La inflación de los alimentos volvió a repuntar en abril al 4,7%, según ha confirmado el INE este martes. Las subidas de precios en los supermercados se resisten a moderarse y avanzaron 4 décimas respecto a marzo en tasa interanual (respecto al mismo mes del año pasado), cuando bajaron al 4,3%, un mínimo desde 2021.
La inflación general (medida según el IPC) aumentó una décima al 3,3% en abril (siempre en tasa interanual), según adelantó el INE a finales del mes pasado, debido al efecto base por el mejor comportamiento de los precios del gas y de los propios alimentos el pasado año.
La buena noticia viene por el lado de la inflación subyacente, que excluye de su cálculo los alimentos no elaborados y la energía, y que siguió descendiendo. Se redujo 4 décimas y se situó en el 2,9%. Es la primera vez desde enero de 2022 que este IPC subyacente está por debajo del general.
Según el INE, el incremento de la inflación de los alimentos se debió, “en su mayor parte, a la subida de los precios de frutas y legumbres y hortalizas, frente a la bajada en el mismo mes de 2023”. También tuvo un impacto importante, de nuevo, el aceite de oliva.
Eso sí, el ritmo de las subidas de precios en los supermercados y en las tiendas se ha reducido cerca de una cuarta parte desde el máximo del 16,6% alcanzado en febrero del pasado año.
La moderación de la inflación de los alimentos es especialmente relevante para los hogares con menos ingresos porque las compras en los supermercados o en las tiendas suponen un mayor porcentaje del gasto total cuanto menos se gana. Es ahí donde está el principal foco de preocupación. Por esta razón, la reducción del IVA de los alimentos básicos sigue vigente, de momento hasta junio junto a los descuentos en el transporte público.
“Los datos de inflación siguen reflejando la capacidad de la economía española de compatibilizar el mayor crecimiento económico entre los principales países de la zona euro con una moderación de los precios y el mantenimiento del apoyo a los más vulnerables”, destacan fuentes del Ministerio de Economía, Comercio y Empresa.
“La moderación gradual de la inflación se traduce en la mejora del poder adquisitivo de las familias, que ya han recuperado el poder adquisitivo pre pandemia con un crecimiento superior al de nuestros principales socios, como ha certificado la OCDE [con datos de renta disponible, aunque no ocurre lo mismo con los salarios]. Asimismo, se mantiene la competitividad de las empresas españolas, con un aumento de la cuota de mercado el pasado año”, continúan desde el Ministerio de Carlos Cuerpo.
No hay tregua para los bolsillos de las familias
Los grandes problemas para los hogares en España siguen siendo la inaccesibilidad de la vivienda, sobre todo en las grandes capitales, y la desigualdad. La Encuesta de Condiciones de Vida de 2023 confirmó que la respuesta social a los quebrantos encadenados de la pandemia y la invasión rusa de Ucrania ha llevado la desigualdad a mínimos. Sin embargo, la inflación y el mercado de la vivienda siguen dañando el poder adquisitivo y provocan la insatisfacción de buena parte de las familias trabajadoras.
En mayor o menor medida, dependiendo del sector, las empresas han trasladado el aumento de los costes a los precios que pagan las familias para defender sus márgenes de beneficio y ganar más.
Actualmente, el principal riesgo respecto a la inflación es el impacto de las guerras que sufren Ucrania y Gaza en los precios energéticos y en los cuellos de botella del comercio mundial.
En esta última “milla” –según el lenguaje de la política monetaria– de la crisis de inflación, las subidas de precios se han concentrado en unos pocos sectores en nuestro país. En esta situación, la estrategia de “domar la inflación” –según la misma jerga económica– con los incrementos de los tipos de interés del Banco Central Europeo (BCE) está puesta en cuestión. De momento, la institución se niega a revertir la política de lanzallamas, que consiste en ahogar a familias, empresas y a los Estados para provocar una crisis y moderar así la inflación.