Georgina Cisquella es la periodista y guionista de cine documental que va a dar voz al colectivo de las camareras de piso –que luchan contra la precariedad laboral que sufren– a través de un filme que verá la luz a finales de este año: Hotel Explotación: Las Kellys. Cisquella, cuya mayor parte de su trayectoria se ha desarrollado en TVE, es activista social y esta conciencia se hace tangible en sus trabajos. Fue guionista de El efecto Iguazu, sobre los acampados de Sintel, película que ganó el premio Goya en 2002 y también dirigió Coca-cola en lucha – cuando David se enfrenta a Goliat (2016), documental que profundiza sobre el conflicto de los trabajadores de esta compañía tras el ERE en 2014.
La película sobre la situación de las Kellys es un proyecto autogestionado y sin ánimo de lucro, sin subvenciones ni créditos y formado por un equipo básico de rodaje. Para poder finalizar la película, Cisquella ha llevado a cabo una iniciativa de micromecenazgo con la intención de afrontar los gastos derivados del montaje final, la música y la post-producción de la cinta. “Son muchas horas de trabajo y no se puede abusar de la gente, incluso la más solidaria”, sostiene.
¿Qué es lo que le llamó la atención de la lucha de las Kellys?
Había leído mucho sobre este colectivo así que me puse en contacto con ellas en Barcelona y nos reunimos. Al conocerlas, supe que había una historia detrás. Ellas representan lo que ocurre a día de hoy en muchas áreas de trabajo: precariedad en un sector mayoritariamente femenino, con una brecha salarial tangible, sumándole la gran contradicción de pertenecer al “sector locomotora” del país donde hay grandes desigualdades salariales entre empresarios y empleados. Sin embargo, también representan el empoderamiento de las mujeres al decidir organizarse para tomar las riendas de su historia y de su reivindicación.
¿Cree que la visibilización de las Kellys sirve para empoderar a otros colectivos en situación de precariedad para que sigan su ejemplo?
Creo que sí, hay muchísimos sectores precarizados o directamente excluidos del mercado laboral, que no tienen representación sindical. El papel de los sindicatos también es clave, deberían reflexionar y proteger a todos los colectivos, incluidas las Kellys, aunque acabar con la externalización al 100% y con las empresas multiservicios, que de alguna forma trafican con sus contratos laborales, es difícil. Por lo menos, ellas ya han conseguido que un sector totalmente oculto tenga visibilidad.
¿Ha podido entrar con ellas en los hoteles para ver en qué condiciones trabajan?
Eso es complicado. He estado con ellas en el exterior protestando: en la lucha del Hilton de Barcelona, en Benidorm, Lanzarote... Ha habido muchas protestas durante más de un año y he estado con ellas, pero que un hotelero que ejerce malas prácticas laborales con sus empleados te dé permiso para grabar es difícil. Ellas me han enviado documentación gráfica y audiovisual con miedo porque se exponen al despido. Algunas Kellys son muy valientes, de hecho, el grupo visible de las camareras de piso es bastante reducido porque la mayoría tienen miedo a ser despedidas.
¿Ha podido ver prácticas relacionadas con la explotación laboral en esa documentación?
En los vídeos que me han enviado sí. He visto fragmentos de su día a día en los que arrastran carros de demasiado peso, es un trabajo físico y las lesiones son habituales. Ellas cuentan que hace años lo normal era limpiar 10 o 15 habitaciones y se ha pasado a 25 o 30, tienen un estrés añadido en comparación con las limpiadoras de hogares o lugares de trabajo porque lo hacen a contrarreloj –a veces en 15 minutos– si el cliente ya está esperando que le den su habitación. Este estrés les provoca medicarse, la gran mayoría toman pastillas y además es complicado que una camarera de piso aguante hasta los 65 años trabajando porque es un trabajo duro y físico.
¿Estas prácticas se dan en mayor medida en grandes cadenas hoteleras o en las de menor tamaño?
Hay hoteles que tienen en plantilla a las camareras de piso porque son conscientes de que si ellas realizan su trabajo de manera precaria el hotel no puede vender bien sus habitaciones. Las malas prácticas son habituales en grandes cadenas, señalar a una es complicado, yo estuve en la puerta del Hilton en Barcelona en la protesta de las Kellys por los despidos de las 5 camareras de piso que denunciaron su precariedad laboral.
¿Y en viviendas de uso turístico?
La situación de las camareras de piso en este tipo de viviendas es espeluznante. Las contratan en nómina por 300 euros al mes y 4 horas al día y en esas 4 horas tienen que ir por sus propios medios con todos los objetos de limpieza a los apartamentos. A veces en una mañana tienen que hacer tres o cuatro pisos y no les da tiempo, por tanto hacen horas extras que nadie les paga. Ellas denuncian, además del sueldo precario, la sobrecarga y las malas condiciones de trabajo.
¿Ha habido algo que le haya sorprendido de esta lucha?
Cuando las conocí, a algunas mujeres les costaba muchísimo hablar y en menos de un año han logrado poder contar su historia sin miedo. En las primeras manifestaciones de Kellys, veíamos a mujeres tapadas y hoy vemos que se muestran orgullosas de su lucha y de sí mismas. Admiro mucho su capacidad de perder el miedo.
A día de hoy este colectivo ha alcanzado una gran visibilidad, ¿cree que la publicación de este documental tendrá un impacto real a nivel legislativo?
Este documental es activista y de presupuesto limitado, es una película coral con muchas voces y ciudades y es un granito de arena. Ellas ya están luchando por la Ley Kelly para prohibir las externalizaciones, controlar la sobrecarga de trabajo y garantizar que las inspecciones funcionen. Es una batalla larga pero tienen que ser insistentes porque si consiguen mejoras, son puertas abiertas a otros sectores con casos similares.
La Patronal del turismo, Exceltur, cifra en un 2,4% las externalizaciones de las camareras de piso, sin embargo, el colectivo no está de acuerdo con este dato considerándolo “alejado de la realidad”. ¿Qué opina de esta cifra teniendo en cuenta lo que ha vivido durante más de un año con las Kellys?
Estos datos no me los creo, las cifras no son reales porque no contabilizan a los auxiliares de limpieza que desempeñan la misma función pero no constan en sus contratos como “camareras de piso”. Es complicado saber la cifra exacta, ¿cómo computamos a todas las trabajadoras, limpiadoras, camareras de piso que tienen un contrato temporal, que además limpian viviendas de uso turístico? Mi sensación es que esos datos que publican no son ciertos, no creo que haya un 2,4% de externalizaciones, por lo que yo he visto, todas estas prácticas van en aumento. La trampa está en que no todas las camareras de piso que existen están bajo un contrato de camareras de piso como tal.
Los empresarios turísticos también afirman que las externalizaciones son “lícitas” siempre que se garanticen los derechos de las camareras de piso en el marco de la negociación colectiva, en cambio, las Kellys quieren prohibir esta práctica por ley. ¿Cree que su proyecto tendrá repercusión sobre la postura de los empresarios?
El lobby hotelero es muy fuerte y una película activista es un granito de arena a su lado, es una lucha contra un sector muy potente. Quiero que la película sirva para generar debate, al final este tipo de películas tienen un recorrido que sirve para que la gente conozca mejor el conflicto. El cine documental no cambia la realidad, la pone en cuestión y abre una puerta a la reflexión. Puede ser que algún hotelero después de ver la película se plantee la situación pero en un sector tan precario, donde la gente tiene miedo, es complicado.
Tras convivir más de un año con ellas, ¿qué mensaje le mandaría al Gobierno y a la patronal para que tengan en cuenta los derechos de las Kellys?
Al Gobierno y al Parlamento les diría que tengan en cuenta la Ley Kelly [una modificación del artículo 42 del Estatuto de los trabajadores para impedir que las empresas externalicen esta actividad], además creo que hay que derogar la Reforma Laboral de 2012 y crear una nueva, ya que es la principal culpable de la precariedad y desigualdad actual, que además perjudica más a las mujeres. Tampoco se puede presumir de que la industria del turismo proporcione riqueza al país cuando el trabajador, que es el que sustenta y garantiza esa riqueza, está maltratado. El mensaje para los empresarios es que las condiciones de trabajo dignas promueven el trabajo digno, a veces las camareras de piso reconocen que no les da tiempo a limpiar correctamente por la presión que reciben. Estas malas prácticas y los contratos precarios son los que van deteriorando esta industria.