De jugar con contratos de repartidoras de pizza a la huelga para pelear mejoras laborales como campeonas mundiales

Laura Olías

7 de septiembre de 2023 22:04 h

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Hace algo más de un año, la liga de fútbol femenino en España no era considerada ni profesional. Tras la victoria de las jugadoras de la Selección en el Mundial, a muchas personas les puede parecer mentira, pero hasta hace muy poco lo habitual para las deportistas era no estar contratadas laboralmente, el trabajo 'en b', sin cotizar a la Seguridad Social e, incluso, la firma de contratos precarios que nada tenían que ver con su actividad, como de cuidadoras o repartidoras de pizza. Desde 2019, la lucha de las futbolistas ha ido conquistando avances históricos, que en estos días suman otra cita clave: una huelga para la mejora de su salario mínimo y condiciones en el convenio colectivo. Ahora, desde su condición de campeonas del mundo.

Los cinco sindicatos presentes en la mesa negociadora del convenio (Futpro, Afe, Futbolistas On, CCOO y UGT) acordaron finalmente este miércoles por la noche ir a la huelga, convocada para las dos primeras jornadas de la temporada, que empieza este fin de semana. Después de tres días de mediación, la parte sindical y la patronal (la Liga F) no lograron alcanzar un acuerdo, con el salario mínimo de las futbolistas como principal escollo.

Las deportistas están luchando por elevar el suelo salarial, ahora situado en los 16.000 euros anuales, a enorme distancia del mínimo masculino de 180.000 euros, como ha advertido en estos días la ministra de Trabajo en funciones, Yolanda Díaz, que ha lanzado una campaña de la Inspección contra la discriminación salarial.

Tras casi un año de negociación, al final de la pasada temporada y a las puertas del parón del verano, la propuesta de la parte sindical reclamaba aumentar el salario mínimo hasta los 30.000 euros, progresivamente en tres temporadas: 20.000 euros en la pasada temporada (22/23), 25.000 para esta (23/24) y 30.000 para la que viene.

La patronal ofrecía subir a 19.000 euros al año en esas tres temporadas, una cantidad “inaceptable” para las deportistas. “En junio hicimos unas asamblea y las jugadoras ya estaban muy unidas. En el último partido, casi todas hicieron un gesto, de taparse el logo de la liga”, explica Maite Sánchez, negociadora de CCOO.

Los sindicatos también han exigido “suprimir la parcialidad”, que ahora es del 75%, punto en el que sí hay consenso con la Liga. “Sí, eso es una obviedad”, indican desde el sindicato AFE. Cuando un club quiere hacer a una futbolista un contrato por horas y no uno a tiempo completo, esa jugadora cobra como mínimo el 75% del salario mínimo acordado en convenio. Se pretende eliminar esta práctica para que se remunere el salario mínimo en cualquier caso, ya que las jugadoras defienden que son profesionales a tiempo completo por la dedicación, preparación y cuidados que supone este nivel de competición.

Negociar como campeonas del mundo

La vuelta del verano ha mantenido la unidad de las futbolistas para mejorar sus condiciones, ahora además con el respaldo de proclamarse campeonas del mundo en la competición de Australia y Nueva Zelanda. “La liga F es una de las mejores ligas del mundo a nivel de talento, donde juega la mayor parte de las actuales campeonas del mundo, por lo que el salario de sus protagonistas debe ir acorde a ello, porque si esto no ocurre perderemos ese talento a favor de ligas extranjeras que si les aportan condiciones laborales dignas”, advertía el sindicato Futpro, el mayoritario entre las jugadoras.

Las futbolistas han contado además con un foco mediático mayor del esperado, porque a su victoria histórica –que va más allá de lo estrictamente deportivo– se ha sumado el escándalo por el comportamiento de Luis Rubiales en la celebración del Mundial y, sobre todo, por su beso a la jugadora Jennifer Hermoso. Las deportistas han mostrado una gran unidad con su compañera, de manera pública, acompañadas en este caso también por la Liga F, que mantenía enfrentamientos del pasado con Rubiales.

En este clima de unidad del fútbol femenino, las representantes sindicales de las jugadoras recordaban no obstante que el convenio colectivo estaba “bloqueado” por la patronal a las puertas de retomarse la temporada y advertían de que el siguiente paso era la huelga. Su convocatoria llegó pocos días después y ponía en jaque la vuelta al campo de las actuales líderes mundiales del fútbol femenino.

La mediación iniciada esta semana para evitar los paros ha movido posiciones, pero no se ha llegado a un acuerdo. La patronal planteó alcanzar un salario mínimo de 25.000 euros dentro de tres años. “La Liga dice que nos ofrecer 25.000 euros en tres temporadas, pero no es cierto, es en cuatro temporadas, tres años a partir de ahora. Se olvidan de la temporada pasada, que se queda sin subida, y plantean 18.000 euros este año, 20.000 la temporada que viene, 22.000 la siguiente y llegar a 25.000 euros en la temporada 26/27”, explica Maite Sánchez, de CCOO.

Este miércoles, las partes trataron de llegar a un acuerdo de mínimos, con un pacto salarial solo para un año, “y dejar para más adelante el convenio completo”, cuenta también Keka Vega, delegada del sindicato AFE. La Liga F planteó llevar el salario mínimo a los 20.000 euros anuales esta temporada, con la posibilidad de incrementar esa cifra a 23.000 “en base a los beneficios comerciales”, y por su parte las jugadoras se movieron hasta los 23.000 euros al año, con la posibilidad de llegar a 25.000, “renunciando a la retroactividad del año pasado”, destaca Vega.

Al final de la tarde, las posturas eran inamovibles y no alcanzaron un consenso. La patronal rechaza la viabilidad económica de los incrementos salariales planteados, algo que niegan los sindicatos, que insisten en su “responsabilidad” y compromiso con la competición, a la que aseguran que no pondrían en riesgo. “Hay dinero más que suficiente para alcanzar esas cifras”, sostiene Amanda Gutiérrez, presidenta de Futpro. “Hicimos una asamblea desde el propio Sima y las jugadoras lo vieron insuficiente y apoyaron la huelga en estas dos primeras jornadas”, añade la representante de AFE.

La patronal lanzó un duro comunicado contra los sindicatos, a los que acusó de “falta de voluntad” y de organizar una “huelga que perjudica de manera muy grave la imagen el fútbol femenino español”. En la parte sindical, defienden el “esfuerzo” de las deportistas al ir a la huelga, cuando “lo que quieren es jugar y competir”, anteponiendo la lucha por unas condiciones que consideran justas.

“A nadie le hace bien una huelga, eso debe quedar claro. Nos perjudica a todos. Y por una diferencia de 3.000 euros no entendemos que se vaya a la huelga”, lamenta la presidenta de Futpro. “Las jugadoras tienen un gran sentido de la solidaridad entre compañeras, hay muchas que están por encima del salario mínimo, pero pelean por acabar con las condiciones más precarias”, considera la representante de CCOO.

Historia reciente de hitos laborales gracias a la movilización

Tanto el salario mínimo como el porcentaje de parcialidad fueron importantes avances para las jugadoras solo hace tres años, a principios de 2020, cuando se firmó el primer convenio colectivo (entonces por la AFE, Futbolistas On y UGT) que reguló por primera vez las condiciones laborales de las futbolistas profesionales. Con el respaldo de un público y una atención crecientes al fútbol femenino, así como del auge del feminismo en las calles, las futbolistas organizadas a través de varios sindicatos se plantaron para poner fin a una larga historia de precariedad.

“Venimos de unas condiciones y hemos pasado tanta discriminación, teniendo que demostrar continuamente el doble que nuestros compañeros, que se llegó a un momento en el que dijimos ya basta”, analiza Keka Vega, también exjugadora, sobre los pasos datos en los últimos años. Ella es de las que tuvo “suerte”, por haber pasado por clubes como el Rayo Vallecano, que ofrecía mejores condiciones a su equipo femenino que otros.

En 2014, futbolistas del club explicaban en este reportaje de elDiario.es esa suerte: “Aquí nos han hecho un contrato como futbolistas, te sientes una privilegiada porque muy pocas compañeras pueden tenerlo”, aseguraban. En ese momento, las futbolistas mejor pagadas de la liga rondaban el mileurismo. “Desde pequeña sabes que no vas a vivir de esto”, decía la capitana del Rayo hace nueve años.

El nivel de abusos era tal que las jugadoras estaban peleando por acabar en el convenio colectivo con las llamadas “cláusulas antiembarazo” que, aunque ilegales, se aplicaban haciendo que en la práctica cuando una jugadora se quedaba embarazada fuera despedida.

El convenio finalmente llegó, tras “18 meses de negociación muy compleja”, recuerda Keka Vega, pero también gracias a las movilizaciones por parte de las jugadoras, que tuvieron que recurrir a la huelga indefinida a finales de 2019. Se fijó el suelo salarial en los 16.0000 euros y ese 75% de parcialidad, entre otros avances. “Nos costó muchísimo conseguir el convenio y ahora no entra en la cabeza que no exista, o la parcialidad en la Liga F, estamos dando pasos”, sostiene la representante de AFE.

Con un fútbol femenino en continuo auge, y en España también protagonista de importantes éxitos, “no solo en el absoluto, sino también en otras categorías”, el año pasado se abrió la mesa de negociación para alcanzar un nuevo convenio con varias mejoras. “Estas jugadoras han hecho historia, son un activo del deporte español y solo están demandando unas condiciones laborales mínimas”, destaca Maite Sánchez. La victoria del Mundial es “un antes y un después” en la visibilidad de la profesionalidad y el nivel de las futbolistas, considera por su parte Keka Vega, que refuerza en sus reivindicaciones: “Solo estamos pidiendo que, si una jugadora quiere ser profesional, pueda serlo y dedicarse el 100% a ello”.

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