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Opinión - Cada día un Vietnam. Por Esther Palomera

ENTREVISTA | Consejero delegado de Endesa

José Bogas: “Ha sido una alegría que haya Gobierno, no me preocupa nada la coalición entre PSOE y Podemos”

“No nos van a expropiar”, bromeó en una reciente reunión con inversores internacionales. El consejero delegado de la eléctrica Endesa, José Bogas, tampoco teme los planes medioambientales del nuevo Gobierno, que ha puesto la lucha contra el cambio climático como una de sus prioridades. “Teresa Ribera es una gran trabajadora con la que puedo decir que me encuentro en un 90% de acuerdo”, asegura sobre la vicepresidenta para la Transición Ecológica: “Hay un 10% en el que discrepamos, pero no estoy seguro de si en ese 10% tiene razón ella o la tengo yo”.

Bogas lleva casi cuatro décadas en Endesa, una compañía que hoy lidera tras empezar como ingeniero y pasar por muchos puestos técnicos. En los próximos años, su empresa afronta una gran transformación: el cierre de todas las centrales de carbón en dos años, el de todas las nucleares en quince y el fin de todas las emisiones contaminantes antes de 2050.

Usted es el primer ejecutivo de una de las grandes empresas del Ibex. ¿Le preocupa el nuevo Gobierno de coalición entre PSOE y Unidas Podemos?

No, ciertamente no me preocupa nada. Ha sido una alegría que haya Gobierno. Creo que es el momento de empezar a trabajar. España tiene muchos retos de todo tipo: políticos y económicos. Y un Gobierno en funciones no tiene la capacidad de otro con los poderes reales. En la parte que pudiera tener que ver con lo que es el sector eléctrico, creo que este Gobierno tiene muy clara la principal tarea, que es la lucha contra el cambio climático. Y básicamente estamos de acuerdo con las líneas maestras de ese plan.

Usted es el consejero delegado de la empresa que más gases de efecto invernadero emite en España, por el peso de las centrales térmicas de carbón. ¿Cómo va a adaptar su compañía a las nuevas exigencias medioambientales que va a poner en marcha el Gobierno?

Efectivamente, somos quizá la empresa que como foco emisor más emitimos. Pero el sector eléctrico en el año 2018 emitió a la atmósfera en España 58 millones de toneladas de CO2, para un total de cerca de 350 millones. Y el sector eléctrico en conjunto no es el primer emisor. El primer emisor en España es el transporte. Después del transporte está la industria y, en tercer lugar, está el sector eléctrico.

En Endesa, precisamente porque hemos funcionado menos con las centrales de carbón, hemos bajado nuestras emisiones de una forma significativa en 2019, y estamos en este proceso de bajarlas más aún. Lo vamos a hacer con el cierre de las centrales más contaminantes, las centrales de carbón, y con el despliegue de energías renovables a futuro, sustituyendo este carbón y creciendo mucho más. Y a partir de ahí, vamos a apoyar la reducción de emisiones con temas de eficiencia, con la electrificación de la economía y con el apoyo al vehículo eléctrico, entre otras medidas.

El plan del Gobierno, en línea con lo que está planteando Europa, es que en el año 2030 las renovables alcancen el 74 por ciento del total y que en 2050 toda la energía eléctrica en España sea verde. ¿Lo ve viable?

El programa y el plan es viable, aunque tiene una serie de incertidumbres. Es un plan que estamos diciendo que es a 2030 y 2050. Cuando echo la vista atrás y recuerdo qué pasaba hace 20 o 30 años, casi no reconozco el mundo en el que vivía. Muchas cosas tienen que ocurrir en los próximos años y el plan tiene una serie de hipótesis que se cumplirán o no se cumplirán. Por tanto, habrá que adaptar el plan al nuevo entorno al que nos vamos a enfrentar.

El objetivo importantísimo es reducir las emisiones de CO2. Y yo soy de los que piensan que habrá que ir adaptando el plan hasta el año 2050 para realmente superar ese objetivo.

¿Habrá cambios tecnológicos, por ejemplo?

Sí, habrá cambios tecnológicos. Y quien es capaz de abordar esa transformación es precisamente el sector eléctrico porque existe una tecnología que es competitiva, que son las renovables. Falta todavía la parte de almacenamiento, las baterías, que hay que desarrollar y que está previsto en el plan del Gobierno que se desarrollen. La verdad es que yo también pienso que se desarrollarán, pero por ahora es una incógnita.

Empieza a haber también tecnología en otros ámbitos. El vehículo eléctrico, por ejemplo, o las bombas de calor para el sector residencial y el de servicios. Y mucha más tecnología llegará. El sector eléctrico en el año 2018 supuso solo el 22% de las emisiones de CO2, por lo que también hay que desarrollar mucha tecnología para luchar contra el cambio climático en el resto de los sectores.

Para el año 2050 faltan dos décadas. ¿No es demasiado tiempo para reducir las emisiones? Los estudios más serios sobre el cambio climático aseguran que, con el actual ritmo de emisiones, no lograremos limitar los peores pronósticos sobre el calentamiento global. Y que el punto de no retorno está más cerca, en 2032 o 2035, según distintos estudios.

Esto sería si siguiéramos con los primeros planes que surgieron de la COP del año 2015 en París. El ejercicio que se está haciendo con el Plan Nacional Integrado de Energía y Clima es mucho más exigente. Y la nueva presidenta de la Comisión Europea ha sacado el 'new green deal': ahora se está apuntando, para 2030, a una reducción del 50% o 55%, en lugar del 40% del plan anterior.

El plan es muy ambicioso. Pasar al 50% o 55% es más ambicioso aún. Pero merece la pena intentarlo por el objetivo que se va persiguiendo. Creo que sería un éxito si somos capaces de llegar a cero emisiones entre 2040 y 2050, pero que va a ser muy difícil. Tenemos que tener en cuenta, por ejemplo, que el Gobierno español, en su plan para 2030, calcula una inversión de 250.000 millones de euros en números redondos. De esos 250.000, 100.000 millones son en el sector eléctrico, pero otros 100.000 millones son para combatir ineficiencias.

250.000 millones es una quinta parte del PIB.

Tiene que haber mucha voluntad política. También creo que tiene que ser una cuestión de valentía y de empujar. ¿Llegar antes de 2050? Nos va a costar. El mayor peligro es que no lleguemos, porque no seamos capaces de tener la voluntad.

¿Y qué es lo más necesario? ¿Falta tecnología? ¿Falta voluntad política? ¿Falta más capital para invertir en estos cambios?

Yo creo que el plan está bien diseñado. Lo que hace falta es actuar ya. Muchas veces es muy complejo porque, empezando por las centrales de carbón, es fácil decir “vamos a reducir emisiones de CO2 y por tanto vamos a sustituir esta tecnología”. Pero tiene que haber otras medidas de tipo social que acompañen a la descarbonización.

Más allá de que las eléctricas hagan sus deberes, ¿qué más haría falta para limitar las consecuencias del cambio climático?

Que fuéramos capaces de que esa ambición que muestra el plan se llevara a acciones concretas, que es el siguiente paso. Llevar las acciones concretas a puerto, a fin. Por ahora tenemos un plan, pero lo tenemos que ejecutar.

Reino Unido acaba de anunciar que prohibirá la venta de coches que no sean eléctricos a partir de 2035, dentro de 15 años. ¿Cree que habría que apostar en España por medidas así de audaces?

Absolutamente.

¿A pesar de que España es un país productor de coches?

Digo absolutamente por la historia. Fue una polémica de la actual vicepresidenta y ministra de Transición Ecológica, Teresa Ribera, cuando habló de 2040 para esta misma medida. Por tanto hay que hacer más cosas. Tenemos la voluntad, tenemos las ganas, está hecho el plan y hay que trabajar. Quizá no se puede hacer: no se puede cerrar una central sin un plan social inclusivo de la zona. No se puede atacar al sector del automóvil sin otro plan. Pero yo soy de los que creen que el vehículo eléctrico va a estar, antes que el de hidrógeno. Y que cuanto antes tomemos la decisión de adaptar nuestra industria automovilística para ser líder en el vehículo eléctrico, mejor.

¿Está preparado el sistema eléctrico español para producir la energía suficiente para que todos los coches sean eléctricos?

A nivel de capacidad de producción, sí. Todo el parque de turismos, motos, autobuses… es de unos 22 o 23 millones. Si sustituimos todos los combustibles fósiles que consumen por la energía eléctrica, que es tres veces más eficiente, el consumo eléctrico sería de 50 teravatios hora, sobre un consumo actual en España de 260 teravatios hora. Es decir, estamos hablando de, más o menos, un 20% adicional.

Otra cuestión son los puntos para las recargas, que hay que prepararlo. Hay que reforzar también las redes. Pero hoy en día seríamos capaces de llenar esos 50 teravatios más.

¿Se ha visto ya con la vicepresidenta Teresa Ribera?¿Qué tal relación tiene con ella?

Desde que es vicepresidenta aún no la he visto. La conozco desde hace muchísimo tiempo, en lo que era la Oficina de Cambio Climático y después en la Secretaría de Estado de Medio Ambiente [durante el Gobierno de Zapatero]. Creo que es una grandísima profesional, muy respetada también fuera de España. Es una gran trabajadora con la que puedo decir que me encuentro en un 90% de acuerdo. Hay un 10% en el que discrepamos, pero no estoy seguro de si en ese 10% tiene razón ella o la tengo yo.

Da la impresión de que tienen ustedes en el sector eléctrico mejor relación con la vicepresidenta Ribera que con su predecesor en el cargo, el ministro Álvaro Nadal.

No voy a mentir. El señor Nadal tuvo una época en la que cuestionó el papel de lo que él llamó una empresa extranjera en España.

Les acusó de que al tener ustedes una matriz italiana, la empresa Enel, no estaban invirtiendo lo suficiente en España.

Eso se lo explicamos muchas veces. Pero bueno, con todos los ministros y ministras hemos tratado de llevarnos bien y razonablemente ha ido bien.

¿Es un problema para España que la mayor empresa eléctrica del país esté en manos de una empresa semipública italiana?

En el mundo globalizado que tenemos ahora mismo lo importante es que la empresa cumpla el rol y el servicio que tiene que dar en su función. Que, en el caso eléctrico español, sirva para su propósito: el aumento de la competitividad de las empresas españolas y el aumento del bienestar de los ciudadanos españoles. El 70% de Endesa está en manos de una empresa italiana, Enel. Y de esa empresa italiana, el 80% está en manos del mercado, fundamentalmente anglosajón. Y el 30% nuestro está también en manos del mercado, también europeo y anglosajón. Algunas otras empresas en las que el 100% está en bolsa habría que ver cuál es su capital realmente, y nos daríamos cuenta de que su capital 'español, español' a lo mejor es un 10% o un 20% como mucho.

Endesa fue durante mucho tiempo una empresa pública propiedad del INI (Instituto Nacional de Industria), una empresa pública. Y yo puedo decir con cierto orgullo que jamás el INI provocó ningún tipo de injerencia más allá de que le diéramos resultados, porque lo más importante es que le diéramos resultado.

El Gobierno italiano también quiere resultados, pero no hay más injerencias. No encuentro ningún motivo de alarma ni de preocupación.

¿Qué opina del nombramiento de una experta en cambio climático como Sara Aagesen como nueva secretaria de Estado de Energía?

La cuestión fundamental que tiene que hacer es el desarrollo e implementación de ese plan, en el que ella ha sido una de las personas que lo han pergeñado en el gabinete de la hoy vicepresidenta. Pienso que tiene las capacidades y la cualidad para hacerlo. Tendrá que tocar más temas, más allá de lo que es el cambio climático, los temas aburridos del sector eléctrico. Pero, por lo que la conozco, tiene toda la capacidad del mundo para hacerlo.

En Endesa recientemente han anunciado que van a acelerar el cierre de todas sus centrales de carbón en la Península Ibérica. Este año, en junio, cierran la de Andorra, en Teruel, y la de Compostilla en León. Y en 2021 cerrarán las dos más grandes: la de As Pontes en Galicia y la de Carboneras en Almería. Estas centrales son las más contaminantes por sus emisiones de dióxido de carbono. Pero los cierres, que aplauden los ecologistas, les han provocado enormes críticas en estos territorios por el impacto económico que supone para estas zonas. ¿Cuáles son los planes de Endesa para apoyar la reconversión industrial en las zonas afectadas por el fin del carbón?

En lo que coinciden todos los políticos es en que hay que cerrar. En lo que discrepan es en los tiempos. Pero todos también están de acuerdo en que el cierre se tiene que hacer acompañado con un plan de transición. Y esto es lo difícil: el plan de transición.

Por ejemplo, en Andorra, Teruel, tenemos un plan de inversión de más de 1.500 millones de euros en renovables. En Compostilla la inversión en renovables es de unos 400 megavatios, 350 millones. Acabamos de sacar un concurso internacional de ideas para la reindustrialización de la zona al que se han presentado 18 empresas, 32 proyectos, que estamos valorando. Al final la gente lo que quiere es que esos planes se traduzcan en algo tangible.

El Gobierno también quiere cerrar todas las centrales nucleares en los próximos 15 años. ¿Lo ve viable?

Yo creo que tenemos ahora mismo un buen plan. El primer grupo de Almaraz se cierra en el año 2027 y los últimos grupos, de Vandellós y Trillo, se cierran en el año 2035. Esto da una vida media del parque nuclear de 46 años. Creo que esta tecnología puede llegar a los 50 años, incluso superar los 50 años. La tecnología nuclear tiene unos riesgos, pero son unos riesgos absolutamente controlados. Y en el tema de almacenamiento de residuos, el mal que se haya hecho al mundo ya está hecho. No por funcionar unos años más o menos se van a generar muchos más residuos como para poner en peligro nada.

Creo que si el Plan de Energía y Clima se cumple, debemos cerrarlas en las fechas que hemos acordado. Pero hay incertidumbres. ¿Habrá baterías o no habrá baterías? ¿Cómo evolucionará el pico de demanda? ¿Habrá déficit de potencia o no? Porque la nuclear es una energía que tiene un impacto cero en las emisiones.

¿Y qué futuro espera a las centrales de ciclo combinado que funcionan con gas? Emiten bastante menos CO2 que las de carbón, pero sí son contaminantes.

El gas tiene un papel importante en toda la transición energética. Y un problema importante para todos, porque las centrales de gas se diseñaron para funcionar cinco mil horas anuales. Y en la década 2020-2030 no van a llegar ni a las mil horas. Esto no es rentable, y habrá que buscar una solución. Pero tampoco se pueden cerrar, porque sin ellas no podemos soportar las horas punta de la demanda eléctrica. Habrá que repensar cómo remuneramos esa tecnología.

¿Le preocupa que el debate sobre el cambio climático se polarice políticamente, como está pasando en otros ámbitos de la vida pública? Lo que ha ocurrido en Estados Unidos, con el negacionismo de Donald Trump, ¿puede llegar a España?

Afortunadamente aquí en España podemos discutir cómo, pero no el qué. Para todos los partidos políticos está claro que hay que descarbonizar. Unos dicen que más rápido, otros que menos.

Todos están de acuerdo en eliminar el carbón.

Sí, todos creen que hay que eliminarlo. Incluso los más reticentes. Creo que es un grandísimo paso.

El rey Felipe VI, en su discurso de apertura de la legislatura, pidió acuerdos a los partidos y aseguró que “España no puede ser de unos contra otros”. ¿Qué le pareció ese llamamiento al pacto en un parlamento últimamente tan crispado? ¿Cree que sería necesario un pacto de Estado sobre el cambio climático y la energía?

En este sentido, respecto a las palabras del rey, las comparto plenamente: no pueden ser 'unos contra otros', sino la de todos. Y sí, creo que haría falta un pacto, un pacto de energía entre todos los partidos. La energía es un elemento fundamental, tanto en lo que es el desarrollo económico del país como en el bienestar de los ciudadanos. Es un elemento esencial. Por tanto, teniendo en cuenta los retos a los que nos estamos enfrentando, que hubiera un pacto de todos los partidos políticos con respecto a cómo tenemos que actuar en esto es fundamental. Es un plan que va a durar décadas y en el que habrá que cambiar cosas y tendremos que estar de acuerdo con el objetivo.

Usted empezó a trabajar en Endesa en 1982. Lleva casi cuatro décadas en la empresa de la que ahora es consejero delegado. En qué ha cambiado su compañía en estos años?

Ha cambiado todo, absolutamente todo. No había ordenadores. No había teléfonos móviles, se utilizaba papel y carboncillo. Hacíamos planes estratégicos de 20 años que tardaban 10 meses en hacerse…

¿En aquel momento se imaginaba que llegarían las energías renovables con el peso que hoy tienen?

Las empresas del sector eléctrico, yo creo que todas, no podemos sacar pecho por los grandes aciertos que hemos tenido. Sino muchas veces por la suerte que hemos tenido. El sector eléctrico apostó por el fuel: vino la crisis del petróleo del 72 y quien había hecho fuel… Apostamos por el carbón, ahora se cierra. Apostamos por los ciclos combinados, que ahora tienen su vida contada. Las renovables al principio nos parecía que no valían para nada. Hemos ido siempre a rastras de distintas apuestas, de distintos convencimientos, que luego nunca han sido la solución que esperábamos. Por tanto yo creo que en esta vida, y en el sector eléctrico, lo que hay que tener claro son los objetivos y la capacidad de trabajo, de adaptación a los cambios del momento.

Recientemente anunciaron una reducción del pay out (porcentaje del beneficio destinado a dividendos) del 100% al 80% en 2021 y al 70% en 2022. ¿Por qué este cambio?pay out

Cuando Enel vendió del 92% al 70% de las acciones que tenía de Endesa y la compañía le vendió los negocios de Latinoamérica, nos focalizamos en la Península Ibérica: España y Portugal, con pequeñas cosas en Marruecos y en Francia. Hay un ratio que mide cuál es la relación entre la deuda y el ebitda (los beneficios antes de impuestos). En el año 2014 era, si no recuerdo mal, el 1,7 mientras que la media del sector era del 3,5. En aquel momento los inversores internacionales, no el inversor de control, me pedían que diéramos un dividendo extraordinario y que ajustáramos este apalancamiento entre la deuda y el ebitda (beneficios antes de amortizaciones e impuestos) a una cifra equivalente a la del resto de las empresas en España.

Entonces yo les decía que creía que venía un cambio sustancial. Que los mercados maduros, como se les había concebido hasta entonces, iban a dejar de estar maduros, por el cambio de las renovables y de la digitalización. Y que la competencia iba a cambiar, por lo que lo más que podíamos hacer era dar un pequeño dividendo extraordinario: el 100% del beneficio.

Ahora hemos reducido el dividendo porque estamos invirtiendo mucho más. En el año 2014 invertimos 800 millones de euros. En el año 2019 invertimos 1.900. Y en el año 2022 están previstos 2.200 millones.

Su empresa ha vivido un conflicto interno por la negociación del convenio colectivo y recientemente el exministro Manuel Pimentel ha dictado un laudo arbitral, tras 26 meses de negociación sin acuerdo con los sindicatos. ¿Esto cierra todo el frente judicial que tenía Endesa con sus trabajadores o aún depende de lo que diga el Tribunal Supremo?

En principio debería cerrarlo. Después de 26 meses, vinimos a convenir que la única forma para realmente desbloquear la situación que había era una mediación, un arbitraje, y pedimos a los sindicatos que retirasen el recurso ante el Tribunal Supremo a la sentencia que había dado la Audiencia Nacional. UGT se avino a ello, a la mediación. CCOO y SIE (Sindicato Independiente de la Energía) dijeron que no. Pero nos pareció importante desbloquearlo con UGT, que es el sindicato mayoritario, y seguimos adelante. Y al final ha habido un laudo que ha dicho algo que no es lo que esperábamos la empresa o el sindicato, una cosa intermedia.

¿Qué opina del laudo? ¿Qué le ha parecido el resultado de ese arbitraje?

A mí me ha parecido razonable. Me gusta decir razonable en el sentido de que un laudo trata de mediar siempre. Y depende desde dónde lo veas. Una de las cosas fundamentales que había era el tema del suministro eléctrico.

Se refiere a que sus trabajadores, y también sus trabajadores jubilados, recibían gratis la electricidad que gastaban en su casa y en su segunda vivienda.

Exacto. La media de consumo en Endesa por empleado era de 9.000 kilovatios hora. La media en España son 3.500. Pero esto es cuestión de la historia. Cuando algo te lo dan sin que te cueste, pues todos tendemos a hacer un uso no tan eficiente como si nos cuesta.

El árbitro lo que ha dicho es que para los trabajadores activos 6.000 y para los pasivos 9.000: los primeros 6.000 gratis y los otros 3.000 con un descuento al 50%. ¿A qué aspirábamos nosotros? A pagar solo los primeros 3.500. Pero me parece razonable lo que ha dicho el laudo. Creo que la incertidumbre que se crea en la empresa por no tener convenio, la incertidumbre que estábamos creando con el cierre de centrales de carbón y sin tener acuerdo de garantías ni tener acuerdo de salidas con los distintos colectivos, no era una situación que debiera mantenerse mucho más allá. UGT también entendió así y nos lanzamos a la piscina. Pero bueno, respeto la posición de CCOO y SIE y esto hace que pueda haber sentencia del Tribunal Supremo y veremos qué pasa.

¿Qué impacto tendrá este laudo en las cuentas de su compañía? ¿Lo tienen calculado?

Todavía no lo tenemos calculado porque es muy reciente, pero aquí sí quiero dejar una cosa muy clara. Nosotros lo que teníamos era una provisión para atender todos estos compromisos. Esa provisión se va a rebajar bastante. Pero queremos emplear esa provisión que rebajamos en otras provisiones dedicadas al personal, que permitan la formación, que permitan la readaptación… Nuestro objetivo es que sea neutro. Vamos a gastar ese dinero en estas cosas.

¿Qué le parece la dimisión de Jordi Sevilla al frente de Red Eléctrica? ¿Cree que ha habido más intervencionismo por parte del Gobierno del Partido Socialista del que ha habido en etapas anteriores en esta empresa?

Bueno, yo conozco a la vicepresidenta Teresa Ribera y conozco al expresidente de Red Eléctrica Jordi Sevilla. Fue una sorpresa para mí. No he hablado con ninguno de los dos. Por consiguiente, no sé qué ha pasado.