El presidente de Prisa, Javier Monzón, ha sido desbancado de su puesto tras la petición de cese por parte del principal accionista, el fondo Amber, que controla el 30% de la compañía, con el respaldo de Telefónica, que tiene un 9,4% del accionariado. La petición de cese ha sido respaldada por el 52% de los accionistas en la Junta celebrada este viernes mientras que en contra han votado el 46,1% del accionariado y se han abstenido un 1,6% del 84,5% que estaba presente o representado en la Junta.
La caída de Monzón es la segunda parte de una guerra por el control de la compañía de medios entre el propietario del fondo Amber, Joseph Oughourlian, y la presidenta del Banco Santander, Ana Botín, con un 4% de Prisa pero con el apoyo de otro grupo de inversores como los Polanco, Roberto Alcántara o Carlos Slim. Monzón es presidente de Openbank, filial de banca digital del Santander.
La clave para conseguir la destitución de Monzón ha estado en ese 84,5% de los accionistas presentes en la Junta de accionistas o, mejor dicho, en el porcentaje que no ha acudido. El banco HSBC no ha acudido a la Junta y su ausencia ha inclinado la balanza a favor del grupo de accionistas que pedía el relevo del directivo de Botín. Oughourlian pasará a ser presidente de forma temporal de Prisa con el objetivo de poner en marcha la hoja de ruta y una estrategia de gestión que devuelva a la rentabilidad al grupo de comunicación. Fuentes internas de la compañía señalan que el propietario del fondo seguirá contando con Manuel Mirat como consejero delegado de Prisa.
Monzón ha llegado a explicar en una intervención en la Junta: “Dos horas antes del comienzo de la junta he conocido por un accionista relevante que iba a solicitar mi cese o que presentara mi dimisión. He conocido por parte de otro accionista también relevante que apoyaba la propuesta. He tenido la ocasión de hablar con otros accionistas y he concluido que ninguno tenía conocimiento de esta cuestión. Aunque esta petición no corresponde a la mayoría del capital social, si se aprueba la propuesta, he concluido que mi obligación como presidente es convocar un consejo para esta tarde y presentar mi dimisión irrevocable”. Las cartas ya estaban echadas. Con la destitución no era necesario la convocatoria del consejo.
El secretario de consejo ha leído que las razones expuestas por el fondo controlado por Joseph Oughourlian para la petición de la salida del hombre confianza de Botín se deben a que Monzón “no comparte la visión de negocio” de los accionistas ni la hoja de ruta diseñada para dividir a la compañía en dos, una empresa de medios y otra con la edición de libros de Santillana, por lo que “ se considera que ha llegado el momento de que no siga al frente del grupo” ya que “pretende ejecutar una estrategia que contraria a los intereses sociales y de los accionistas”.
Monzón se ha defendido de las acusación de Amber al asegurar que “no es veraz que no comparta esta visión estratégica”, ya que había conseguido que fuera aceptada por el consejo la separación de los negocios de la compañía como recoge la hoja de ruta de la empresa.
El Banco Santander ganó la primera batalla por mantener a Monzón al frente de Prisa en la Junta General de Accionistas que se celebró el pasado 29 de junio. La votación en dicha Junta confirmó con un 62,28% de votos a favor al hombre de Ana Patricia Botín en Prisa. En esa fecha, Telefónica optó por no abrir una guerra con el resto de los accionistas y votó a favor de que Monzón siguiera como máximo directivo no ejecutivo del conglomerado de medios, pero con la condición de que Monzón saliera de la compañía motu proprio en septiembre, una situación que finalmente no ocurrió.
Por otra parte, la consejera independiente Sonia Dulá también presentó su dimisión “por motivos personales y profesionales”. Esta directiva ex Merrill Lynch y ex Goldman Sachs fue nombrada por Monzón como presidenta de un puesto clave en el consejo, la Comisión de Nombramientos y Retribuciones. Con el control de este puesto, Monzón consiguió nombrar al actual director de El País, Javier Moreno, en sustitución de Soledad Gallego Díaz, sin que los máximos accionistas fueran informados. Este movimiento se interpretó como el inicio de las hostilidades entre el consejo controlado por Botín y los accionistas liderados por Oughourlian.
La petición de dimisión ha sido una sorpresa. En esta junta extraordinaria realmente se iba decidirse la venta de Santillana España, que se ha aprobado sin problemas a la compañía finlandesa Samona Corporation por 465 millones de euros, importe que será íntegramente satisfecho en efectivo a la fecha de cierre de la operación, una vez descontada la deuda neta a 30 de junio, estimada en unos 53 millones. En 2019, Santillana a nivel global facturó 628 millones de euros y alcanzó un Ebitda de 175 millones, unas cifras que no impidieron que Prisa cerrara el ejercicio con pérdidas de 182 millones de euros.
Con la venta del negocio de Santillana España, que representa el 21% del negocio del Grupo Santillana, la compañía pudo quitarse parte de la losa de la deuda gracias a un nuevo pacto con las entidades financieras tras dedicar 400 millones a amortizar el pasivo, que a finales de marzo de 2020 ascendía a 1.067 millones. El acuerdo de refinanciación de la deuda supone extender su vencimiento hasta marzo de 2025, con un coste inicial del 5,5% y un coste total medio del 7% durante la vida del contrato. Con esta operación, la compañía anunció que se establecía el marco para una futura separación efectiva de los negocios de Educación y Media.