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La inflación repunta al 3,4% en enero tras la retirada parcial de las medidas de choque

El aceite de oliva se encarió un 44,45% en 2023. El año pasado, apenas 20 productos y servicios, entre ellos el oro líquido, explicaron el 85% del 3,5% que subieron los precios de media, respecto a 2022.

Daniel Yebra

30 de enero de 2024 09:00 h

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La inflación ha repuntado al 3,4% en enero, respecto al mismo mes de 2023, después de la retirada parcial de las medidas de choque para cumplir con el objetivo de déficit del 3%, tras el próximo regreso de las reglas fiscales a la UE. El IPC (Índice de Precios al Consumo) se elevó solo 3 décimas desde el 3,1% de diciembre, pese a la subida del 5% al 10% del IVA de la luz y del gas, del incremento del 0% al 2,5% del impuesto especial a la electricidad y del alza al 3,5% del impuesto a la producción.

El salto era de esperar tras el recorte de los paquetes anti inflación a 5.300 millones, desde los los 15.000 millones de 2023 y los 22.000 millones de 2022. Pero el abaratamiento de la energía sigue restando a la inflación general, además de que la prolongación de la rebaja del IVA de los alimentos básicos, entre el resto de medidas que se mantienen, también han suavizado el efecto escalón.

“Esta evolución es debida, principalmente, a la subida de los precios de la electricidad, frente a la bajada de enero de 2023. En sentido contrario destacan los carburantes, cuyos precios disminuyen, mientras que subieron en el mismo mes de 2023”, resume el INE.

La inflación interanual lleva por debajo del 4% desde abril en nuestro país. En octubre, el IPC general se mantuvo en el 3,5%, como en septiembre. Ese mes, la inflación repuntó después de haberse moderado por debajo del 3% en junio, julio y agosto.



El principal foco de preocupación sigue en los alimentos, que en diciembre se encarecieron un 7,3%, el menor ritmo de los últimos años. Este mismo dato para enero se conocerá el 15 de febrero, cuando el INE publique el detalle del IPC de este primer mes de 2024. Habrá que vigilar la evolución del aceite de oliva, que ha alcanzado precios inaccesibles en los últimos meses.

La presión inflacionista también es evidente en algunos servicios, sobre todo en los relacionados con la restauración. Esto se refleja en una inflación subyacente, que excluye de su cálculo la energía y los alimentos no elaborados, del 3,6% en enero, desde el 3,8% de diciembre. Este nivel es un mínimo de los dos últimos años.



Actualmente, el principal riesgo respecto a la inflación es el impacto de las guerras que sufren Ucrania y Gaza en los precios energéticos y en los cuellos de botella del comercio mundial, concretamente, un posible recrudecimiento de las tensiones en el mar Rojo. Incluso un eventual cierre del estrecho de Ormuz, en Oriente Medio, un importante enclave para todo tipo de mercancías. De momento, el impacto directo para nuestro país es escaso. “La crisis del mar Rojo está incrementando los costes globales de transporte. No obstante, nuestro indicador de cuellos de botella sugiere que su impacto económico sería, por ahora, reducido respecto a otros episodios anteriores”, recalcó este lunes el Banco de España.

Inflación del 3,5% de media en 2023

Restaurantes, bares y el aceite oliva fueron los principales responsables de la inflación del 3,5% (de media) de 2023. Exactamente, el 6,25% que subieron los precios en la restauración a lo largo del año pasado, el 44,45% que se encareció el oro líquido y el 8% que se elevó la comida rápida explican un tercio de toda el IPC, que el INE calcula según una cesta tipo de productos y servicios a los que pondera según se consumen más o menos, y que va actualizando recurrentemente, cuando detecta cambios en los hábitos de los compradores.

De hecho, apenas 20 productos y servicios explican el 85% del 3,5% que subieron los precios el año pasado de media. A restaurantes, bares y al aceite, se suman los talleres de coches (aumentaron sus precios un 6,4% en 2023), los vehículos de segunda mano (casi un 14%), las panaderías (15,5%), las legumbres y hortalizas (13,5%) o los paquetes de telefonía (casi un 5%).

Por su parte, la electricidad, el gas y los carburantes se abarataron respecto a 2022 y fueron los productos que más restaron al IPC general en el conjunto del pasado ejercicio. Es decir, bajaron frente a la escalada de 2022 (la electricidad hasta un 37% a lo largo del año pasado, el diésel un 6,5% o el gas natural un 9,3%) y aliviaron la inflación media al 3,5%.

En 2022, la inflación fue del 8,4%. La bajada de un ejercicio a otro se explica precisamente por el abaratamiento de los precios de la energía. La electricidad, el gas o los carburantes empezaron a escalar en 2021, cuando el IPC promedio fue del 3,1%. Después, esta escalada se exacerbó con la invasión rusa de Ucrania y contagió al resto de productos y servicios, al elevar los costes de las empresas, que los han ido trasladando en mayor o menor medida a sus precios de venta.

Las previsiones apuntan a que en 2024 la inflación se mantendrá en el 3,5%, y a que se normalizará por fin en 2025. El estancamiento que se espera para este año que acaba de comenzar tiene que ver, de nuevo, con que ya no habrá el efecto escalón que hubo con los precios de la energía en 2023, tras las fuertes subidas de 2022. También está relacionado con la retirada progresiva de las medidas de alivio para cumplir con el objetivo de reducir el déficit (el desequilibrio entre los ingresos y los gastos públicos) al 3%.

En esta última “milla” –según el lenguaje de la política monetaria– de la crisis de inflación, las subidas de precios se han concentrado en unos pocos sectores en nuestro país. En esta situación, la estrategia de “domar la inflación” –según la misma jerga económica– con los incrementos de los tipos de interés del Banco Central Europeo (BCE) está puesta en cuestión. De momento, la institución se niega a revertir la política de lanzallamas, que consiste en ahogar a familias, empresas y a los Estados para provocar una crisis y moderar así la inflación.

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