Hace casi un año, el 24 de abril de 2013, el derrumbe de un edificio a las afueras de Daca, la capital de Bangladesh, despertó de su plácida indiferencia al mundo ante las condiciones de trabajo en el país asiático. De un día para otro, los consumidores y las grandes marcas abrieron, por fin, los ojos a las condiciones reales que permiten vender en Occidente prendas a precios que, difícilmente, garantizan unas condiciones de trabajo mínimamente dignas.
Más aún con la competitividad que ha provocado la omnipresente crisis. “Ha dado lugar a una mayor competencia internacional, que cada vez es más dura. Las empresas buscan dónde lograr precios más baratos y hay países, nichos de producción baratísima, donde las condiciones son muy duras. Era lógico que terminara pasando un acontecimiento tan trágico como el de hace un año”, asegura Josep F. Valls, catedrático de Marketing de Esade.
El derrumbe del edificio, conocido como Rana Plaza, que alojaba a varias empresas textiles, provocó más de 1.100 muertos y casi 2.500 heridos. Un año después, algunas condiciones laborales han cambiado en Bangladesh. Pero no todas. Y algunas empresas han asumido su parte de responsabilidad a la hora de compensar a las víctimas. Otras no. De hecho, solo siete de las 27 empresas occidentales que fabricaron en Rana Plaza se han comprometido a hacerlo.
Un fondo de compensación con disidentes
Un fondo de compensación con disidentes“Hay dos procesos en marcha. Por un lado, la tragedia ha hecho que unas 150 empresas de ropa firmen un Acuerdo sobre Seguridad en la Construcción de Edificios y de Sistemas contra Incendios en Bangladesh”, explica Eva Kreisler, coordinadora estatal de la Campaña Ropa Limpia. “Es un acuerdo muy exigente, vinculante legalmente, que abre la puerta a un órgano de arbitraje en caso de que haya discrepancias”, puntualiza la responsable de la campaña, coordinada por la ONG Setem.
A este acuerdo se han sumado empresas españolas como Inditex, El Corte Inglés o Mango que, con más o menos reticencias, asumieron que en Rana Plaza se producían prendas con sus etiquetas. Pero otras, con apellido estadounidense, han decidido hacer la guerra por su cuenta. “Wal-Mart y GAP han hecho lobby contra el acuerdo y han establecido su propia alianza. Ahora estamos intentando que, al menos, haya una unificación de criterios”, apunta Kreisler.
Una reacción, en todo caso, a posteriori. “Tras el accidente, Inditex dijo que iba a revisar sus protocolos. Trató de enmendar un error pero el error ya estaba hecho”, indica Verónica Baena, profesora de Marketing de la Universidad Europea de Madrid (UEM). Otra consecuencia fue la subida del exiguo salario mínimo del sector textil en Bangladesh, desde menos de 30 euros mensuales hasta, aproximadamente, 50 euros. También han crecido las inspecciones a las fábricas, que en el conjunto de Asia han aumentado por encima del 50% y en Bangladesh un 64%, según apunta la profesora de Icade Carmen Valor.
La otra vertiente son las víctimas del derrumbe: quién y cómo las va a compensar. “Durante meses, la compensación a las víctimas estuvo estancada. Finalmente, después del pasado verano se creó un comité de coordinación con el que compensar no sólo a las familias de los fallecidos, sino también a aquellos heridos que no podrán volver a trabajar. Pero es muy difícil recopilar y comprobar quién trabajaba para qué subcontrata”, asevera la responsable de Ropa Limpia. En concreto, el denominado Rana Plaza Arrangement trata de ser un marco de colaboración, bajo estándares de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) donde están presentes las empresas, por ejemplo El Corte Inglés, además de los sindicatos, patronal y el Ministerio de Trabajo bangladesí, que, tras el accidente, vio las orejas al lobo y temió que la industria textil local se viera dañada y se perdieran inversiones foráneas.
Cuando el dinero es el problema
Cuando el dinero es el problemaLlegar a acuerdos de buenas prácticas y comités de evaluación, al menos en apariencia, no parece lo más complicado. El problema fundamental: el dinero. Se estima que, para cubrir todas las necesidades de las víctimas, incluidos los gastos médicos, se deben alcanzar los 40 millones de dólares (unos 28,7 millones de euros). Inditex y El Corte Inglés se comprometieron a aportar fondos. También Mango, aunque de forma más rezagada, porque tardó en asumir su vinculación con Rana Plaza. En total, 27 compañías estuvieron vinculadas con alguna de las empresas que allí trabajaban.
En todo caso, más allá de saber quiénes van a contribuir a este fondo, lo difícil es conocer cuánto aporta cada empresa, porque el acuerdo no contempla esta medida de transparencia. Además, hay compañías que aún no han confirmado si van a invertir en el fondo, como el gigante italiano Benetton, la multinacional francesa Auchan, que en España opera como Alcampo, o el gigante de la ropa barata Primark. Para lograrlo, Ropa Limpia, junto con otras asociaciones, ha lanzado la campaña Pagad Ya!
¿Realidad o canto de sirena?
¿Realidad o canto de sirena?El movimiento generado tras el accidente de Rana Plaza pone de manifiesto la necesidad de compromiso por parte de las multinacionales textiles que, en muchas ocasiones, ponen en marcha acciones de Responsabilidad Social Corporativa sin que estas se traduzcan en cambios reales. Sobre todo porque, para algunas empresas, la denominada RSC (Responsabilidad Social Corporativa) sólo tiene sentido si genera algún beneficio para la compañía.
“El hecho de llevar a cabo una Responsabilidad Social Corporativa no supone, directamente, un efecto positivo sobre tu marca o tu empresa. Más bien es al contrario, si no la llevas a cabo, tendrás un problema”, señala Verónica Baena. “Por ejemplo, los bancos, con su obra social, han tratado de mitigar sus problemas de imagen pero si el consumidor intuye que se trata sólo de una estrategia puntual, te penalizará porque tiene que ser algo interiorizado y a largo plazo”.
La profesora de la UEM apunta también a las empresas que han recortado sus presupuestos en RSC a causa de la crisis. “Han puesto de manifiesto que no se lo tomaban en serio, que no era algo creíble. Si no te crees que tienes que seguir unas pautas, cumplir una serie de criterios, tienes que ser consciente de que lo tienes que hacer porque no es un valor añadido, es un valor obligado”.
La clave, la responsabilidad, sobre todo en sectores como el textil, la tienen los consumidores. “Yo como comprador quiero saber cada una de las fases de producción, si es una camiseta teñida de sangre o si se han respetado todos los derechos en su producción”, critica el profesor de Esade. “Hay que apreciar el talento tanto aquí como allí, porque las grandes multinacionales cuando pagan 60 euros al mes a una persona por su trabajo, aunque en Bangladesh el valor de ese sueldo no sea el mismo que aquí, están minusvalorando el valor de esas personas. El beneficio de unos consumidores no puede ser a costa del sufrimiento, incluso del esclavismo de otros. Porque, entonces, tanto los consumidores como los intermediarios nos convertimos en cómplices. Hay que exigir el cumplimiento de unos valores, esa es nuestra responsabilidad”, recalca Josep F. Valls.
¿Y qué podemos hacer entonces como consumidores? “Podemos seguir guías de compra; hay páginas web que nos ofrecen alternativas y proveedores que cumplen una serie de criterios; podemos insistir desde las redes sociales; y podemos hacer algo tan sencillo como pedir información en las tiendas. Hay que insistir”, recalca la profesora de Marketing de Icade. “Las empresas actúan cuando se sienten examinadas”, recuerda. Un examen que, por un lado, procede de los consumidores y, por otro, de los inversores, que “deben, o debemos, exigir mayor transparencia a la hora de saber de dónde vienen los beneficios”.
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ACTUALIZACIÓN: La compañía Primark se ha comprometido a pagar, por un lado, 9 millones de dólares para indemnizar a las víctimas que trabajaban para New Wave Bottoms, su proveedor en el edificio derrumbado. Por otro, aportará 3 millones de dólares al fondo de compensación común que se repartirá entre todas las personas heridas o fallecidas en el derrumbre del Rana Plaza.
9 millones de dólares al pago de compensaciones “de larga duración” a las 580 personas que fallecieron o resultaron heridas mientras trabajaban para su proveedor en el edificio derrumbado, la firma New Wave Bottoms. Primark también contribuirá con 3 millones de dólares a un “fondo de donantes
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