La recuperación y el crecimiento de la economía de España desde el shock de la COVID ha sorprendido positivamente respecto a todas las expectativas. Principalmente, por la resistencia del consumo de las familias a la inflación y a las subidas de los tipos de interés, por el esfuerzo del gasto público y por la fortaleza del sector exterior (y no solo del turismo). “No obstante, esta evolución no ha estado exenta de aspectos negativos, ya que es importante destacar que la inversión ha adoptado una tendencia desfavorable”, apunta el economista de Esade Manuel Hidalgo en una publicación reciente.
En los últimos meses, al estudiar la evolución del PIB (Producto Interior Bruto), y por tanto de la economía, distintos informes de expertos y centros de análisis han advertido de esta debilidad: la inversión de las empresas y de las familias en “capital fijo” es uno de los componentes más atascados desde la pandemia.
Estos informes señalan varias causas: el daño de los cuellos de botella en el comercio mundial y la crisis energética en 2021 y 2022, el escaso efecto del despliegue del Plan de Recuperación o la desconfianza de los inversores y las empresas hacia el Gobierno de coalición. Incluso, la pasada semana, el prestigioso periódico económico Financial Times tituló: “La amnistía española para los independentistas provoca un retroceso de los inversores”.
En el primer gráfico de esta información, se puede observar el retraso de la Formación Bruta de Capital Fijo, como denomina el INE a las inversiones. Al cierre del tercer trimestre, estaba a casi 3 puntos porcentuales del nivel previo a la pandemia. En el gráfico siguiente, se ve cómo el gasto público (de las administraciones) superó esta misma referencia en el tercer trimestre de 2020, que el consumo privado lo hizo (por fin) en el mismo tercer trimestre del año pasado y que el PIB (es decir, la actividad económica en general) lo consiguió en el verano de 2022.
Sin embargo, estas lecturas del volumen encadenado de la inversión en nuestro país esconden una visión más optimista en el largo plazo y, asimismo, un positivo cambio estructural de nuestra economía. En primer lugar, desde el suelo hasta el que se hundió en 2013 por el estallido de la burbuja inmobiliaria, la Formación Bruta de Capital Fijo (la inversión) avanza un 30%.
Además, si se cambia el foco y se analizan las diferentes inversiones que clasifica el INE en términos absolutos, en millones de euros, la Formación Bruta de Capital Fijo total ya roza el 90% del máximo de la burbuja inmobiliaria, los 82.000 millones del cuarto trimestre de 2007, con un peso mucho menor de la vivienda y con la propiedad intelectual en máximos.
Según demuestran el tercer gráfico y el cuarto de esta información, la economía de España se ha transformado por completo: la vivienda llegó a copar 4 de cada 10 euros de la inversión en “capital fijo” antes de 2008; ahora solo es 2,9 euros de cada 10. La gran diferencia es el mayor peso de sectores relacionados con la innovación, la ingeniería o las energías renovables, donde sí está siendo clave el Plan de Recuperación.
El camino hacia el máximo de la burbuja que estalló en 2008 está siendo muy lento porque se está recorriendo con la economía 'desenganchada' del ladrillo. “La inversión en capital supone una renuncia a consumir en el presente a cambio de aumentar la capacidad productiva y generar mayores niveles de producción, renta, consumo y bienestar en el futuro”, explican en BBVA Research.
“Es por ello por lo que niveles anormalmente bajos de inversión sostenidos durante cierto tiempo acaban teniendo consecuencias sobre las perspectivas de crecimiento potencial”, continúa este equipo de expertos, en un informe publicado en julio de 2023.
La transformación de la economía
Dentro de la Contabilidad Nacional, el INE incluye en la inversión en “capital fijo” la propia vivienda, el resto de la construcción (infraestructuras y otros edificios), material de transporte, maquinaria, bienes de equipo, sistemas de armamento, agricultura [definida por el organismo como “recursos bióticos cultivados”] y propiedad intelectual.
La construcción en total, sumando vivienda y el resto, atrajo casi 7 euros de cada 10 en la burbuja inmobiliaria. El peso de esta actividad en la inversión se hundió por debajo del 50% al final de 2013, justo después del rescate bancario y con el paro por encima del 20%. Desde ese suelo, ha ido reconquistando terreno hasta el 54,1% actual.
De esta manera, la economía española crece y crea empleo, a pesar de la atonía del ladrillo y del crédito. En este ciclo de crecimiento económico, la vivienda está más rezagada porque hay problemas de financiación a los hogares, por las subidas de los tipos de interés del Banco Central Europeo (BCE) y su traslación al Euríbor. Pero, por otra parte, también refleja un crecimiento económico más sano.
Esta transformación de la economía española está bien condensada en las cifras de inversión en propiedad intelectual. Se ha estabilizado cerca del 17% del total, y roza los 12.000 millones de euros, tras duplicarse desde 2008. Un cambio que tiene sus consecuencias en el mercado laboral, donde se están creando más puestos de trabajo que nunca en sectores relacionados con las tecnologías de la información y la comunicación (TIC).
Esta misma semana, en el Foro Económico Mundial que se ha celebrado en Davos (Suiza), el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, se dirigió a a las empresas nacionales e internacionales, recalcando que el nuevo Ejecutivo de coalición “está trabajando por la estabilidad, la confianza y, por supuesto, en la consolidación de todas las reformas que ya hemos logrado en los últimos cuatro años”.
“Y ahora estamos centrados en aprovechar el crecimiento económico para consolidar nuestras políticas fiscales. Se prevé un déficit público del 3% del PIB para este año. Y, por supuesto, reducir la deuda pública, que alcanzó su máximo en 2020 debido a la pandemia”, finalizó.