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Los hogares que pueden ahorrar siguen prefiriendo los depósitos pese a la apuesta de la banca por los fondos

Un ciudadano saca dinero de un cajero automático.

Diego Larrouy

24 de julio de 2021 22:23 h

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En España, uno de cada 10 hogares afirma llegar con dificultades a fin de mes. Más de un tercio del total se ve incapaz de afrontar gastos imprevistos, una cifra similar a los que no pueden ir de vacaciones al menos una semana fuera de casa. Según el INE, en su Encuesta de Condiciones de Vida, todas estas dificultades se han amplificado durante el 2020 tras el impacto de la pandemia. Sin embargo, al mismo tiempo, los hogares que sí pueden ahorrar han disparado su riqueza durante el pasado año y el comienzo del presente. La retención del gasto y el consumo y el mantenimiento de ingresos gracias a esquemas como los ERTE o ayudas a autónomos han creado una gran bolsa de ahorros de los hogares nunca antes alcanzado.

Así lo muestran los datos del Banco de España actualizados recientemente a fecha de 31 de marzo. Para esa fecha, la diferencia entre lo que tenían los hogares y lo que debían (préstamos) llegó a 1,63 billones de euros, una cifra nunca antes alcanzada y un crecimiento del 8% frente al nivel del año pasado. En 2009, cuando comenzaba a apreciarse la crisis financiera en los hogares, esta cifra era de la mitad, 837.000 millones de euros, lo que da muestra de la diferencia del colchón con el que contaban las familias en las dos crisis.

Los españoles llegaron al estallido de la crisis del coronavirus con un endeudamiento mucho más bajo que el que se tenía entonces. El pasivo de las familias en 2009, cuando la crisis comenzaba a ser una realidad en España, era de 955.000 millones de euros, hoy son 200.000 millones menos. Eso, unido a que los ingresos se han mantenido para muchas familias y que se han retrasado determinadas decisiones de consumo a la espera de esclarecer cuál sería el impacto de la pandemia en la economía, ha dado como resultado un aumento del ahorro.

Estas cifras tienen mucha importancia para el negocio bancario. A grandes rasgos, esta actividad depende de gestionar los ahorros de los clientes y conceder con ello financiación a la economía. Sin embargo, los bajos tipos de interés han acabado casi por completo con la retribución que los bancos daban a los consumidores por sus depósitos e, incluso, han comenzado a cobrar por tenerlos. Es en este contexto donde el sector ha apostado de manera decidida por la venta comercial de otros productos vinculados al ahorro, especialmente los fondos de inversión, los planes de pensiones y los seguros. Nuevas vías de ingresos mediante comisiones, más interesantes para las entidades que gestionar meros depósitos.

Sin embargo, la pandemia ha provocado un cambio de tendencia en cuanto a la composición de la hucha de los hogares. Los depósitos y el efectivo han sido tradicionalmente el primer destino de los hogares pero en los últimos años estaban perdiendo peso sobre el total. Con la llegada de la crisis sanitaria se ha producido un crecimiento mayor en este apartado, hasta alcanzar al cierre de 2020 el dato más alto en siete años (42,2%), dando muestra de que los depósitos y el dinero en efectivo son todavía el principal modo de guardar los ahorros por parte de los hogares, pese a la apuesta de la banca por las alternativas.



Detrás de los depósitos, los clientes han apostado tradicionalmente por tener acciones de empresas cotizadas, que al cabo del año suelen traducirse en el cobro de dividendos. Sigue suponiendo casi una cuarta parte de los ahorros de los hogares españoles. Sin embargo, esta actividad se encuentra a la baja está en su menor nivel de la serie histórica elaborada por el Banco de España.

El crecimiento en el peso de los depósitos dentro de la riqueza de los hogares, incluso aunque ésta haya alcanzado un récord histórico, llega cuando en el sector sobrevuela de manera constante el debate sobre si cobrar a los clientes por mantenerlos. Prácticamente todas las entidades del sector han ido cambiando durante el último año las condiciones de sus cuentas corrientes, añadiendo mayores exigencias para que los clientes puedan esquivar el cobro de comisiones. A menudo, estas condiciones incluyen la contratación de otros productos de gestión de ahorros que, en este caso, sí dan ingresos para los bancos y también pueden ofrecer mayor rentabilidad a los clientes.

Los fondos no dejan de crecer

Es en esta estrategia donde entran los fondos de inversión. Este negocio no ha dejado de crecer desde la pasada crisis financiera y son cada vez más los clientes que tienen participación en estos vehículos de la banca con el fin de lograr un mayor rédito de sus ahorros. Los datos del Banco de España confirman que se ha producido un aumento en el peso del total de los ahorros de los hogares, pasando del 8,4% en 2009 al 15% en marzo de este año. Sin embargo, pese a la ganancia, sigue situándose en la cuarta posición entre las preferencias de los consumidores para guardar su dinero. Según el supervisor, son 365.000 millones de euros los que los hogares españoles tienen guardados en fondos de inversión. Supone poco más de la tercera parte del dinero que está en efectivo y depósitos.

Este negocio se ha convertido en los últimos ejercicios en la esperanza del sector para aumentar sus ingresos. Se trata de la actividad que está cosechando mayores ganancias de cobro de comisiones y las estrategias de las entidades se están centrando en incrementar el tamaño de sus gestoras mediante la captación de clientes, ampliando servicios que antaño estaban prácticamente limitados a los grandes patrimonios. Por poner un ejemplo, esta semana ha presentado sus resultados Bankinter —el resto lo harán en los próximos días— y en sus ingresos por comisiones destacó las que procedieron de gestión de activos de clientes, que se dispararon un 23%.

La otra pata de esa estrategia de vinculación de clientes más allá de sus cuentas corrientes y la domiciliación de las nóminas son los seguros y los planes de pensiones. Se trata de otro destino de los destinos a los que van los ahorros de los clientes y durante los últimos años han ganando mucho protagonismo los acuerdos bancaseguros, entre entidades bancarias y aseguradoras, para gestionar este negocio. Sin embargo, aunque sí ha habido oscilaciones en el pasado, el nivel actual de esta actividad dentro de la hucha de los hogares queda en un 16%. Juntando este negocio con el de los fondos de inversión, todavía supone menos de un tercio del total de la riqueza de los consumidores pese al avance de los últimos años.

Algunos directivos del sector no han escondido en los últimos meses que los depósitos son ya un negocio que ha perdido atractivo. Fueron muy sonadas en la banca unas declaraciones de Gonzalo Gortázar, consejero delegado de CaixaBank, el mayor banco del país, en las que descartaba las hipotecas y los depósitos como negocios estratégicos. “El negocio de tomar depósitos y dar hipotecas no funciona con tipos de interés negativos”, aseguró. En concreto, sobre la gestión de los depósitos aseguró que “a día de hoy nos hace perder dinero”. Aunque posteriormente matizó sus palabras, lo cierto es que de manera más o menos explícita otros banqueros han deslizado posiciones similares, también al diseñar sus estrategias. Por ejemplo, Banco Sabadell ha fijado en su nuevo plan estratégico que las oficinas se limitarán a hipotecas, fondos, seguros y planes de pensiones, el resto, se limitará a los canales telemáticos.

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