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Más hombres haciendo la compra pero más carga de cuidados sobre las mujeres: la pandemia refuerza la brecha de género

Un hombre y una niña caminan por el barrio de Gracia de Barcelona.

Ana Requena Aguilar

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Con los colegios y los comedores cerrados, los abuelos confinados, sin poder acudir a las empleadas domésticas, y con todo el trabajo de cuidados recayendo más que nunca en los hogares, ¿cómo están resolviendo las familias el día a día? Varias investigaciones en marcha indagan en la repercusión que la pandemia puede tener en el reparto de los cuidados y la igualdad y las primeras averiguaciones no son especialmente alentadoras: los hombres participan más, pero la carga principal sigue recayendo sobre las mujeres. Son ellas quienes asumen en mayor medida los cuidados y quienes están también flexibilizando más sus condiciones laborales para poder hacerlo. Eso sí, ellos van mucho más a la compra que antes, justo cuando acudir al supermercado es una de las pocas maneras de salir a la calle.

Un estudio preliminar de las economistas Lídia Farré y Libertad González muestra una variación en el reparto de tareas durante el confinamiento: los hombres aumentan su participación en todas las tareas, desde la limpieza hasta la educación de los hijos, la comida o la limpieza de ropa. Ese aumento, sin embargo, no compensa el crecimiento del trabajo no remunerado que ha recaído en los hogares por la pandemia. La conclusión: las mujeres siguen siendo mayoritariamente las encargadas principales de cada una de esas tareas. En España, las mujeres dedican de media un 56% de su tiempo a tareas no remuneradas, mientras que los hombres solo un 30%.

“Si miramos al antes y al después del confinamiento los porcentajes de familias en las que las mujeres son las responsables principales de las tareas son similares. Esto sugeriría que aunque el trabajo que hay que resolver dentro de la familia ha aumentado de una manera sin precedentes, el cambio en la distribución ha cambiado muy poco”, explica Lídia Farré. Su estudio está basado en observaciones con unas 5.500 personas, pero la muestra no es del todo representativa porque se trataba de encuestas voluntarias. Farré y González continúan ahora la investigación para tener información más amplia y datos más contundentes.

Una de las tendencias que muestra esta primera encuesta es que los hombres hacen ahora la compra más que antes. De hecho, salir a comprar es la única tarea que hacen más los hombres que las mujeres y la que ha registrado un incremento mayor de la participación masculina durante el confinamiento. “Es curioso. Podemos interpretar que salir ahora es casi un privilegio y es el hombre el que lo hace, aunque también salir tiene ahora un riesgo así que también podría ser un retroceso al modelo de las cavernas; las mujeres se quedan en casa a cuidar de los niños y el marido sale a buscar provisiones”, interpreta Farré. 

La investigadora de la Uned Teresa Jurado también cree que los roles de género pueden estar influyendo en que la compra sea ahora una tarea más masculinizada, pero su interpretación de los datos es más optimista. “Ellas están haciendo menos cosas solas y están aumentando quienes dicen que hace algunas tareas por igual. Hay hombres que están poniéndose las pilas, están viendo la cantidad de tareas que hay que hacer en casa”, dice Jurado que, no obstante, subraya que hará falta tiempo para conocer el impacto concreto del confinamiento sobre los cuidados y también para ver si algunos de estos cambios son circunstanciales o se quedan.

Teletrabajar y facilitar el teletrabajo de los hombres

Las primeras observaciones de la investigación lanzada por Empar Aguado y Cristina Benlloch, profesoras del Departamento de Sociología de la Universidad de Valencia, tampoco son optimistas y muestran, más bien, un refuerzo de ciertas brechas de género, especialmente en las parejas heterosexuales con hijos en edades tempranas y hasta la Secundaria. “Las mujeres no solo estarían teletrabajando sino que tendrían más protagonismo en las tareas de cuidados y estarían también gestionando, no solo su tiempo, sino facilitando el teletrabajo de sus compañeros”, explica Aguado. El ritmo escolar se estaría sosteniendo “a precio de madre” y la flexibilidad laboral estaría recayendo, una vez más, del lado de las mujeres.

En un escenario con los servicios de cuidado cerrados la brecha de género se observa claramente, apunta la investigadora. Aunque sí hay más contribución masculina, especialmente en lo que tiene que ver con la ropa y la compra, su implicación parece mayor en las tareas domésticas físicas que en las tareas de cuidado. La igualdad queda lejos.

“Un recurso habitual por parte de las madres con ocupaciones de desempeño flexible y que requieren tareas de máxima de concentración y esfuerzo es teletrabajar de madrugada, bien retrasando el momento de ir a la cama o levantándose antes que el resto de miembros de la familia. Esto último también permite a las madres atender la rigidez del trabajo de cuidados, organizar y gestionar la jornada educativa de hijos e hijas confinados en edad escolar de nivel obligatorio”, señalan las primeras averiguaciones de Aguado y Benlloch.

Su investigación aún está en fase preliminar y se ha centrado, de momento, en mujeres con estudios superiores y trabajos cualificados con posibilidad de teletrabajo. A ese grupo le añadirán ahora otros para conocer el impacto del coronavirus y su gestión en el reparto de cuidados en familias en las que las mujeres y hombres tienen otro tipo de empleos. 

Sus primeras observaciones coinciden con un dato parcial pero revelador que conocimos hace unos días y que procede de la Asociación Europea de Economía, dedicada a publicar artículos científicos. Durante el primer mes de confinamiento, los 'papers' que recibieron para su publicación por parte de hombres académicos o investigadores crecieron siete puntos respecto a un año antes. Los que recibieron de mujeres investigadoras bajaron exactamente en la misma cantidad, siete puntos.

Una encuesta lanzada por el Club de Malasmadres durante las primeras semanas de confinamiento y que contestaron 12.600 mujeres arroja conclusiones parecidas sobre lo que está sucediendo en las familias. En el 13% de los hogares el reparto de tareas es aún más desigual que antes. En el 66% se ha mantenido igual. Sobre el futuro, el 71% cree que esta situación no mejorará una vez termine la cuarentena social.

Todas las investigadoras se muestran preocupadas, no solo por el efecto que esta distribución desigual de los cuidados tiene ya sobre la vida y la situación laboral de las mujeres, sino por el impacto futuro que esto pueda tener para la igualdad. “Pensábamos que esto que estamos viviendo iba a ser algo de unas semanas pero ahora vemos que no y que esta etapa puede estar generando estrategias de más largo plazo en las unidades familiares”, apunta Aguado. La economista Lídia Farré reflexiona en la misma línea: “Esto sugiere que serán las mujeres las que tienen y tendrán más dificultades para conciliar el nuevo escenario laboral y familiar, que dependerá de lo que se prolongue el cierre de los centros educativos pero también de cuánto dure el teletrabajo y las nuevas formas de trabajar. Si esto continua así sugiere que la desigualdad de genero va a aumentar, las políticas laborales que se introduzcan deberían tener esta perspectiva de género”.

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