“Si esto pasara en Madrid, estaríamos abriendo todos los periódicos”, decía un sindicalista ante la masiva huelga que paralizó el sector del Metal en Cantabria durante más de dos semanas en junio. Los conflictos laborales han aumentado un 20% en la primera mitad del año respecto a 2021. Un auge de la movilización de trabajadores que en muchos casos comparte nombre y apellido: salarios e inflación. Los precios están disparados, casi en el 11% de subida anual, mientras que los sueldos en la negociación colectiva crecen cuatro veces menos. Esa enorme distancia ha arrojado ya a las calles a miles de trabajadores y, ahora, los sindicatos advierten de un reinicio de las movilizaciones tras el parón de agosto.
“Se espera un otoño y un invierno caliente”, avecinan en UGT. El líder del sindicato, Pepe Álvarez, mostraba el lunes su solidaridad con los estibadores de Reino Unido, que se han sumado a la oleada de huelgas en el país ante el gran auge de los precios, en lo que se ha calificado como el ‘verano del descontento’. “Son un preludio de lo que va a ocurrir en el conjunto del continente europeo y, desde luego, en España si la patronal no se sienta a negociar los convenios ni somos capaces de trasladar a los salarios el importante incremento del coste de la vida”, avisaba Álvarez.
Desde CCOO, su líder también advertía antes de su descanso en agosto de la necesidad de reabrir la negociación salarial para subir los salarios cuanto antes, al igual que el SMI. “Hay millones de personas con muchísimos problemas para llenar la cesta de la compra y creo que es el gran problema económico y social que ahora mismo tiene España y el conjunto de la zona euro”, subrayó Unai Sordo.
Pepe Álvarez ha adelantado que ambos sindicatos han estado trabajando durante el verano en un calendario conjunto de movilizaciones para forzar a la patronal a hablar de salarios. Si no hay cambios en la CEOE, estas podrían comenzar a finales de septiembre, ha avisado Pepe Álvarez. Unas protestas que han recibido el “apoyo explícito” de la vicepresidenta segunda y ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, con unas contundentes declaraciones dirigidas al líder de la patronal, Antonio Garamendi, para que se siente a negociar con las centrales sindicales.
Más huelgas, sobre todo en Cantabria
En realidad, las movilizaciones ya han escalado en lo que llevamos de 2022, como muestran los datos de huelgas que publica el Ministerio de Trabajo. Hasta junio, el número de trabajadores afiliados que participaron en huelgas fue de 150.398, que protagonizaron un total de 321.621 jornadas no trabajadas. Las cifras suponen en ambos casos casi un 20% más de las registradas en la primera mitad de 2021, un año aún muy marcado por la pandemia, pero también son cifras superiores a las de años anteriores a la COVID, como 2018 y 2019.
Los sectores que acumularon más paros hasta junio son la industria manufacturera, con 107.994 jornadas no trabajadas, seguido de las “administraciones públicas, defensa y Seguridad Social”, con 65.791 jornadas de paros y las actividades administrativas (42.710). El siguiente gráfico muestra su incidencia según el número de trabajadores partícipes de las huelgas en las diferentes actividades económicas y la evolución respecto a 2021.
Por sexo, hubo más movilización entre las mujeres que los hombres. En total, 84.857 (56,4%) trabajadores participantes en huelgas fueron mujeres frente a 65.541 (43,6%) hombres. Por jornadas no trabajadas, ellos acumulan más horas de paros: el 44% lo protagonizaron mujeres y el 56%, hombres.
En cuanto a la distribución territorial, a continuación se ilustran los participantes en huelgas en la primera mitad de año, con el aumento respecto al mismo periodo del año anterior. Destaca por el auge sobre todo Cantabria, que casi ha triplicado su número, y en número de participantes absoluto en 2022, sobresale Catalunya, con 55.543 trabajadores.
“Tensionamiento” de la negociación desde mayo
En el arranque de año, la batalla salarial aterrizaba como una de las prioridades sindicales aunque la esperanza era que la inflación amainara. En 2021 el alza de precios ya se había traducido en una pérdida de poder adquisitivo para los trabajadores, pero el contexto era de recuperación por la pandemia, de la salida de los ERTE y una actividad económica aún mermada por la COVID.
“Los sindicatos firmamos convenios desde la máxima responsabilidad, haciendo esfuerzos por salvar al país de la pandemia”, destaca Mariano Hoya, vicesecretario general de Política Sindical de UGT. “Yo el año pasado en enero firmé el convenio del Metal de Madrid, con subidas salariales para 2021, 2022 y 2023, con porcentajes del 1,3% anual. Es verdad que con cláusula de revisión, pero con inflaciones ya altas firmamos convenios desde la moderación”, subraya Mariano Hoya como muestra de los “esfuerzos” de la parte trabajadora en las negociaciones salariales.
La previsión de que los precios bajaran fue un espejismo que tumbó la invasión rusa de Ucrania a finales de febrero. La guerra a las puertas de la UE, que ha impactado mucho en las economías del viejo continente, sobre todo en lo relacionado a la energía, pero también con el encarecimiento de ciertas materias primas, contribuyó a seguir disparando los precios.
Con la inflación desbocada, y en un contexto de recuperación del empleo y de la actividad en el final de la pandemia, los sindicatos urgieron a los empresarios a acordar aumentos salariales en la negociación colectiva para evitar un mayor empobrecimiento de la población. También con el emplazamiento del Gobierno a un “pacto de rentas” para compartir los esfuerzos por la guerra, las partes se sentaron a negociar, pero rompieron las conversaciones en mayo.
Los sindicatos aceptaban subidas salariales más moderadas, en torno al 3,5% este año, pero a cambio de incluir cláusulas de revisión salarial posterior según la evolución de los precios. Las patronales se negaban a este último punto y, así, se levantó la mesa de negociación colectiva sin ninguna recomendación salarial.
CCOO y UGT lanzaron entonces la campaña 'Salarios o conflicto' para presionar a la patronal, con la que anunciaban un “tensionamiento” de la negociación colectiva. Es decir, mano dura en las mesas abiertas de convenios colectivos, en empresas y sectores, con la mirada puesta en el tema salarial y la garantía de poder adquisitivo ante la inflación.
Desde entonces, ha habido movilizaciones importantes en sectores del metal de Cantabria, Galicia y Asturias, entre otros. “Donde somos más fuertes, como el sector del Metal”, explica Mariano Hoya. También ha habido huelgas en sectores muy feminizados, como el del contact center, la ayuda a domicilio en Asturias, la teleasistencia de mayores en Euskadi, y en otros en los que cuesta la movilización, como el de las TIC y Consultoría con paros parciales a nivel estatal.
Además este verano, aunque aún no figura en la estadística del Ministerio de Trabajo, los meses de julio y agosto han acumulado también un auge en las huelgas en el sector aéreo, con paros en Ryanair, Easyjet y los más recientes convocados en Iberia Express. Aunque con sus particularidades, al ser un sector muy afectado durante la pandemia y que se vio obligado a hacer ajustes, los conflictos también tienen el foco en el tema salarial.
Septiembre, mes decisivo
Así, se ha llegado al nuevo curso de 2022. Las alzas de precios han desembocado en cifras de inflación récord desde hace casi 40 años, con el último dato de un IPC en el 10,8% de subida interanual, mientras los convenios colectivos recogen subidas de sueldo muy inferiores, del 2,56% de media hasta julio. Y solo un 15% de los convenios con la garantía de las cláusulas de revisión, según la evolución de los precios.
El marco también es el de una guerra que no cesa en Ucrania, que amenaza con cortes de gas a países de la UE, y con tambores de recesión resonando en Europa, que afectan en primer lugar al norte, pero que podría avanzar en efecto dominó hacia el sur. España, por el momento, está menos afectada que otros estados europeos, como Alemania, y por ejemplo en el segundo trimestre casi duplicó el crecimiento económico de la eurozona. Pero en el Ejecutivo ya han advertido de que “vienen curvas”, en palabras de la vicepresidenta Nadia Calviño.
Esa incertidumbre económica y posible recesión es a la que se aferran los empresarios para rechazar incrementos salariales, que insisten en la “moderación” de sueldos. Los sindicatos se niegan a que los trabajadores carguen con todo el peso de los esfuerzos por la situación inflacionista y subrayan que, mientras los salarios apenas suben, los ingresos por ventas de las empresas están incrementándose mucho más.
Unai Sordo, secretario general de CCOO, pone reiteradamente el acento en el gran aumento de la inflación subyacente (sin energía y alimentos no elaborados, más volátiles), que se situó en el 6,1% en julio. “Las empresas están aumentando sus márgenes” de beneficios, reiteran en CCOO y UGT, que se niegan a que los trabajadores queden excluidos de la compensación del auge de precios. Por una cuestión de justicia social, de protección del consumo y de reparto de daños, explican, pero además recuerdan que la población con menos recursos es la que más se ve perjudicada con la inflación, con hogares al límite por el auge de precios.
Septiembre será clave para confirmar un “otoño caliente” de protestas sindicales, o en cambio, una nueva oportunidad para el pacto salarial y de rentas al que sigue emplazando el Gobierno. El Ejecutivo, por su parte, tendrá que acordar antes de final de año la subida del salario mínimo interprofesional (SMI), que ambas partes de la coalición se han comprometido situar en el 60% del salario medio. Pero ahora UGT ha pedido más, que este crezca un 10% debido a la inflación, hasta los 1.100 euros al mes.
De momento, la patronal CEOE no responde sobre la posibilidad de recuperar la mesa de negociación de salarios que exigen los sindicatos, ni sobre el mensaje lanzado por la vicepresidenta Yolanda Díaz y se limitan a confirmar que “no hay fecha” para un encuentro, a consultas de este medio. Algunos miembros de la patronal sí han criticado a la responsable de Trabajo, a la que acusan de hacer “campaña electoral” y de “arrogancia”.
La patronal está pendiente de su proceso electoral interno, en noviembre, por el que el actual presidente (Antonio Garamendi) somete a votación su liderazgo de la organización empresarial. Un liderazgo que en el pasado ha sido puesto en duda, precisamente, por los acuerdos con sindicatos y el Gobierno.
“Este proceso interno no puede impedir que se reúna la mesa de negociación en septiembre, como nos dicen en la patronal, que esperemos a después. No es posible, tiene que ser ya”, reitera Mariano Hoya. En el horizonte, el representante de UGT señala la negociación pendiente en muchos sectores, como “los servicios de limpieza y de atención a la ciudadanía”. “El otoño puede ser caliente y también el inverno”, advierte.