoró a Banco Popular –entre 2.000 millones de euros de valor contable en un escenario base, hasta 8.000 millones de euros en un escenario estresado–. Este experto habría sido llamado por la Junta Única de Resolución para tener una valoración de a cuánto subastar el banco. Desde varios medios se ha publicado que es Deloitte y de nuevo llama la atención que no se utilizara más que un experto, cuando el rescate del año 2000 se hizo utilizando siempre entre dos y tres expertos por entidad para poder hacer una valoración lo más ajustada posible.
De Guindos aseguró que se llamó a cinco bancos que habían expresado su interés por Popular pero que solo dos llegaron al punto de firmar el acuerdo de confidencialidad: BBVA y Santander.
“La oferta del banco que se lo llevó era superior” al de la valoración que puso el experto independiente, aseguró De Guindos en referencia a que Santander ofreció un euro por la entidad. “Fue un procedimiento transparente, neutral y competitivo”, aseguró el ministro.
“Hay que escoger la solución con menor número de complicaciones y esta es la menor”, aseguró el ministro que enarboló las duras consecuencias de un concurso de acreedores al que estaba abocado el banco sin la venta a Santander. “Los depositantes no hubieran podido acceder a su dinero, los que tuvieran menos de 100.000 euros hubieran tenido que recurrir al Fondo de Garantía de Depósitos”, aseguró el ministro que describió como el peor de los escenarios el cierre de las sucursales.
Alberto Montero, portavoz de Unidos Podemos, le increpó con que no era necesario ir hasta el escenario de “corralito” en un montaje “lacrimógeno” para reconocer que hubo errores para que Popular llegara hasta el extremo de la inviabilidad.
El ministro acabó alabando la eficacia del nuevo proceso de resolución comunitario por el que no se ha inyectado dinero público para solventar el problema. En su opinión, esta ausencia de aportación por parte de los contribuyentes ha llevado a que en mitad de esta crisis “no ha habido contagio entre el bancario ni el soberano sin impacto en la prima de riesgo”, lo que también cree que se explica en la sólida posición de la economía.
Los diputados Saura y Montero pusieron en duda esta afirmación. Saura preguntó específicamente por los créditos fiscales que ha heredado ahora Banco Santander y Montero esbozó la idea de que se había dejado caer la entidad hasta “regalarla a precio de saldo” a la entidad presidida por Ana Botín.
Montero hizo además una encendida defensa de la banca pública y recordó que en esta ocasión no podían culpar a los políticos del desastre de Banco Popular. También reiteró su esperanza en que Bankia siga como una entidad pública y lamentó que la concentración bancaria que se está dando en España haga bancos cada vez más grandes, que exijan más vigilancia y más recursos de supervisión.
Por su parte, Toni Roldán, de Ciudadanos, hizo una intervención muy conciliadora en la que destacó la fortaleza del mecanismo y también puso en valor el pacto contra “el capitalismo de amiguetes” que su formación había sellado con el PP. Pero sí pidió explicaciones sobre los fallidos test de estrés que permitieron hacer una ampliación de capital.