Trafigura, Glencore, Vitol... Son nombres de empresas prácticamente desconocidas, a pesar de que están en la vida de la mayoría de los ciudadanos a través del comercio de materias primas. Son compañías que mueven 17 billones de dólares al año comerciando con petróleo, trigo, níquel, carbón o cobalto pero pocos las conocen, hasta ahora. Los periodistas de Bloomberg Javier Blas y Jack Farchy han escrito el libro 'El mundo está en venta' (Editorial Penísula) donde explican la historia y los movimientos de unas compañías que “operan en la sombra” y buscan mercados complicados donde comprar y vender materias primas. Blas explica en esta entrevista como Bob Finch, responsable de petróleo de Vitol durante muchos años, autodefinió al sector con claridad: “Cuanto más peliagudo es el país, más ventajas”. Finch ha sido el hombre en la sombra de Vitol, sabe de lo que habla. Le estuvo vendiendo petróleo a Serbia durante la guerra de Yugoslavia.
Porque otra de las características de estas empresas es su capacidad de influencia política. “”Han tomado partido en la guerra de Libia, ayudaron a Fidel Castro, ayudaron a Augusto Pinochet, ayudaron a Saddam Hussein... están presentes cuando hay problemas y, a veces, estas empresas son las que crean los problemas. ¿Cómo sería Asia Central hoy, si entre 1991 y 1992, durante la Guerra Civil en Tayikistán, Glencore no hubiese financiado al Gobierno?“, se pregunta el periodista de Bloomberg.
¿Cómo han logrado tener esa influencia? Además de ir a comerciar a países bajo embargo o inmersos en conflictos armados, el soborno ha sido una práctica habitual en la forma de operar. Blas explica como la mayoría de los directivos a los que han entrevistado para escribir este libro “hablaban de pagar sobornos como si fuese una transacción más”. Maletines con miles de dólares viajaban por el mundo en busca de la apertura de nuevos mercados. Un dato que cuesta creer pero que Blas y su compañero de Bloomberg cotejaron hasta tres veces: se podían desgravar los sobornos en el impuesto de Sociedades en Suiza hasta 2016. “El sector de las materias primas es el último reducto del capitalismo salvaje”, sentencia Javier Blas.
¿Cómo es posible que estas empresas sean capaces de ver un embargo o una sanción contra un país como una oportunidad de negocio. Nos referimos al Chile de Pinochet, la Sudafrica del Apartheid, Libia, Irán...?
Son compañías que operan en la sombra. Es un sector opaco, que no está regulado. Entiendo que llame la atención. A veces me pregunto cómo es posible que nadie se diese cuenta de lo que estas compañías estaban haciendo. Una de las razones por las que escribimos el libro es tratar de evitar que siga ocurriendo. Hay muy poco conocimiento por parte de funcionarios y de políticos de las actividades de estas empresas. El sector de las materias primas es el último reducto del capitalismo salvaje. No tienen una regulación que cumplir. Compran un cargamento de petróleo en alta mar y lo venden en alta mar, donde no hay ningún gobierno al que le tengas que dar explicaciones de nada. Estas empresas se han beneficiado de una especie de vacío legal que les ha permitido ser extremadamente rentables y operar en lugares del mundo en los que nadie quiere ir.
Aunque son comerciantes de materias primas, uno de sus principales activos es la influencia política y la financiación de países, pueblos o causas -desde el Gobierno de Angola hasta los kurdos- de manera que tienen la capacidad de cambiar el curso de la historia.
Lo que más sorprende es que a pesar de la influencia política y económica que tienen, se les conozca tan poco. En ciertos sitios toman partido por un bando en un conflicto y pueden decantar cómo ese conflicto acaba. La mayor parte de las empresas de este sector no están cotizadas, con lo cual no tienen que publicar ninguna información. Hay pocos periodistas que se dediquen a seguir el sector, este es el primer libro que se ha escrito en 40 años sobre estas empresas. Hay solo una ONG, Public Eye, que se dedique a monitorear su actividad con regularidad y Global Witness publica de vez en cuando algún informe. Y todo esto cuando es un sector que mueve un tercio del comercio global.
¿Los Gobiernos siguen sin fijarse en estas empresas?
A raíz de la crisis financiera de 2007 2008, el Departamento de Justicia de los Estados Unidos se dio cuenta de que había determinados rincones de la economía mundial que estaban a oscuras, sin regulación, y que algo había que hacer. El Departamento de Justicia de EEUU no puede regular, pero al menos se puede asegurar de que las normas actuales se cumplan. Empezaron con los bancos de Wall Street, con un montón de sanciones a JPMorgan o Citigroup. Luego siguieron con bancos europeos por blanqueo de dinero y el uso de paraísos fiscales, y le metieron mano a Credit Suisse, UBS, BNP Paribas o HSBC. Más recientemente empezaron con las casas de comercio de materias primas, primero con Vitol, que se declaró culpable de pagar sobornos en tres países latinoamericanos y le multaron con casi 400 millones de dólares. Esta misma semana, Glencore, que es la mayor compañía de comercio de materias primas, admitió que había pagado sobornos y había manipulado el mercado. No se sabe aún la cifra total de la multa pero se calcula que va a rondar los 1.500 millones de dólares. En la rueda de prensa del martes al fisca que llevó este caso le preguntaron si este es el comienzo de una campaña sobre el mercado de materias primas y vino a decir algo así como 'tenemos un ojo sobre ellas'. Es una señal clara, aunque no estamos hablando de regulación, es simplemente asegurarse de que no estén pagando sobornos o manipulen el mercado en bolsa.
Ustedes explican que estas empresas crecieron con la impunidad del desconocimiento y que solo cuando EEUU utilizó el dólar como arma empezaron a tener problemas con las autoridades, pero ¿el papel de EEU ha sido una estrategia geopolítica por sus intereses o realmente quieren controlar a estas empresas?
Hay de las dos cosas. Estados Unidos se dio cuenta de que estas compañías podían apoyar a un bando en un país que le interesaba -por ejemplo, cuando apoyaron a los rebeldes libios frente a Muamar el Gadafi-, pero ha habido momentos en los que estas casas de comercio de materias primas han respaldado a líderes que van en contra de los intereses de Estados Unido: a Saddam Hussein, a Fidel Castro y, ahora, a Vladimir Putin. Así que al Departamento del Tesoro o al Departamento de Estado les viene bien echarles un ojo. Además, todo el comercio de materias primas se hace prácticamente en dólares. Al final de una transacción, aunque partan de un bancos europeo, tiene que haber un banco corresponsal en Estados Unidos que haga el 'clearing' [proceso de cruce entre bancos de operaciones de reembolso, traspasos, etc] y dé vía libre a los fondos. Con este sistema, el Gobierno estadounidense se dio cuenta de que podía agarrar a las compañías. Si se paga un soborno en dólares, Estados Unidos tiene jurisdicción y puede actuar. Lo que veremos es que muy pocos sobornos se van a pagar en dólares.
Ahora vemos que se comercia también con tras monedas (rublo, yuan yeuro), pero además con las criptomonedas se pueden saltar aun más las posibles represalias de EEUU.
La broma en el mercado financiero es que las criptomonedas tienen tres usos: blanqueo de dinero, especulación en un esquema Ponzi y que los incautos inviertan y beneficien a los que están especulando, porque al final son monedas que no tienen un valor de fondo. En fin, recuerdo que algunos decían que iba a reemplazar al oro porque eran una fuente de seguridad. Si el mercado de materias primas se mueve en monedas distintas al dólar, va a dificultar mucho al gobierno de Estados Unidos en su intención de controlarlo, pero hay un punto determinante: aunque haya facturas de materias primas que se saldan en otras monedas, el precio de esas materias primas se sigue fijando en dólares. Ahora Rusia exige que se pague en rublos, pero el contrato sigue en dólares. China está tratando de acordar con Arabia Saudí el pago en yuanes, pero la mayor parte de productores, salvo que tengan un problema de sanciones, prefieren seguir cobrando en dólares. ¿Quién quiere el yuan? En un momento el gobierno chino puede aplicar el control de capitales, cerrar el grifo y no se puede mover el dinero. El dólar se puede cambiar fácilmente en cualquier banco del mundo.
Cuesta creer que estas empresas no estuvieran conectadas con los servicios secretos de varios países.
El gran secreto a voces de las empresas de comercio de materias primas ha sido que siempre han tenido muy buenas conexiones con los servicios secretos. Cuando una compañía se mueve en países emergentes, financia a gobiernos en guerras civiles y está cerca del poder en países subdesarrollados es porque van de la mano de servicios secretos. Pero además, estas empresas tienen un conocimiento más amplio y profundo que cualquier servicio secreto de lo que está pasando en un país en desarrollo. Cuando fui redactor jefe de África en Financial Times iba a algunos países africanos productores de petróleo donde el 'agregado cultural' de la embajada de determinado país tenía poca información, pero luego hablabas con el responsable de una empresas de materias primas y te daba una visión muchísimo más global, con más detalle. Estas empresas tienen oficinas desperdigadas por el país, gente en las minas, en los pozos de petróleo, se mueven constantemente para obtener información.
Un caso diferente es Rusia, donde el KGB está directamente relacionado con la creación de empresas energéticas y de materias prima.
El KGB controlaba muy de cerca a todas las empresas extranjeras de materias primas que operaban en la Unión Soviética. Posteriormente, con la caída del muro de Berlín, y ya con Vladimir Putin y sus aliados ahora en el FSB (nombre actual de los servicios secretos rusos) crearon un entramado de poder alrededor de las materias primas, contando con el apoyo de las empresas occidentales. No ha habido un sector empresarial occidental tan importante para afianzar a Putin en el poder como el de las materias primas. En los últimos diez años estas empresas han ayudado a Rusia a vender petróleo a pesar de las sanciones por la invasión de Crimea (Ucrania); han proporcionado financiación a empresas estatales rusas, cuando nadie quería prestar ni un dólar debido a las sanciones. En los últimos años, los bancos occidentales no querían saber nada de Rosneft (empresa de petróleo propiedad del gobierno ruso). pero el mayor crédito que ha recibido Rosneft, de 10.000 millones de dólares, vino de la mano de Vitol y Glencore. Cuando el Estado ruso quiso privatizar un pequeño porcentaje de Rosneft para obtener ingresos, Glencore hace la operación, actúa como broker e invierte en la privatización. Poco después, Vladimir Putin le otorga personalmente en una ceremonia en el Kremlin la Orden de la Amistad a Ivan Glasenberg, entonces consejero delegado de Glencore.
No ha habido un sector empresarial occidental tan importante para afianzar a Putin en el poder como el de las materias primas
Lo que está claro es que estas empresas ganan más dinero cuando hay turbulencias.
Hay un frase en el libro de Bob Finch, responsable de petróleo de Vitol durante muchos años, que lo explica claramente: “Cuanto más peliagudo es el país, más ventajas”. Finch ha sido el hombre en la sombra de Vitol, sabe de lo que habla. Le estuvo vendiendo petróleo a Serbia durante la guerra. Contrataron a uno de los peores genocidas de Yugoeslavia por un millón de dólares porque querían cobrar una deuda. Cuando el moroso vio entrar a este tipo como representante de Vitol para cobrar la deuda, se le puso la cara blanca y dijo que firmaba lo que hiciese falta. Por cierto, un tipo al que Tribunal de La Haya quería meter en la cárcel, pero murió antes.
La guerra civil de Angola se financió con petróleo y diamantes. En los ochenta Marc Rich + Co, que hoy en día es Glencore, otorgó un préstamo de 80 millones de dólares el Gobierno angoleño a cambio de la entrega futura de barriles, fue una de las primeras veces que se prestaba dinero con el petróleo como garantía y que luego se utilizó mucho.
“Han tomado partido en la guerra de Libia, ayudaron a Fidel Castro, ayudaron a Augusto Pinochet, ayudaron a Saddam Hussein... están presentes cuando hay problemas y, a veces, estas empresas son las que crean los problemas. ¿Cómo sería Asia Central hoy, si entre 1991 y 1992, durante la Guerra Civil en Tayikistán, Glencore no hubiese financiado al Gobierno? Probablemente Tayikistán sería hoy muy distinto y probablemente varios países limítrofes, también. Glencore financió con cien millones de dólares al gobierno de Tayikistán comprándole aluminio y dándole préstamos que estaban garantizados por entregas futuras. Esos cien millones de dólares se utilizaron para ganar la guerra.
El refranero español es muy bueno: a río revuelto, ganancia de pescadores. Si el río está revuelto ahora con Ucrania y Rusia irán allí a ganar más dinero. De hecho, el sector de materias primas va a ganar más dinero que nunca en 2022 y llevamos solo cinco meses.
Es fascinante como Glencore tiene capacidad para influir en una medida como rebajar un 15% las exportaciones de trigo de Rusia con la excusa de la sequía, que eran una fuente fundamental de alimentos para los países árabes, lo que tiene una repercusión brutal ya que es una de las causas que provoca la Primavera árabe.
En la Primavera Árabe influyeron desde el descontento social por la opresión y la ausencia de una democracia real a la crisis económica y una tasa altísima de paro juvenil además de un ambiente social opresivo sin ninguna válvula de escape. ¿Si Glencore no hubiese aconsejado al gobierno ruso hacer reducir sus exportaciones de grano hubiese empezado la Primavera Árabe? No lo sabemos, pero desde luego fue uno de los desencadenantes, ya que la inflación era alta y el precio de los alimentos se disparó muchísimo. Desde luego fue una de las chispas.
Tras leer su libro queda claro que estas compañías son sinónimo de corrupción.
Una de las cosas que más nos sorprendió haciendo la investigación del libro fue con que naturalidad los ejecutivos de esta industria, sobre todo los que ya se habían retirado, hablaban de pagar sobornos como si fuese una transacción más. Paul Wyler, un ex alto ejecutivo de Glencore, nos contó que en los años 90 venía habitualmente a Londres con medio millón de libras en un maletín para pagar comisiones, que es el eufemismo que la industria utiliza. Lo más sorprendente es que se siga haciendo. Hay un memorando de información [acuerdo judicial donde un investigado admite unos delitos ante la fiscalía] de hace solo unos días en el que Glencore explica que tenía una ventanilla con un cajero en su sede suiza, hasta 2011, y en sus oficinas de Londres, hasta 2016, donde los empleados sacaban dinero para pagar los sobornos. Y en ese memorando admiten que habían pagado sobornos en 2018. En la rueda de prensa del pasado martes el fiscal del distrito Sur de Nueva York, que de dedica a cuestiones de anticorrupción en Wall Street, explica que estos sobornos no solo fueron autorizados por los altos ejecutivos de la empresa, sino que eran parte de la cultura empresarial de Glencore.
Glencore tenía una ventanilla con un cajero en su sede suiza, hasta 2011, y en sus oficinas de Londres, hasta 2016, donde los empleados sacaban dinero para pagar los sobornos
En este sentido hay situaciones que parecen una broma si no fuera por la gravedad que entrañan: los sobornos hasta 2016 fueron legales en Suiza, incluso se podían desgravar en el Impuesto de Sociedades.
Cuando estábamos haciendo las comprobaciones del libro decíamos “no puede ser”. Llamamos hasta tres veces al gobierno suizo para asegurar que este dato fuera correcto porque nos costaba creer que fuera verdad y las tres veces nos dijeron dijeron que sí, hasta 2016 se podía desgravar el dinero dedicado a los sobornos como un gasto más.
¿No han tenido problemas para escribir este libro?
[Tarda unos segundos en responder] La industria hubiese preferido que no hubiésemos escrito este libro. Muchos de los ejecutivos con los que hablamos fue lo primero que nos dijeron. Cuando vieron que lo íbamos a escribir, ha habido personas y empresas que, a través de bufetes, han tratado de poner todo tipo de zancadillas, incluidas legales, para que no lo escribiésemos.
Uno de los personajes más interesantes que tratáis en el libro es Marc Rich, empresario de materias primas con su compañía March Rich + Co, repudiado moralmente en EEUU por sus acuerdos con Irán, imputado por fraude fiscal, que renunció a la nacionalidad estadounidense pero consiguió la española y la israelí, y que finalmente consiguió que el rey de España Juan Carlos I y el primer ministro israelí intercedan para que Bill Clinton le otorgue un perdón oficial.
Marc Rich es el arquetipo del comerciante de materias primas. Para mí es el padrino de esta industria, con las dos acepciones de la palabra, como el impulsor y por los oscuros negocios. Lo imputaron en Estados Unidos por evasión fiscal en sus negocios comerciales con Irán, se fuga de Estados Unidos, renuncia a la nacionalidad y está casi 20 años en la lista de las diez personas más buscadas del FBI. Las autoridades suizas lo protegieron clarísimamente. Consiguió la nacionalidad israelí porque era de origen judío y consiguió la nacionalidad española porque vivió muchos años en España. Además, tenía propiedades en España, de hecho cuando se jubiló pasaba más tiempo en Marbella que en Suiza.
¿Por qué el rey Juan Carlos llama a Bill Clinton personalmente para interceder por Marc Rich como queda recogido en unos papeles desclasificados por el Congreso de los EEUU? [Tarda varios segundos en responder] Probablemente le hizo favores a España como conseguir petróleo preferencial en países árabes cuando era muy complicado conseguir petróleo. Entre 1963 y 1974, Marc Rich fue delegado en España de Philip Brothers, una empresa de materias primas donde se fogueó. Se codeó con los jerifaltes del franquismo, era un momento en el que las compañías españolas necesitaban comprar materias primas, sobre todo petróleo. Además, España era el mayor productor de mercurio del mundo y un productor muy importante de zinc y aluminio, con la compañía Asturiana de zinc, que hoy es propiedad de Glencore.
Cuando Marc Rich monta su propia compañía tiene una gran influencia en España, uno de sus principales socios y amigos es Jaques Hachuel, estamos hablando de los años 80 hasta mediados de los 90. La oficina en Madrid de Marc Rich +Co no es solo para España, es también para toda África. Las operaciones en África se dirigían desde Madrid, con todo lo que eso conlleva.
¿Qué papel juega España en este mundo del comercio de las materias primas?
España es un país muy importante para el comercio de materias primas. Es uno de los mayores importadores de energía del mundo, el décimo mayor importador de petróleo e importa mucho gas. Es un país que tiene un comercio bidireccional agrícola muy importante: importa muchísimo pienso o maíz para pienso porque tiene una cabaña animal muy grande y exporta mucho aceite. Además compra y vende mucho metal. España es un país relevante en Europa como productor de aluminio, es el mayor productor de zinc del mundo y tiene yacimientos de cobre que también son importantes en Europa. Ahora bien, el gobierno español, tanto de un color como de otro, nunca se ha dado cuenta del peso que tiene España en el mercado de materias primas y de la labor que debería tener la diplomacia energética española, que ha sido bastante pobre siempre.
Por otro lado, España es el país donde Marc Rich dio sus primeros pasos para convertirse en un gigante del mercado de materias primas. Donde un grupo de directivos que trabajan con Rich, luego recaen en Glencore, se convierten en altos cargos de la compañía y accionistas. Hoy en día, por ejemplo, la décima fortuna de España y uno de los principales accionistas de Glencore es Daniel Maté, un comerciante, ya retirado, de materias primas, especialmente de zinc.
Apuntan en el libro que este estilo de hacer negocios basado en viajar por todas partes, hacer tratos con todo el mundo y caminar por el filo de la navaja parece que tienen los días contados, pero vemos como las compañías gasistas europeas esquivan las sanciones para mantener la importación de gas ruso.
Es cierto pero hacer negocios sobre el filo de la navaja tiene fecha de caducidad. Estamos viendo como a empresas como Glencore las han pillado con las manos en la masa y ya no solo los multa, además les obligan a tener a tres funcionarios del Departamento de Justicia de Estados Unidos vigilando todas sus actividades en la propia empresa durante tres años. La sociedad ha cambiado, una empresa no puede tener como modelo de negocio simplemente pagar sobornos y dedicarse a financiar a gobiernos en guerra, aunque seguro que siempre habrá alguien que lo intente hacer. Ahora se habla mucho de que las compañías chinas de comercio de materias primas están sustituyendo en las zonas más complicadas a las empresas occidentales.
En África, China está cambiando materias primas por infraestructuras.
Así es, en África se dio mucho el pago con materias primas a cambio de financiar la construcción de infraestructuras que construían otras empresas chinas. Ahora en África se están dando cuenta de que el acuerdo con China no era tan beneficioso como ellos pensaban. En Latinoamérica, Ecuador tiene hipotecada su producción de petróleo por los próximos diez años para pagar créditos que empresas chinas le concedieron. Lo que pasa es que el objetivo de la empresas chinas es muy diferente. Su principal motivo de ser es servir al Estado chino, al Politburó y proporcionar suficientes materias primas para el desarrollo económico de China, ganar dinero es secundario.
Uno de los elementos que pueden debilitar a este tipo de compañías es que el mundo empieza a darle la espalda a los combustibles fósiles, pero si algo ha caracterizado a estas compañías ha sido su capacidad de adaptación, buscarán el próximo material que sea necesario y escaso (cobalto, litio, niquel,…).
Ya lo estamos viendo. Por ejemplo, Glencore es hoy en día el mayor comercializador de carbón del mundo y a la vez es el mayor comercializador de cobalto, donde controla un tercio del mercado mundial. Tienen un tentáculo en el mercado del combustible fósil más contaminante de todos y otro en el del material fundamental para fabricar las baterías de alta capacidad de los coches eléctricos. Estas compañías irán a donde esté la demanda. Ahora están todas creando mesas de contratación del mercado eléctrico y están apostando por metales para la transición energética, como níquel, litio y, sobre todo, cobalto. El cobalto les interesa mucho porque un 75% de la producción mundial está en la República Democrática del Congo, un país muy difícil, con corrupción endémica, donde sobornar es típico y con una infraestructura muy complicada. El mercado de cobalto en este país está dominado por Glencore y Trafigura.
De todas maneras, se habla mucho de transición energética pero la demanda de carbón marcará un máximo histórico en 2022. Vamos a consumir más combustibles fósiles este año que nunca antes. Puede haber gente que piense que estemos haciendo algo por el cambio climático pero la demanda sigue creciendo.