El IPC (Índice de precios de consumo) se redujo al 5,7% interanual en diciembre, según ha confirmado el INE (Instituto Nacional de Estadística) este viernes. Esta moderación, una décima por debajo de lo previsto, se justifica “por la bajada de la energía”, y sitúa a España como el país de la eurozona que soporta menos inflación.
Sin embargo, el índice subyacente, que excluye precisamente la energía y los alimentos frescos, escaló siete décimas desde noviembre, hasta el 7% interanual (respecto a diciembre de 2021) en plena campaña navideña, principalmente por los precios disparados en los supermercados y de la ropa y el calzado.
El dato general de este mes es cinco puntos inferior al pico alcanzado el pasado mes de julio, cuando la inflación escaló hasta el 10,8%, su nivel más alto desde septiembre de 1984. En cambio, los alimentos establecieron el récord de toda la crisis de precios, en el 15,7%. En noviembre aceleraron un 15,3%.
“En el mes de diciembre se mantienen altos los precios de los alimentos, especialmente leche (31% internaual), queso (22,1%), huevos (29,8%), aceite (35,2% el de oliva) y azúcar (50% en diciembre frente al mismo mes de 2021)”, lamentan fuentes del Ministerior de Asuntos Económicos, que recuerdan que a partir de enero el Gobierno ha eliminado el IVA de los alimentos básicos –pan, leche, queso, huevos, frutas, verduras– y ha reducido del 10% al 5% el del aceite y pasta, con el objetivo de bajar sus precios.
El Ejecutivo “está realizando un seguimiento para garantizar que la reducción del IVA aprobada se está trasladando a los consumidores”, continúan las mismas fuentes.
Además, desde Economía añaden que “la evolución de la inflación [general] confirma la eficacia de las medidas adoptadas por el Gobierno, reduce la presión sobre los costes energéticos de las empresas, reforzando para los próximos meses su competitividad y la tendencia descendente y reafirma la urgencia y oportunidad de las [nuevas] medidas incluidas” en el Real Decreto, aprobado en el último Consejo de Ministros de 2022, para seguir luchando contra la inflación.
La inflación se extiende a todo el IPC
Algo más de un año después de los primeros sustos en las facturas de luz y en las gasolineras, la inflación es ya un problema estructural. Las subidas de precios han pasado de ser un acontecimiento temporal, focalizado en el gas y los carburantes, a extenderse a la mayoría de la cesta de consumo.
En términos intermensuales, el IPC general avanzó 0,2% (frente a noviembre) y el subyacente un 0,9%, como reflejo de la temporada fuerte para el consumo en navidades.
Destacó el aceite y las grasas, del 6,3% de un mes a otro, el salto de leche, queso y huevos, del 3,7% también respecto a noviembre, del pan y los cereales, del 2,2%, de la carne, del 1,3%, del pescado y el marisco, del 1,9%, y de legumbres y hortalizas, del 2% intermensual. Fuertes subidas que precedieron a las bajadas del IVA.
La propia vicepresidenta primera y ministra de Asuntos Económicos, Nadia Calviño, ha confiado este mismo viernes, en una entrevista concedida a RNE, en que la inflación subyacente empezará a bajar en enero gracias a las medidas adoptadas.
Por su parte, la vicepresidenta segunda y ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, ha asegurado que una parte del repunte de la inflación subyacente, se explica “por los beneficios de las empresas”.
“Con los datos del IPC, y en algunos sectores, como en la alimentación, está claro que, homologando a un gallego como yo, (el líder del PP) Alberto Núñez Feijóo, hay alguien aquí que se está forrando. No era quien decía Feijóo, pero algo hay que hacer aquí”, ha comentado Díaz en las Jornadas Confederales de UGT.
La inflación subyacente supera a la inflación general
El IPC subyacente incluye precios que tardan en subir, pero que también tardan en bajar. O directamente no se reducen nunca. Un ejemplo: cuando un restaurante decide subir el precio del menú del día de 10 euros a 11 euros (un aumento del 10%) difícilmente lo bajará en los siguientes meses. En teoría, encontrará pocas razones para hacerlo.
Una razón sería una crisis económica larga y profunda (como la que está forzando el Banco Central Europeo con las subidas de los tipos de interés) que reduzca drásticamente el número de comensales a la semana. O una competencia feroz en el mismo barrio. Pero lo cierto es que antes de elevar un euro su menú del día, el restaurante seguramente lleve un tiempo aguantando el aumento de los costes: el encarecimiento de la factura de la luz, del aceite para la freidora, de los tomates, del bacalao o de la carne de ternera.
Esta decisión concreta del hipotético restaurante es una muestra clara de contagio de la inflación. Pero hay más ejemplos de este fenómeno. Sobre todo, entre pequeños comercios (panaderías, peluquerías, o pequeños talleres), con poco poder de mercado, que se juegan los clientes en cada céntimo que incrementan a los productos o servicios que ofrecen. Y que aún así terminan encareciéndolos. O, por otra parte, se puede observar del mismo modo en los precios de los alimentos del supermercado, disparados en los últimos tiempos.