La incertidumbre se apodera de Europa

Andrés Gil

Enviado especial a Fráncfort —
21 de julio de 2022 18:49 h

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A peste, fame, et bello libera nos domine, decía una jaculatoria medieval que parece estar cobrando sentido en 2022: “De la peste, el hambre y la guerra, libéranos, señor”, imploraban las personas, acechadas por la enfermedad, la guerra y la falta de alimentos.

Varios siglos después, Europa está sufriendo una nueva ola de la pandemia; las hipotecas suben; llenar el depósito del coche cuesta casi 100 euros; la crisis de alimentos se ceba con los países africanos. Bruselas teme que no haya gas ruso para calentar las casas de los alemanes en el próximo invierno y quiere poderes especiales para racionar obligatoriamente el gas entre los 27. El BCE sube los tipos de interés el doble de lo anunciado. Y la guerra va para largo, según reconocen los líderes europeos, comunitarios y la propia OTAN, tanto o más como la inflación desbocada.

La UE no se había visto en otra igual. Una guerra en la frontera de la UE, que golpea de lleno a la eurozona con una escalada de precios que no es sólo fruto de la demanda expansiva de una ciudadanía con ahorros que sale de la pandemia. También tiene que ver con la invasión rusa de Ucrania, la batalla energética, la crisis del gas, los problemas con los suministros... Algo, todo ello, con lo que tampoco había tenido que lidiar en el pasado el Banco Central Europeo, que este jueves ha inaugurado una nueva era, después de 11 años sin tocar los tipos, con la mayor subida de los últimos 22 años.

Si este miércoles la Comisión Europea propuso una rebaja lineal del 15% en el consumo de gas en la UE ante el temor de que Vladímir Putin cierre el grifo del gas, ante el enfado de países como España y Portugal, este jueves el BCE ha tomado una decisión que cambia el curso de una historia que, en realidad, es nueva para todos.

El BCE ha decidido doblar la apuesta y subir los tipos 0,5 puntos, el doble de lo anunciado hace un mes. ¿Por qué? En el BCE ha pesado el último dato de inflación, que marcaba un nuevo récord en la eurozona, con una subida de los precios del 8,6% en junio, rompiendo por medio punto más el récord del mes anterior.

Satisfacer a halcones y palomas

A cambio de satisfacer a los halcones con esa subida de 50 puntos básicos, el BCE ha acordado por unanimidad un instrumento contra las amenazas a las primas de riesgo, el TPI, un instrumento de ligera condicionalidad que puede activar desde ya el BCE ante problemas para colocar la deuda de países como Italia, Grecia o España.

Aunque la falta de concreción de este mecanismo ha provocado ciertas dudas. Mabrouk Chetouane y Nicolas Malagardis, analistas de Natixis, apuntan que “es importante destacar que el lenguaje utilizado para describir los criterios de elegibilidad de los países deja un amplio margen de maniobra para hacer juicios de valor en cada caso concreto. Esta ambigüedad construida parece una postura implícita pero tímida de 'cueste lo que cueste'. Ahora bien, es probable que esta misma ambigüedad sea cuestionada por los mercados en algún momento, especialmente si el aumento del riesgo político y crediticio hace que se amplíen los diferenciales soberanos”.

Sin embargo, los analistas del BBVA aplauden la doble decisión de Lagarde: “Esta combinación de subidas de tipos más rápidas y un nuevo instrumento es muy bienvenida, ya que señala el enfoque decisivo y a la vez prudente del BCE en la formulación de la política monetaria en un entorno limitado y muy incierto”.

Pero, ¿qué llegará antes? En el BCE son conscientes de que EEUU y Reino Unido han subido antes los tipos, y los están subiendo más. Pero no logran contener la inflación. La tesis es que la política monetaria tarda un tiempo en notarse en la inflación. ¿Entonces? Las preguntas que sobrevuelan en Fráncfort son las siguientes: ¿Qué llegará antes? ¿El freno a la inflación o el freno a la economía?

“El BCE ha optado por su versión del 0,5% para iniciar su ciclo de subidas de tipos, con la esperanza de anclar las previsiones de inflación y estabilizar el euro. Pero esta subida de tipos es menor que la de otros bancos centrales, como la de la Reserva Federal de EEUU. Está previsto que siga siéndolo, dadas las mayores restricciones políticas en Europa”, explica Ben Laidler, estratega de mercados globales de eToro.

Lo que hace el BCE al subir los tipos, también, es intentar apreciarse con respecto al dólar, lo que puede tener un efecto en segunda ronda de bajada de inflación por las compras que se hacen en dólares: cuanto más caro esté el dólar, más caro cuesta el mercado internacional. El BCE está apreciando el euro, encarecer la moneda, que ahora al ciudadano le cueste más pedirla a la hora de firmar un crédito o una hipoteca. Es más, afecta directamente a los créditos y a las hipotecas ya firmadas, y eso desincentiva el consumo y la circulación del dinero... Pero, ¿pinchará la inflación antes de que se enfríe la economía?

El problema es que hay demasiadas interrogaciones sobre en el futuro de las economías de la moneda común europea. A pesar de que el euro subió inicialmente tras el anuncio del BCE sobre los tipos de interés, poco después se mantuvo en 1,016 dólares. El estratega jefe internacional de Deutsche Bank, Alan Ruskin, resalta que pese a la subida de tipos la incertidumbre sobre la economía de la eurozona y el suministro de energía seguirán pesando sobre la moneda europea.

La inflación no será tan fácil de controlar

En el BCE, además, empieza a cundir la idea de que la inflación no será tan fácil de controlar. El escenario es nuevo, y el dato del 8,6% de junio ha sido una sorpresa negativa en la torre a las orillas del río Meno. La propia Comisión Europea prevé cerrar 2022 con una inflación del 7,6% en la zona del euro, y del 4% en 2023.

Es decir, los precios van a seguir muy elevados al principio de 2023, con los niveles actuales o mayores en los próximos meses, y va a costar que esté por debajo del 7%, lo cual ya está teniendo una influencia enorme. ¿Por ejemplo? Que el BCE ha decidido analizar y evaluar la situación mes a mes, reunión a reunión, para tomar las decisiones sobre subidas de tipos. Hasta ahora, había una guía según la cual las decisiones monetarias se tomaban de tanto en tanto en las reuniones del consejo de Gobierno, aunque se daban indicaciones sobre la orientación futura de la política monetaria, la conocida como forward guidance. Pero ahora será mes a mes.

En este sentido, Franck Dixmier, director de inversiones de renta fija de Allianz Global Investors, resalta que es positivo el abandono de la forward guidance por parte del organismo monetario ante la falta de certidumbres: “Esto no es malo. Atarse las manos en un entorno tan cambiante no tenía sentido”.

La presidenta del BCE, Christine Lagarde, habla de flexibilidad. Pero es una flexibilidad que tiene que ver con un contexto cambiante, nunca vivido, incierto, de amenazas y desafíos fuera del control de las instituciones europeas, ante el que las herramientas del pasado pueden no ajustarse.

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