Halcones, palomas... ¿por qué va de pájaros que te suban la hipoteca?

Daniel Yebra

8 de mayo de 2022 21:31 h

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“Ya no basta con hablar, hay que actuar”, afirmó esta semana Isabel Schnabel, la voz de Alemania en el comité ejecutivo del Banco Central Europeo (BCE), en una entrevista replicada en la web de la institución. Sus palabras son el despliegue de las alas de la halcón más temida por los países de la eurozona más sobreendeudados. Sí, Italia y España. Y también una amenaza para los préstamos en general, para la capacidad de consumir de los hogares y para el crecimiento económico.

Cuando dice actuar, se refiere a subir los tipos de interés oficiales tan pronto como en julio para encarecer el crédito y dejar de alimentar la inflación. Y cuando la prensa especializada ve un halcón en su tono, hay que entender que está adoptando una postura ortodoxa, rígida, en términos de política monetaria: bajo la que la prioridad es el control de los precios, caiga quien caiga.

Entre los halcones del BCE están la mayoría de representantes de los países del centro y del norte de Europa, los más disciplinados en términos fiscales, que desde la crisis de deuda de 2010 en adelante han tragado a regañadientes con medidas extraordinarias para abaratar el coste de los préstamos. Una política que primero permitió la recuperación de la crisis financiera de las economías más golpeadas y que, después, ha hecho lo propio con la salida de la pandemia.

España, el resto de países que comparten el euro y también las empresas y las familias se han podido endeudar en este tiempo en condiciones extraordinarias, las mejores de la Historia, lo que ha permitido avivar la actividad económica en los peores momentos y afrontar el gasto público necesario para, por ejemplo, financiar los ERTE desde 2020 o el reciente Plan de choque por la invasión de Ucrania por parte de Rusia.

Pero precisamente la guerra y su impacto en los precios internacionales de la energía han disparado la inflación, cuyo control cerca del 2% es el principal mandato del BCE, incluso a costa del crecimiento económico o del empleo en última instancia. Y si durante meses la institución ha tratado la escalada de los precios con paciencia, como un shock temporal y exógeno, en las últimas semanas ha iniciado un proceso de retirada de estímulos, defendido como gradual pero que coge por momentos velocidad, y eleva el riesgo de ser traumático.

Subida de tipos en julio

“Desde la perspectiva actual, en mi opinión, es posible un aumento de tipos en julio. Por supuesto, tenemos que esperar y ver cómo evolucionan los datos hasta el momento de la decisión. En cualquier caso, la primera subida de tipos de interés no tendrá lugar hasta después de que finalicen las compras netas de activos; nos hemos comprometido a eso”, explica Schnabel en la entrevista.

Las “compras netas de activos” son los programas de adquisición de bonos de países y empresas mediante los que el BCE ha introducido miles de millones de euros en los mercados financieros y ha garantizado la demanda de la deuda, incluso en los días de mayor incertidumbre de la pandemia, reduciendo los riesgos y los intereses. Con “netas” se refiere a que a partir de julio no se realizarán compras nuevas, pero la institución sí reinvertirá las vencimientos de todos los bonos que ha ido acumulando en su balance.

Junto a la alemana, otro halcón del BCE con solera se ha pronunciado en los últimos días. Olli Rehn, quien fuera comisario de Economía de la UE cuando España solicitó su rescate a la Comisión Europea y actual gobernador del Banco de Finlandia, aseguró que “no hay necesidad de retrasar” el ajuste de la política monetaria, y apuntó a julio para la primera subida de los tipos de interés oficiales, el precio de referencia al que los bancos se prestan el dinero y que se traslada al resto de préstamos.

Esta expectativa ya viene descontándose en los mercados, el interés que se exige al bono español a 10 años superó esta misma semana el 2% por primera vez en seis años, y en índices como el Euríbor. La principal referencia respecto a la que se fija el tipo de interés de los préstamos para adquirir viviendas alcanzó el 0,013% en abril, desde el -0,5% de diciembre, su mínimo histórico. Esta escalada encarece automáticamente las hipotecas a tipo variable que se han ido revisado o las que se están firmando en estos momentos, también a tipo fijo.

Próxima cita clave: el 9 de junio

El Consejo de Gobierno del BCE tiene previsto reunirse para discutir su política monetaria el próximo 9 de junio, cuando también hará públicas sus nuevas proyecciones macroeconómicas, tras lo que se reunirá una vez más antes de las vacaciones estivales, el 21 de julio, para no regresar hasta el 8 de septiembre de 2022, con la actualización de sus previsiones.

En las últimas semanas se han multiplicado las voces (Schnabel, Rehn y más) dentro de este órgano de decisión (que reúne al comité ejecutivo y a los gobernadores de todos los bancos centrales de la eurozona) que dejan abierta la posibilidad a una primera subida de los tipos de interés en julio, después de que el vicepresidente de la institución, Luis de Guindos, y la presidenta, Christine Lagarde, reconocieran que era posible, aunque subrayaran que todo dependerá de la evolución de los datos y, por tanto, podría adoptarse más adelante.

Ellos serían los árbitros del enfrentamiento entre los halcones y las palomas, que es como se denomina a las posiciones más flexibles. Las palomas son más laxas respecto al sobreendeudamiento, y más partidarias de mantener estímulos o retirarlos más lentamente para evitar ahogar el crecimiento económico, y a las familias.

Entre estas palomas, se encuentra irremediablemente el gobernador italiano Fabio Panetta. “Debemos ser prudentes, reconociendo lo que podemos hacer, pero también lo que no podemos hacer”, dijo en otra entrevista recogida por el BCE.

“Tenemos un espacio limitado para enfriar la inflación importada”, continúa Panetta, quien insiste en que “debemos seguir basándonos en los datos. Sería imprudente actuar sin comprender completamente cómo la guerra y los factores globales afectarán la inflación, la demanda y la producción. La incertidumbre es enorme”.

El gobernador del Banco de España, Pablo Hernández de Cos, incide en la misma línea frente a los halcones: “De cara al futuro, las decisiones de política monetaria dependerán de los nuevos datos y, dado el elevado nivel de incertidumbre, mantendrán flexibilidad, gradualismo y opcionalidad”. Y hasta De Guindos se podría decir que asume su condición de español pese a su vicepresidencia: “Puede que los mercados estén descontando una serie de subidas de tipos, pero en el Consejo de Gobierno nos mueven los datos”.

“No hemos discutido un camino predeterminado para las subidas de tipos. Hasta ahora, no hemos visto nada que ponga en riesgo nuestro objetivo a mediano plazo del 2%. Pero tenemos que estar muy atentos”, detalló el ex ministro de Economía en el Gobierno del Partido Popular (PP).

Fuerte presión de los halcones

La presión de los halcones es muy fuerte, y su principal defensa es que las condiciones de financiación seguirán siendo muy buenas aún subiendo los tipos de interés. Una encarecimiento del crédito que, además, ya han comenzado en Reino Unido, el Banco de Inglaterra, y en Estados Unidos, la Reserva Federal (Fed).

Las decisiones de política monetaria dependerán de los nuevos datos y, dado el elevado nivel de incertidumbre, mantendrán flexibilidad, gradualismo y opcionalidad

Reduciendo la cuestión a España, la semana pasada el Gobierno recortó su estimación de crecimiento para 2022 al 4,3% desde el 7% anterior. La combinación de menor dinamismo del Productor Interior Bruto (PIB) y la necesidad de un mayor gasto para responder a la nueva crisis implica que el sobreendeudamiento se va a cronificar en el medio plazo. Si en la recesión de 2020 por la COVID la deuda pública alcanzó el 120% del PIB, desde el 95,5% de 2019, en 2023 seguirá cerca del 116%, según el Fondo Monetario Internacional (FMI).

Una losa para la cuentas del Estado cuyo coste anual, sin embargo, no debería ser un problema. Hasta podría verse como una oportunidad si se admite la previsión que el propio Gobierno envió el viernes pasado a la Comisión Europea en el Programa de Estabilidad 2022-2025.

En el documento, el Ejecutivo calcula que los pagos de intereses por la deuda se mantendrán cerca del 2% del PIB durante los próximos años, pese al sobreendeudamiento y pese a la subida generalizada de los tipos de intereses.

España pagó 26.805 millones de euros en intereses en 2021, un 2,15% del PIB. Y en 2020 la factura fue de 25.237 millones, un mínimo desde 2010 (ver gráfico). En 2013, tras el rescate a la banca en el verano anterior, el gasto en intereses de la deuda rozó los 37.000 millones, un 3,7% del PIB.

Desde entonces, la política monetaria del BCE de tipos de interés oficiales en el 0% y grandes inyecciones de dinero, junto con los fondos de ayudas y subvenciones de recuperación, han hecho que aquella grave crisis de deuda en la eurozona –Portugal, Irlanda, Grecia y España fueron agrupados bajo el acrónimo Pigs (cerdos, en inglés)– sea solo un mal recuerdo.

En el mismo Programa de Estabilidad 2022-2025, el Gobierno simula el impacto de una subida de los tipos interés en distintos indicadores económicos, “respecto al escenario base”, que parte de un tipo del 2% en el bono de referencia. Según el cálculo (en el gráfico), un incremento de 120 puntos básicos, del 2% actual al 3,2%, a 30 enteros por trimestre durante un año, supondría un golpe al PIB del 0,6 puntos en ese ejercicio.

También se vería dañado el déficit, los ingresos públicos (hasta 2,2 enteros en el año de la subida de tipos), el empleo y el consumo privado, que ya en el primer trimestre de este año ha sido el mayor freno para la recuperación económica.

El gasto de los hogares sufrió una contracción del 3,7% entre enero y marzo frente al cuarto trimestre de 2021, según el detalle del dato avanzado del PIB publicado este viernes por el Instituto Nacional de Estadística (INE). El consumo fue golpeado primero por la variante ómicron de la COVID, y después por el impacto de la invasión que Rusia inició a finales de febrero y por el paro del sector del transporte por carretera por las mismas fechas.